CADA VEZ MENOS ECOPARQUE

El zoo de la muerte

A la reciente noticia de que el macrismo avanzará con la privatización parcial del Ecoparque, se sumó la muerte de una rinoceronta y una jirafa. Ni los animalistas ni los conservacionistas acompañan a Larreta en su proyecto.

Werner Pertot


El jefe de Gobierno no está haciendo amigos con su proyecto de Ecoparque. Primero se puso en contra a los conservacionistas con la idea de un lugar sin animales. Luego los protectores de los animales se sintieron traicionados cuando la ley que salió permitía seguir conservando especies. A estos dos grupos que permanentemente cuestionan cómo se viene manejando el ex Zoológico, se sumó la denuncia de un sector de la oposición de un nuevo negociado, cuando Horacio Rodríguez Larreta consiguió aprobar la privatización parcial de los terrenos. Ahora sumó denuncias penales por la muerte sucesiva de una rinoceronta y una jirafa hembra. El proyecto de lo que alguna vez se pensó como un Ecoparque ya pasó a la historia: ahora habrá que ver cuánto logran avanzar con los negocios en una zona de la Ciudad donde el metro cuadrado cotiza bien alto.

Siempre que vuelve a ser noticia el ex Zoológico, me parece importante ponerle perspectiva histórica a la cuestión. En un informe especial de Nueva Ciudad, contamos hace tiempo la historia más larga del Zoo de Buenos Aires, desde su fundación pasando por los desastres que hizo el menemismo. Hoy me voy a concentrar en la década macrista:

Primera etapa: mantenerlo como un negocio privado. Durante sus ocho años como jefe de Gobierno, Mauricio Macri no hizo ningún esfuerzo por recuperar el Zoo, que estaba en manos de un privado, pese a que se acumulaban denuncias. En 2011 se venció la concesión menemista. ¿Qué hizo Macri? Propuso volver a concesionarlo por otros veinte años. Para esto hizo caso omiso a un informe de la Auditoría porteña, que planteaba que entre 1990 y 2008 se habían perdido el 55 por ciento de las aves y el 23 por ciento de los mamíferos. Eran más de cien especies perdidas por la concesionaria privada. Nada. Para Macri lo mejor era seguir por ese camino. Lo único que lo frenó es que no consiguió reunir los votos en la Legislatura. Su decisión republicana fue, entonces, eludir a la Legislatura y hacer una concesión más corta, sin control legislativo. ¿El resultado? Siguió la misma concesionaria y murieron: un oso polar, una jirafa, lobos marinos. No hubo una reacción oficial por parte de Macri, que puso la misma cara que pone ahora cuando dice que las barbaridades de Abel Albino “técnicamente parece que no son correctas”.

Etapa dos: Larreta, el ecológico. El nuevo jefe de Gobierno sedujo a los sectores que protestaban con la propuesta de desmantelar el Zoológico, enviar los animales a santuarios y dejar el lugar como un espacio de concientización. Buscó un nombre marketinero: Ecoparque. Esto generó una catarata de críticas de los sectores conservacionistas, que cuestionaron la viabilidad de muchos traslados de animales que nacieron en cautiverio o que necesitan cuidados especiales.

Etapa tres: Larreta, el conservador. En un giro nunca admitido por el Gobierno porteño, la ley que salió se parece mucho más a un proyecto para conservar especies que a la idea original del Ecoparque. Los animalistas pasaron a decirle “Ecofraude”. Y el abogado Andrés Gil Dominguez, quien presentó un amparo por la orangutana Sandra, le dice irónicamente “Econegocio” o “Ecotorres”, porque sospecha que todo terminará con un negociado inmobiliario. En esta etapa hubo nuevos volantazos: dejar abierto el Zoo, cerrarlo de sopetón para iniciar obras de infraestructura (que, en verdad, son necesarias por los años de abandono a manos de los empresarios privados).

Etapa cuatro: Larreta, el privatizador. El marketing del Ecoparque cesó el día que Larreta envió a la Legislatura un proyecto para privatizar parcialmente los terrenos. Son más de 33 mil metros cuadrados que volverán a manos privadas. Se los concesionará por 20 años (cualquier parecido con la etapa uno no es pura coincidencia). Ya consiguió aprobarlo en primera lectura con los votos de los legisladores de Martín Lousteau.

En eso estaba el macrismo, cuando comenzaron a morir nuevamente animales, esta vez no por obra de un privado al que se le pueda echar la culpa y sacarle la concesión. Primero la rinoceronta Ruth, después de una inundación, sufrió una infección que permitieron que se extendiera y terminó matándola. Luego la jirafa Jackie tuvo una “descompensación generalizada”. Esto llevó a que el ex director del Zoo Claudio Bertonatti –que pegó un portazo en plena gestión PRO porque, según dijo, no le habilitaban los fondos suficientes- presentara una denuncia penal ante la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFEMA). Bertonatti denunció las malas condiciones generales –de hecho se viralizó un video con una invasión de cucarachas y de ratas- y señaló que derivaron a especialistas que se ocupaban de esos animales. Pidió que el Poder Judicial intervenga el Ecoparque, lo que podría dar lugar a una nueva etapa. Como antecedente, la causa de la orangutana Sandra ya obligó al Gobierno porteño a modificar muchas de sus condiciones de vida. 

Hasta ahora, desde la Ciudad solo atinaron a decir que la jirafa tenía una ulcera. “En el Ecoparque justo van ‘muriendo’ los animales que están alojados en los recintos históricos que fueron privatizados hace un mes por la Legislatura porteña”, sugirió el abogado ambientalista Enrique Viale. No hay pruebas, de momento, de una conexión de este tipo. Lo que sí está claro es que mientras las condiciones en las que se cuida a los animales siguen sumando dudas, el negocio avanza, no importa cuántas denuncias se acumulen.

COMENTARIOS