EDUCACIÓN, SALUD Y DERECHOS

Una cruzada por la alimentación saludable en las escuelas públicas

“¿Es posible transformar la comida de las escuelas? Sí. Aunque lo que se necesita como primera medida es tal vez la más difícil: decisión política”, advirtió la periodista especializada Soledad Barruti, autora de los libros Malcomidos y Mala Leche, quien puso en marcha una campaña contra la comida ultraprocesada en comedores y viandas escolares.



Los comedores y las viandas en las escuelas públicas porteñas están en el blanco de la polémica. No sólo por los ajustes, recortes y trabas burocráticas que dificultan el acceso de nenes y nenas a la comida en horario escolar. También, por el fuerte cuestionamiento sobre la calidad nutricional de los menús que dispone el Gobierno de la Ciudad, incluso bajo el rótulo de “saludable”.

“¿Es posible transformar la comida de las escuelas? Sí. Aunque lo que se necesita como primera medida es tal vez la más difícil: decisión política”. Así comenzó su mensaje la periodista especializada Soledad Barruti, autora de los libros Malcomidos y Mala Leche, quien emprendió una cruzada contra la alimentación ultraprocesada en las escuelas públicas –no sólo porteñas-.
Semanas atrás, ante el comienzo del ciclo lectivo, Barruti difundió y alertó sobre la composición de desayunos y meriendas en los jardines maternales públicos de la Ciudad. “Este menú es violencia”, sentenció, y señaló que sólo había harinas blancas y azúcar, e incluso leche rebajada para los bebés. Su cuestionamiento alcanzó gran difusión y se tradujo en la preocupación de madres y padres al respecto.

Para intentar modificar ese esquema, la investigadora redobló la apuesta y lanzó una campaña para intentar que se brinde “alimentación real” en las escuelas. Contó el caso de un jardín de infantes privado en la Ciudad (foto) donde a partir del impulso de una mamá –Natalia Kiako, autora de Cómo como y A cuatro manos y especialista en comida saludable- se logró instaurar un menú de frutas y alimentos caseros y saludables en desayunos y meriendas de nenes y nenas, con el consenso y el acompañamiento de la comunidad educativa.

En las escuelas públicas, en cambio, el camino es más difícil. Y el impulso de familias o cuerpo docente no alcanzan. Por eso, Barruti escribió –junto con el abogado Marcos Filardi- una carta para que individual y colectivamente se inste a las autoridades a implementar cambios en los menús de niños y niñas, en comedores escolares y viandas.

El texto está preparado para los directivos de cada establecimiento, e insta a que se arbitren “las medidas necesarias para cesar de inmediato en la vulneración al derecho a la alimentación adecuada que están sufriendo los niños”. Al respecto, advierte que según la Organización Panamericana de la Salud (OMS) el consumo de jugos, aguas saborizadas, galletas, vainillas y madalenas empaquetados; cereales para el desayuno; alimentos congelados e instantáneos como hamburguesas, salchichas, nuggets de pollo, milanesas y otros prefritos; yogur batido, chocolatada y postres, harinas y papillas para bebés, entre otros, está “directamente vinculado con la aparición de enfermedades no transmisibles en preocupante aumento en nuestro país: diabetes tipo 2, enfermedades cardio y cerebrovasculares, hipertensión arterial, hígado graso, dislipemia, osteoporosis, algunos tipos de cáncer”.

“Brindar productos ultraprocesados en lugar de alimentos vulnera el derecho de nuestros hijos a la salud y a la alimentación adecuada. Y de ese modo lleva a vuestra institución a incurrir en varios infracciones ya que el de la alimentación adecuada –o sea su derecho a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a la que pertenece el consumidor y garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna- es un derecho reconocido en los instrumentos de derechos humanos con jerarquía constitucional (artículo 75, inciso 22), en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires (artículos 10 y 22), la ley nacional de protección integral de niños, niñas y adolescentes 26.061 (artículos 8 y 14) y la ley de protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes de la Ciudad 114 (artículo 23)”.

La polémica ya se instaló en grupos de madres y padres en las escuelas y en comunidades en las redes sociales. La carta ya está en circulación. Resta conocer sus efectos.


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