CULTURA

“Gauchito” el nuevo libro de Matías Segreti

A un mes de su lanzamiento ya se agotó la primera edición, va por la segunda y a punto de reimprimir otra tanda. La edita el Grupo Criolla y se vende (por el momento) solo por redes sociales. Comentada por Gonzalo Unamuno y recomendada por Malena Pichot y Tomás Rebord.


En una charla exclusiva con Matías Segreti, hablamos sobre los santos populares, la relación entre ficción y realidad y sobre cómo opera la historia del Gaucho en el presente.
 
¿Cómo se te ocurrió escribir sobre el Gauchito Gil?
Viste que existe una especie de conjuro cuando se habla del tango, y ahora reversionado del peronismo. Una oración que funciona como presagio: “el tango siempre te espera”, como si estuviera vivo con los brazos abiertos hasta que decidas dar un paso y dejarte abrazar. Bueno, creo que lo que pasa con Antonio es lo mismo. El Gauchito está ahí, te ve pasar, se te hace presente, no pide mucho a cambio, y un día por intercesión de alguna persona, de algún acontecimiento comenzas una relación que es perdurable, una sintonía amistosa. Bueno, creo que no se me ocurrió escribir sobre el Gauchito, tengo la sensación de un mandato inexplicable, como cuando construís un vínculo lindo, con una pareja, algún amigue y lo querés compartir, bueno, es por ahí, la construcción de un vínculo con él, con su historia, que es de alguna manera, la historia del pueblo argentino criollo y retobado. “Gauchito” es una novela, una ficción sobre la historia de Antonio Gil. Muchas veces me preguntan si es verdad lo que cuento en el libro y siempre respondo lo mismo: no lo sé, no me toca decir eso.
 
Pero vos lo escribiste
Sí, pero quiero señalar una cosa de estos tiempos, nada original: la frontera entre ficción y realidad es más permeable que nunca. Venimos de un año en el que estuvimos encerrados, con pedazos de tela en nuestras bocas, aplaudiendo en una especie de rito ancestral con un horario estricto para que espiritualmente los trabajadores de la salud se reconforten ¿todo lo que pasó fue cierto? Hoy que está documentado podemos sostener que sí. Pero hace veinte años nos parecía imposible este escenario y quizás dentro de doscientos ni siquiera se tenga en cuenta como un acontecimiento de la humanidad o haya dudas al respecto. Me encanta pensar así, por ejemplo la apertura del Mar Rojo con Moisés y los judíos escapando, o las siete plagas sobre el reino de Egipto, ¿fueron ciertas? Seguro hay gente que cree que sí. No quiero arrojarme al derecho de negar una posibilidad.
 
Volviendo al Gauchito Gil, ¿por qué decís que es un retobado? ¿Cuál es la historia de este santo popular?
Antonio es una síntesis del sujeto desplazado, del obligado a cumplir con determinadas convenciones y acciones de un Estado que lo necesitaba y al mismo tiempo lo detestaba, como por ejemplo participar de la guerra contra los hermanos del Paraguay. De levantar las armas contra los indios, e innumerables tragedias silenciadas de nuestros siglo XIX. Finalmente, este hombre, como tantos otros, incluso retratados en la literatura argentina como el Martín Fierro, deserta del ejército y se convierte en un bandido. Creo que acá es dónde radica su importancia, la dimensión colectiva que lo hace distinto: el ama a su pueblo y su comunidad lo cuida. En la vida de Antonio y de otros menos conocidos, (podemos hablar del Frente Vital, pibe chorro de los 90/2000, historia que trae Cristian Alarcón), se construye una fidelidad y una empatía entre el bandido y su comunidad. Una idea que es interesante, en tanto el delito no es considerado “tan ilegal”, ya que hay algo de reparación, se reparte el botín y se le quita a los poderosos algo de lo que antes ellos les quitaron a los pobres.
 
Entonces el Gauchito vendría a ser como un Robin Hood
Y... qué se yo. Imagínatelo, un hombre medio petiso, correntino, marrón, criollo, que le gustaba la caña, el vino, también la soledad y el anonimato, como a cualquier otro hombre de pueblo, que además manejaba bien el cuchillo, para dar muerte o para faenar ganado, que andaba entre prostitutas y las respetaba, que cambiaba de identidad para que no lo encuentren, perseguido por el ejército, compañero de los indios. A mi mucho no me cierra que sea algo parecido a un Sir inglés devenido en justiciero. Más bien se parece a un pibito de barrio, esos bien polenta, que adora a su gente y su gente lo cuida. Hoy probablemente estaría preso, muerto o en los bordes de algún precipicio.
 
Decís que hay variables que se repiten en la historia y que incluso llegan hasta la actualidad
Sí, claro. En la historia del Gauchito se ve también la historia del sistema represivo estatal. No había gatillo fácil, pero podríamos decir que existía el cuchillo ligero. A él lo tenían que juzgar en Goya, lo agarran en Mercedes, y a medio camino lo asesinan. Después la versión de la partida de los oficiales fue, “hubo un enfrentamiento”. Parece joda, pero en dos siglos de Estado Nacional, las fuerzas de seguridad dicen siempre lo mismo. A Luciano Arruga el Estado lo obliga a delinquir, cuando no le sirve más o cuando no rinde lo esperable, lo liquida, es lo mismo. El Gauchito tuvo suerte y creo que en ese azar se encuentra algo de lo divino, como si fuera amigo de la muerte y ésta le hubiera regalado un par de vidas.
 
¿Por qué pensas que los santos populares tienen tanta fuerza?
Te hago yo una pregunta ¿qué te pasa cuando una persona enamorada de Maradona te habla de él? Hay una fricción espiritual, se intranquiliza la sangre, algo te rodea y te distorsiona. Te digo el Diego y una catarata de recuerdos te envuelve, como si lo hubieras conocido personalmente, como si reconocieras su olor, esa fragancia que solo podemos detectar en las casas de nuestros viejos o en el rostro de nuestros hijos. Te digo Gilda y en seguida se prende el ritmo de alguno de tus músculos, vibra sin explicación. ¿Por qué pienso que tienen fuerza? Justamente por eso, porque son inexplicables, porque rompen con lo canónico, eluden la solemnidad, lo arcano de las instituciones, porque permiten juramentos privados y ritos personales. Porque se arman relaciones heterogéneas con los santos populares. Gabriela Saidón dice que en donde Estados Unidos se construyen superhéroes, en Argentina hacemos parir santos populares, y es cierto. En Argentina no se pide permiso para santificar a alguien, se hace y punto.
 
¿Qué esperas que suceda con esta novela?
Por lo general, las y los escritores construimos una idea del lector/a que queremos y por qué no, que deseamos. Digo por lo general, a veces esto no sucede, pero se suele pecar en la fantasía de un perfil de público. Mi idea con la novela es ésta, yo quiero que haya un Gauchito en cada casa, que se lea en las escuelas y que sirva, si es incluso necesario, para prender un fueguito para el asado.


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