INFORME ESPECIAL

Zoo de Cristal

Larreta prometió que el zoológico dejaría de tener animales en cautiverio. No obstante, luego aprobó una ley que permite que continúen. Los grupos animalistas cuestionan los traslados. ¿Cómo será, finalmente, la transformación?

Werner Pertot
A mediados del año pasado, Horacio Rodríguez Larreta sorprendió con un anuncio. Revisando la política de su antecesor, Mauricio Macri, de mantener el concesionario del Zoológico, dio por terminado el contrato, reestatizó el sitio y prometió que lo convertiría en un Ecoparque, un lugar donde ya no habría exhibición de animales. En esto, recibió el apoyo de las organizaciones que defienden los derechos de los animales, pero fue duramente cuestionado por las ONG conservacionistas. A fin del año pasado, se aprobó una ley que tuvo una fuerte influencia de estas últimas: ya no se hablaba de un lugar sin animales, sino de conservar las especies en peligro y comenzar a trasladar a los animales a otros zoológicos. Las organizaciones animalistas cuestionaron ese proyecto, al que llamaron “Ecofraude”. Hoy la iniciativa del jefe de Gobierno recibe críticas de ambos lados. Mientras tanto, se espera que mejoren sensiblemente las condiciones de vida de los animales.
El macrismo tuvo la primera oportunidad para hacer este cambio en 2011, cuando se venció la concesión que venía del menemismo profundo. No obstante, en ese momento, Macri buscó renovar la concesión por otros 20 años. Mientras tanto, les otorgó a los privados un permiso precario para seguir explotando el zoológico. En el llamado a licitación que envió a la Legislatura, Macri consideraba que la función del Zoo era "la recreación y educación de sus visitantes". No había ni un atisbo del discurso que luego incorporaría su sucesor.

El entonces jefe de Gobierno no consiguió avanzar en la Legislatura con una concesión por 20 años, dado que existían informes de la Defensoría del Pueblo y de la Auditoría General de la Ciudad que eran muy críticos del concesionario. En un trabajo de 2008, la Auditoría indicaba que se habían perdido entre 1990 y 2008 el 55 por ciento de las aves y el 23 por ciento de los mamíferos. Eran más de cien especies perdidas por la concesionaria privada.

Al no conseguir los votos, Macri optó en 2012 por hacer una concesión por cinco años, lo que le permitía eludir a la Legislatura. El método elegido fue, al menos, llamativo: una subasta al mejor postor, que se hizo con martillero y toda la pompa en el Banco Ciudad el 20 de octubre de 2012. El remate lo ganó la que era la concesionaria, Jardin Zoologico de Buenos Aires S.A. Ofertó un canon  de 1.010.000 pesos, que luego dejó de pagar.

Después se sucedieron una serie de eventos desafortunados: murió el oso polar Winner en navidad (según la concesionaria, por la combinación de calor extremo y fuegos artificiales, aunque nunca quedó del todo claro). Poco después, renunció el director del Zoo Claudio Bertonatti, quien pegó el portazo con el argumento de que no le daban los fondos para llevar adelante la restauración que habían prometido al Gobierno porteño. En 2014, la jirafa Lara fue enviada a Rio Negro. Por las malas condiciones del traslado, murió al llegar. Le siguieron unos lobos marinos. La protesta de las organizaciones que defienden los derechos de los animales fue in crescendo, y se organizaron en 2012 en una ONG llamada Sin Zoo.

Terminó el segundo mandato de Macri sin que los escuchara y en junio de 2016, Larreta pareció recoger el guante. Anunció que daba por finalizada la concesión y pasaba a planta del Estado a los 180 trabajadores. Pese a que el concesionario había incumplido las inversiones y había dejado de pagar el canon, no fue multado.

Es importante recordar cuales fueron las palabras de Larreta y del ministro de Modernización, Andrés Freire, cuando anunciaron la creación del Ecoparque: "El predio se transformará en un lugar de recreación para los chicos, en el que van a poder aprender de forma interactiva, sin que haya animales en cautiverio”, sostuvo el jefe de Gobierno.  “Además, habrá un lugar para rehabilitación y liberación de animales en tránsito: heridos o recuperados del tráfico ilegal. Vamos a tratar de trasladar a cada especie, y eso requiere que estudiemos caso por caso. La transformación va a ser un proceso que va a llevar tiempo, pero creemos que es el momento de hacerlo", aseguró a 141 años de la creación de Zoológico. Recordó que cuando fue creado, esa era una zona rural y periférica de Buenos Aires. “Ahora basta hacer un minuto de silencio para escuchar a los cientos de autos y colectivos que pasan. Hay un nivel de polución altísimo y éste ya no es un espacio adecuado para los animales”, advirtió. Se habló, en ese momento, de trasladar animales a santuarios en Camboya, Africa o India. "Los animales pagan un costo muy alto para educar a nuestro hijos. Debíamos innovar en un predio que parece del siglo XIX", coincidió Freire.

Como siempre con el macrismo, había un rumor de que se buscaba generar un proyecto de especulación inmobiliaria. El abogado de la orangutana Sandra –un caso testigo previo al Ecoparque- Andrés Gil Dominguez, las llamaba irónicamente “las Ecotorres”. Ante una consulta el día de aquel anuncio, Larreta dijo: "No hay ninguna posibilidad de que se genere un proyecto inmobiliario".

Entre junio y diciembre del año pasado, Larreta sufrió las críticas de las ONG conservacionistas, que planteaban que el Zoo no debía dejar de existir, sino dedicarse al cuidado en cautiverio de las especies. Una coalición de ONG, que incluye a la Fundación Vida Silvestre, Aves Argentinas, Félix Azara,  Temaiken, la Sociedad de Medicina Veterinaria, el Consejo Profesional de Médicos Veterinarios, entre otros, cuestiónó el proyecto. Reapareció el ex director del Zoo, Bertonatti, para decir que se trataba de un “ecodisparate, con un nombre más acorde a la gestión de residuos que a la conservación de la fauna”. Citaron un informe de la Organización Mundial de Conservación (WWF) en el que sostenían que desapareció el 58 por ciento de las especies de fauna a nivel global en los últimos 40 años. Estas organizaciones, a diferencia de las animalistas, buscaban que se siga teniendo animales en cautiverio, con la idea de preservar especies en peligro de extinción y no de meramente exhibirlos.
El proyecto que finalmente fue aprobado en la Legislatura viró de las promesas iniciales del jefe de Gobierno hacia este concepto. La ley pasó por reuniones de comisión muy concurridas y con muchos abucheos hacia los legisladores que impulsaron una iniciativa conjunta con la del Gobierno, en particular el radical Hernán Rossi y el de Confianza Pública Marcelo Depietro. En la vereda de enfrente, se paró Adrián Camps (PSA), que defendía las posiciones de los de Sin Zoo. “El Ecoparque es un claro ejemplo de cómo muy buenas ideas pueden terminar fracasando si no son llevadas adelante trabajando los consensos. Se establecía la aspiración máxima de que la Ciudad no tuviera zoológico y que evolucionara hacia un parque de concientización ambiental, donde no se exhibieran animales. Lo que la ley terminó haciendo es un primer paso. Queremos ser muy vigilantes de que el Ejecutivo lo haga”, indicó Rossi.

El 7 de diciembre del año pasado se votó la ley del Ecoparque: obtuvo 38 votos positivos, 8 negativos y 11 abstenciones. La nueva idea era exhibir animales en forma acotada, dar lugar a proyectos de conservación de la fauna y de educación ambiental. Se creó una comisión de seguimiento legislativo y se habló de un traslado paulatino de animales a otras instituciones.

En la remodelación del Zoo, este año Larreta tiene previsto invertir un total de 500 millones de pesos. Para establecer algún parámetro de comparación, el Zoológico de Paris –de un tamaño similar al de Buenos Aires- requirió una inversión inicial de 800 millones de pesos, mientras que el de Leipzig, Alemania, insumió 2560 millones de pesos para su reconversión.
Parte del dinero se gastó en un concurso internacional organizado por el Ministerio de Modernización para el nuevo diseño del Ecoparque: los arquitectos ganadores recibieron 45 mil dólares, además de cuatro menciones de cinco mil dólares cada una.
Hoy el Ecoparque tiene 930 mamíferos, 456 aves y 114 reptiles y anfibios. En total, más de 1500 animales.  ¿Cuáles fueron los principales cambios hasta ahora? Los animales siguen estando exhibidos, excepto algunos como la orangutana Sandra o los chimpancés. Los visitantes ya no pueden alimentarlos. Se agregaron a los recintos (antes conocidos como jaulas) algunos elementos para enriquecer el ambiente y hacerlo más similar a su hábitat natural.

No obstante, mientras el Gobierno porteño hace algunas obras, el debate continúa. “El proyecto de transformación de lo que es el ex zoológico de la Ciudad de Buenos Aires a un futuro Ecoparque plantea sobre todo un cambio conceptual de lo que eran los zoológicos en el siglo XIX, que eran centros en donde se priorizaba una colección de animales exóticos, raros. Como para mostrar figuritas difíciles de animales. La idea es transformarlo a  un rol social nuevo, que tenga que ver con aportar a la conservación de la biodiversidad”, indica Rosario Espina, la titular de Biodiversidad del Ecoparque. “Sigue habiendo animales en cautiverio. Entramos con la idea de garantizar las condiciones de bienestar animal. Pueden ser: reacondicionar el recinto actual, relocalizar internamente en el parque o derivar”, indica Espina, quien advierte que uno de los problemas actuales del Ecoparque es la sobrepoblación. El titular de Biodiversidad señala que se apuntará a conservar aquellos animales autóctonos y no se priorizará que sigan los exóticos.

“Es un paradigma de otra época mantener animales encerrados solamente con el fin de exhibirlos, en un estado calamitoso como es el de este zoológico. El Gobierno tomó gran parte del discurso animalista, que está presentada en una ley de la Legislatura. En un principio, bien orientado. Hay que reconocerlo. Después, desgraciadamente eso se fue desvirtuando y terminó en un enfrentamiento con los sectores animalistas, que se sienten desfraudados. Tan es así que dicen que el Ecoparque es un Ecofraude”, advierte el legislador Adrián Camps.  “Cuando presenta el proyecto de ley, se plantea un nuevo zoológico con mejor bienestar animal. Bueno, nosotros no queremos un nuevo zoológico. Nosotros cuestionamos el concepto de zoológico. Ese es un punto de conflicto. El otro son los traslados. La ley autoriza a trasladar animales de este zoológico a otros zoológicos. Y todos los zoológicos de la argentina están en peor condición que este”, indicó Camps, que puso como ejemplo la reconversión del Zoológico de Rosario, donde murió el 80 por ciento de los animales.

Otro punto que cuestionó Camps fueron las liberaciones: “Se está haciendo mal. Acá se han trasladado coipos (mal llamados nutrias) y lagartos overos. Se los suelta en un área de reserva, algunos en Moreno en la reserva Los Robles. Otros en el delta del Paraná. No son animales que estén acostumbrados a proveerse su alimento. Hay denuncias de que en el caso de Los Robles, hay algunos que fueron cazados por pobladores que están pasando una situación difícil a nivel económico”, indicó. “No hay ningún tipo de seguimiento, no están anillados. Se pueden morir todos y nadie se entera de lo que pasó”, graficó.
Espina respondió que los animales que no están en recintos no están microchipeados, pero sobre todo destacó que las liberaciones estuvieron a cargo de la Dirección de Fauna Silvestre nacional, no del Ecoparque. No obstante, en su discurso inaugural en la Legislatura, Larreta afirmó: "El año pasado derivamos y liberamos 338 animale."Hasta ahora, además de los coipos y los lagartos, trasladaron cuatro lechuzones a la Reserva, a chimangos, teos y coatíes a un refugio en Misiones y Larreta anunció el traslado de un Guacamayo de Lea a un centro de recuperación en Minas Gerais.

Los traslados son otro punto de polémica. La Fundación Temaiken ya anunció que no recibirá ninguno, porque tienen el parque completo. “¿Dónde lo van a mandar? Temaiken no va a recibir. El de Córdoba tiene 21 denuncias por maltrato animal. El de Mendoza se está transformando de verdad. No como el Ecofraude, de verdad. Los otros zoológicos no están en condiciones. Son tétricos. Las tres elefantas podrían ser enviadas a un santuario del matto grosso brasileño. Allí se están enviando los de Mendoza y una de Chile”, advirtió Malala Fontán, de la ONG Sin Zoo.  “No puede haber derivaciones de animales exóticos a otras instituciones que no estén inscriptas como zoológicos. No existen santuarios en la Argentina, no existen reservas que puedan recibir animales”, indicó Espina, quien advirtió que solo un pequeño número de animales puede ser liberado. “Más del 90 por ciento van a ser derivados, si eso mejora sus condiciones”, indicó.

“El proyecto de ley que publica el Gobierno decía que iban a ir retirando paulatinamente a los animales de la exhibición. El que finalmente firman no tenía nada que ver con ese proyecto. Los 1500 animales van a seguir siendo exhibidos y/o van a ser llevados a otros zoológicos. Y permite la reproducción para proyectos para conservación. No aclara si son animales autóctonos, cuya vida está en peligro, o exóticos”, indicó Fontán, de Sin Zoo.

Desde el conservacionismo, la presidenta de la  Fundación Vida Silvestre, Marina Harteneck, también planteó algunos reparos a la situación actual: “La Ciudad, al recuperar el zoológico, se encontró con una situación muy compleja y con una sociedad que estaba reclamando que los animales tengan un mayor bienestar. El proceso de transformación pedimos que se haga desde el conocimiento técnico. Lo que ha sucedido hasta ahora es que quedó bajo la esfera del Ministerio de Modernización, que no es el área más específica. La toma de decisiones fueron un poco errántica”, indicó. “Con las liberaciones, lo que estamos viendo es que las decisiones las toma gente que no sabe el tema. Cuando las tomas solo con el corazón, podés meter la pata. La buena intención de soltar puede traer un desastre en el ámbito natural. Debe estar bien monitoreada la cuestión sanitaria”, indicó Harteneck. “El proyecto de transformación es una deuda pendiente de la Argentina con todos los zoológicos. Nos quedamos parados en el tiempo. En el caso de Buenos Aires el hecho de haberlo concesionado y que el concesionario lo viera solo como un negocio hizo que el zoológico se deteriorara y pasara de moda. Lo que fue pasando en el mundo es que los zoológicos, que eran una colección de animales para exhibirlos, se fueron convirtiendo en proyectos de conservación de animales que tenían problemas en su lugar de origen”, advirtió.

Entre mantener animales exhibidos, buscar conservar las especies en peligro de extinción e ir hacia un nuevo paradigma sin animales cautivos, las distintas posiciones siguen en juego. Lo que está claro es que el Zoológico, tal y como existió alguna vez, ya no volverá. Por suerte.

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