COMUNA 6

Homenajearon a las víctimas del taller textil de Caballito que se incendió en 2006

Con el objetivo de renovar el reclamo de “expropiación y patrimonialización” del predio como espacio de memoria, sobrevivientes y familiares de los fallecidos por el incendio en el taller del barrio de Caballito recordaron los 17 años del hecho.


Sobrevivientes y familiares de la víctimas del incendio ocurrido en 2006 en un taller textil clandestino del barrio de Caballito, donde murieron seis personas, en su mayoría niños de nacionalidad boliviana, realizaron ayer jueves un “festival de la resistencia” para renovar el reclamo de “expropiación y patrimonialización” del predio como espacio de memoria.
 

Al cumplirse 17 años del incendio, la Comisión por la Memoria y Justicia de los Obreros Textiles de Luis Viale, realizó un festival de la resistencia que duró desde el mediodía hasta la noche, donde distintos artistas y grupos musicales recordaron a las seis personas fallecidas el 30 de marzo de 2006.
 
“Hace 17 años que hay impunidad”, dijo a Télam, Lourdes Hidalgo, sobreviviente del incendio. “La justicia condenó en 2016 a los capataces Luis Ciliarico y Juan Manuel Correa, quienes hoy en día gozan de libertad, y en 2019 sobreseyó a los dueños del taller, Jaime Geyler y Daniel Fischberg y les devolvió la llave”.
 
“Nos han discriminado por ser trabajadores migrantes, por ser quechuas y aymaras. Pese a esto, nosotros seguimos en pie, exigiendo que este lugar se convierta en un espacio de memoria para concientizar y recordar que aquí murieron seis personas por causa de la explotación laboral”, agregó.
 
Hidalgo, que hoy tiene 56 años, contó que el incendio le provocó varios problemas de salud. Cuando entró a socorrer a uno de los niños, un televisor prendido fuego se le cayó encima y quemó parte de su cuerpo. “No nos vamos a callar. Seguimos exigiendo justicia y memoria. Porque las muertes de los trabajadores migrantes en lo textil, son invisibilizadas o presentadas como aisladas, cuando en realidad las causas se deben a las condiciones de explotación laboral y a la trata laboral de mano de obra barata. Nosotros queremos trabajo digno”, enfatizó la sobreviviente.
 
También estuvo presente Luis Fernando Rodríguez, papá de Harry Rodríguez, de 3 años, quien falleció en el incendio. “Todos los 30 de marzo vengo hasta Luis Viale 1269, porque es una herida que nunca sana”. “Mi esposa y yo trabajábamos y vivíamos en el taller con nuestros dos hijos Kevin y Harry. Las condiciones eran muy lamentables. Nos trajeron engañados y nos encerraron. Tuvimos que pelear mucho para que nos dejaran anotar a los niños en la salita de 3 y 4 años que quedaba a la vuelta. Nunca viví algo similar. Hemos llegado a vivir 76 personas en este lugar, con un solo baño, sin agua caliente y sin ducha. Se vivía muy inhumanamente y este incendio era evitable”, sostuvo Rodríguez.
 
Sobre la calle Luis Viale 1269, la comisión colgó camisetas blancas con los nombres y edades de las víctimas impresos en ellas. Rodrigo Caravajal (4 años), Harry Rodríguez (3 años), Elías Caravajal (10 años), Juana Vilca (25 años, embarazada de 5 meses), Luis Quispe (4 años) y Wlilfredo Quispe (15 años). Además, montaron una exposición de fotografías para mostrar las malas condiciones en las que tenían que vivir y trabajar 65 personas.
 
De lado a lado, unas 50 personas ocupaban las sillas dispuestas para escuchar a las y los músicos, y ver los números de danza que fueron presentándose a lo largo de la jornada. Es el caso de Fernanda Ortega Viila, boliviana e intérprete del Canto Indoamericano, quien compartió algunas coplas de Tarija, su pueblo natal, como también “Arriba quemando el sol”, un waino peruano de Violeta Parra.
 
Le siguieron los grupos de Sikuris: Sayani, la rapera mapuche, “Hurraca negra”, Chicxdrama, Marabunta troupe, Grupo Tawa Ñan y las guitarras de Lola Benz, Luciana Gómez, Abelardo Martin y Víctor Mayta. Por último, dos bailarinas de origen guaraní-aymara, representaron una canción escrita por la boliviana Lusmila Carpio: “Tusichinapac Phatitan”, dedicada a las “wawas”, como nombran a los bebés las lenguas quechua y aymara.
 
Tatiana Quispe contó a Télam que “en homenaje a los niños que murieron en el incendio y de Juana Vilca, que estaba embarazada de cinco meses, danzamos esta canción”. “Nos atraviesa mucho todavía hoy, porque nuestra comunidad sigue trabajando en negro, en condiciones muy precarias en talleres textiles clandestinos a los que tienen que llevar a sus hijos a cuesta durante 12 horas. Entonces, queremos expresar un basta a este estado colonial-racista que también se lleva la vida de nuestras niñeces”, concluyó.


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