REPRESIÓN A LOS DOCENTES

Unicaba nació a los palos

Larreta consiguió crear la universidad que viene a terminar con los Institutos de Formación Docente. Lo hizo a los golpes afuera de la Legislatura y adentro, solo con los votos de su bloque. El diálogo, te lo debo.

Werner Pertot


La creación de una universidad debería ser un hecho que genere un festejo, que no tenga detractores (o tenga muy pocos) y que salga casi por unanimidad. Si ocurre entre gases lacrimógenos y golpes, prepoteando a adversarios con las fuerzas de seguridad y votando solo con los propios, es porque no se está creando una nueva universidad: se está haciendo otra cosa.  En el caso de la UNICABA, por más que el Gobierno porteño lo sigue negando, esa “otra cosa” es el fin de los Institutos de Formación Docente. El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, nunca abandonó su intención de trocar esos institutos por una única universidad que insuma mucho menos personal y recursos. Lo único que hizo fue cambiar de estrategia. Con todo, esa nueva estrategia ni le sumó votos opositores, ni le permitió aprobarlo sin que hubiera afuera represión, escándalo y protestas.

Lo advertimos desde el origen del proyecto: la UNICABA es una universidad de la exclusión. Se proponía eliminar los 29 Institutos de entrada. Solo la resistencia de los docentes generó un cambio en el proyecto. (Sobre la iniciativa original y las falencias que tenía –muchas de las cuales continuaron-, recomiendo nuevamente repasar este artículo de Laura González Velasco.)

El nuevo proyecto, como también advertimos acá, no se diferenciaba mucho del viejo. En los dos casos la falencia es la misma: no hubo diálogo con la comunidad docente. La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, llegó esta semana a justificar esa falta de discusión con la comunidad educativa. “Hay un vicio de origen, una costumbre de que para tomar las decisiones siempre hay que consultarlos a ellos. Es el ceterismo educativo”, definió la ministra ante Clarín. Subordinación y valor.

El secretario general de UTE-CTERA, Eduardo López, le respondió que todo le recuerda demasiado a la Ley Federal de Educación de los noventas: leyes votadas a la fuerza, con escaso margen de votos, con represión en las calles y que son experimentos educativos que terminan fracasando. (Si esto se parece a la Ley Federal, ¿será Acuña la versión actual de Susana Decibe?).

López hizo notar también que la nueva universidad se votó con vallado y represión. Desde temprano hubo gresca policial hacia los docentes y militantes de izquierda que habían acampado para protestar (a esta altura, para la gestión PRO reprimir docentes es  un deporte habitual). A los legisladores oficialistas los hicieron entrar como prófugos a las 4 de la mañana a la Legislatura. En tanto, las legisladoras Victoria Montenegro y Myriam Bregman fueron agredidas por una policía porteña. Cuando se identificaron y les dijeron que querían entrar, según contó Bregman, la agente les contestó: “¡Y a mí que me importa!”. Esta policía no llevaba identificación, lo que es contrario a la ley que creó la Policía de la Ciudad. La legisladora Montenegro mostró imágenes de esta agente y de una persona que estuvo agitando de civil entre la multitud “como una barra brava”. Quizás el ministro de Seguridad porteño, Martín Ocampo, nos pueda dar alguna explicación sobre la sorprendente similitud de la policía patotera y la infiltrada agitadora.

Además de los palos y los gases (que alcanzaron también al legislador del FIT Patricio Del Corro, mientras hablaba con la prensa), adentro del recinto se impuso la férrea disciplina partidaria: sacaron la ley de UNICABA sin ningún tipo de consenso, solo con los 34 votos de Vamos Juntos, que incluyen al PRO y a la Coalición Cívica. La líder de este último espacio, Elisa Carrió, salió de su mutismo para apoyar la movida: “La creación de esta universidad viene a dar respuesta a una pregunta central: quién forma a los formadores”.

Una frase de ocasión que nada dice del destino que les espera a los Institutos de Formación Docente, que ahora serán evaluados y, si se confirman los temores de los gremios, discontinuados en forma lenta y progresiva (esa es la principal diferencia con el proyecto original, que los borraba de un plumazo). Al contrario de los Institutos, en la UNICABA no habrá cogobierno ni elecciones por claustros: el rector lo elije Larreta.  Coexistirán universidad e Institutos pero se creará una agencia que evaluará exclusivamente a estos últimos. Suena para conducirla Mariano Palamidessi, quien hace poco renunció al Instituto Nacional de Evaluación Educativa de Uruguay con críticas tecnocráticas a la “influencia política” sobre sus evaluaciones. Palamidessi es partidario de que los organismos evaluados no tengan nada para decir sobre lo que decide.

Y esos son solo algunos de los problemas que tenía el proyecto y que no cambiaron antes de convertirlo en ley. El único cambio fue el que pidió la Iglesia: exigió participar del criterio de evaluación de los Institutos  y no estar obligada a usar el mismo sistema que tendrán el sector público, y se lo concedieron. La Iglesia tiene un interés específico, por los 44 institutos de formación privados.

Un interesante hilo en Twitter de la periodista Florencia Halfon-Laksmann releva otros problemas serios del proyecto: los títulos no tendrán validez nacional, desaparece la autonomía educativa, entre otras aristas. Además, recuerda que la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo le había ordenado al Gobierno porteño que diera información fehaciente a la comunidad educativa sobre el proyecto y la transferencia de docentes y no docentes. Esto fue a raíz de que el informe que presentó el Ministerio de Educación porteño ante el Poder Judicial fue considerado insuficiente. Nunca explicaron por qué, en lugar de crear la UNICABA, no se articulaba con la UBA o bien con la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE), que ya existe.

En definitiva, nadie termina de entender cuál sería el sentido de generar una nueva estructura académica que se superponga con las anteriores cuando la consigna desde el Gobierno nacional es ajustar y ajustar. Salvo que la UNICABA sea parte del ajuste.

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