OPINIÓN

Una nueva oportunidad para la Región Metropolitana de Buenos Aires

El desafío aún es mayúsculo, pero ha sido justamente la capacidad de diálogo interinstitucional e interpartidario el que permitió avanzar los primeros pasos en el cuidado de la población durante la pandemia.

Matías Barroetaveña


La pandemia del COVID-19 requiere de una serie de medidas de organización y de cooperación de tal magnitud que el rol del Estado cobra una vigencia que ya nadie pone en duda. Debates acerca de su tamaño y sus funciones dejan lugar al análisis de la situación y las propuestas de acciones o políticas.

En la Argentina, las centralidad de la política se observa en cada decisión. Lo colectivo aparece nuevamente y junto a ello, la prevención, el respeto y la solidaridad necesitan imperiosamente imponerse ante la incertidumbre, el oportunismo y el abandono.

A nivel de las políticas públicas ha sido notable la búsqueda de coordinación entre los distintos niveles de gobierno. En particular, en el territorio que hoy es epicentro en nuestro país de las mayores preocupaciones: la Región Metropolitana de Buenos Aires. Así, Nación, Provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires y los 24 Municipios que componen el Gran Buenos Aires multiplicaron sus vínculos en cuanto a información, coordinación y acuerdos de cara al sostenimiento del Aislamiento Preventivo y la atención sanitaria.

El desafío aún es mayúsculo, pero ha sido justamente la capacidad de diálogo interinstitucional e interpartidario el que permitió avanzar los primeros pasos en el cuidado de la población durante la pandemia.

Esta enorme crisis, este enorme peligro en ciernes, significa también una gran oportunidad para la Región Metropolitana. Como lo han definido en las últimas décadas numerosos estudios y numerosos discursos, las principales problemáticas de este territorio sólo podrán ser encaradas con algún grado de efectividad si son pensadas, diseñadas, ejecutadas y evaluadas con una lógica de conjunto, a uno y otro lado de la General Paz, interconectando unos y otros niveles de gobierno.

Esto requiere tomar la cuestión como un problema de índole netamente política y no sólo “técnico”. El punto de vista tecnocrático no ha permitido avanzar demasiado en la coordinación concreta. Tampoco el punto de vista excesivamente partidario o partidista. Por ello, este enorme peligro en ciernes también es una gran oportunidad.

La pandemia sólo podrá ser atacada desde una lógica que atraviese las particularidades. Los ejemplos abundan: el presupuesto por habitante de la Ciudad de Buenos Aires le permitiría acaparar recursos financieros, sanitarios y humanos contra la pandemia, dejando sin respuesta al Gran Buenos Aires. Pero esa situación no le permitiría tampoco estar “a salvo” con un conurbano entrando en una crisis profunda. Se trata de planificar y coordinar esfuerzos. Esto lo han comprendido todos los actores, sentándose a la mesa abierta por el Gobierno nacional.

Este ejemplo podría ser el punto de inicio de mayores niveles de coordinación y acuerdo en cuestiones como la Seguridad ciudadana, el Transporte, la cuestión de los residuos, la problemática habitacional y tantos otros.

Las políticas de emergencia dan cuenta de un estado de situación social, de una temporalidad reducida. La salida de esta situación nos encontrará, inevitablemente, en un escenario distinto al que teníamos allá por diciembre. Se repensarán el rol del Estado, los sistemas de salud, las formas de producir. Desde nuestro lugar en el mundo, sería deseable que pasáramos del pensamiento a los hechos en mejores y más eficaces formas de gobernanza que permitan dar más y mejores soluciones, más allá de la emergencia a más de 13 millones de argentinas y argentinos.

* Matías Barroetaveña es director del Centro de Estudios Metropolitanos y legislador de la Ciudad por el Frente de Todos.

COMENTARIOS