OPINIÓN

Una denuncia grave contra una directora de escuela (y una respuesta institucional aún peor)

Denunciaron violencia física contra una directora de una escuela en la Villa 31 y Soledad Acuña no tuvo mejor idea que respaldarla. Por Werner Pertot

La comunidad de la escuela Banderita viene haciendo una denuncia grave contra su directora, Monica Casalini. Las denuncias no son solo a través de algunos medios –salieron notas en Página/12 y Tiempo Argentino, el resto parecen mirar para el costado- sino que se hicieron ante la comisaría del barrio. Es que se la acusa de maltratar y golpear a niños y niñas de la escuela, de promover su internación o amenazar con hacerlos internar. También hay voces que hablan de maltratos a las maestras. Casalini demostró tener el apoyo de la ministra de Educación, Soledad Acuña, la de las frases célebres, que no tomó ni la más elemental medida de separar a la funcionaria mientras se investigan los hechos. ¿A quién van a recurrir los padres y madres si las autoridades tienen semejante respuesta a sus denuncias?

No solo hubo denuncias, llegó a haber una marcha realizada por madres, padres y docentes frente a la escuela pidiendo su separación del cargo.

Según una nota de Página/12, los hechos denunciados son:

-Los golpes recibidos por un niño de 10 años, a quien vieron salir con el labio sangrando de la escuela. El 23 de junio mientras preparaban el acto del Día de la Bandera, diversos testigos vieron como Casalini zamarreó a un alumno dándole la cabeza contra la pared y luego como amenazó y sacudió del hombro a este chico de 10 años.

-Existe un hecho previo: ese mismo niño fue amenazado junto a su hermana, también alumna de la escuela, por Casalini. Le dijo que iba a inventar que su mamá "era fiestera y no lo cuidaba si el contaba lo que pasó esa tarde” (los golpes). También dijo que iba a llamar al SAME para que se lo llevaran porque es “un nene loquito”. Según relatan, la vicedirectora intervino cuando ya la directora se disponía a pegarles. La vicedirectora ya no forma parte de las autoridades de la escuela.

-Después de las amenazas y los golpes, el chico no quiso volver a su casa por miedo y la familia tuvo que buscarlo por el barrio durante todo un día. Cuando se enteraron del motivo por el que no quería volver a su hogar, hicieron la denuncia en la comisaría, y ahí le dijeron que Casalini ya tenía otras denuncias previas.

-En otro artículo en Tiempo Argentino, se ve que la idea de separar a los niños de sus familias o de amenazar con hacerlo no es nuevo en esta directora. “Cuando Casalini dice que va a internar a un estudiante lo cumple”, le una maestra de La Banderita al periodista Martín Suárez (los testimonios anónimos son la marca en las distintas notas del miedo que existe a la directora, a la que le dicen a sus espaldas “La Tronchatoros”, por el personaje de Matilda).

-El articulo de tiempo recoge la denuncia de Noemí Medina, quien cuenta que Casalini logró internar a sus dos nietos, de 8 y 7 años. “Los fui a buscar a la escuela como todos los días y no salieron, los esperé como 20 minutos en la puerta y luego entré”, dijo. Nadie le quería decir donde estaban, por lo que terminó en la dirección. “Pregunto por Facundo y Zoe y alguien me dice que estaban encerrados en un aula. La veo a la directora y le pregunto por qué, y me dice que los chicos estaban sucios y que los iba a internar. Es mentira, los envío todos los días bañados y con el guardapolvo blanco. Después la directora me dijo que los interna en el correccional porque se portaban mal”, relató Medina. Los chicos estuvieron dos semanas alojados en el Centro de Atención Transitoria N° 2 de Chacarita. Luego de varios trámites, volvieron con su abuela, quien tiene previsto hacer la denuncia penal correspondiente.

La escuela tiene una población de clase baja y que vive en la villa, por lo que la vulneración es doble: se ataca a personas que ya sufren postergaciones. Además, las maestras suman testimonios del trato despectivo de la directora hacia los niños pobres, con frases como: ‘Mirá, se lleva la leche a casa pero tiene zapatillas nuevas’ o ‘estos planeros de mierda ignorantes’”. O cuando habló con un padre cuya lengua materna es aymará, dijo: “Este habla peor que el hijo”.

A las situaciones con alumnos, se suma otras con las docentes, a quienes –según cuentan- Casalini llama con un silbato. “La señora se enoja si la miras a los ojos cuando te reta. Hay que agachar la cabeza y agarrarse las manos adelante. Yo no sabía porque era nueva y ella me gritaba '¿Por qué me desafías?'. Mi compañera me codeaba y me decía que me agache", recordó una ex-docente del colegio en la nota de Página/12.

Casalini llego hace escuela durante la pandemia por la ministra de Educación, quien suele visitar la escuela. Lo hizo después de las denuncias para sacarse una foto con la directora. En la web oficial del Gobierno de la Ciudad la rectora es destacada como una “mujer que inspira” y que a “su compromiso pedagógico también le suma la contención social”.

Acuña ya dejó en claro que respalda a Casalini. ¿Larreta también está de acuerdo? Sería bueno que lo dijera públicamente.

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