ENTREVISTA

“El macrismo en la Ciudad tuvo etapas, primero entregó el Estado a las empresas y después Larreta fue por los terrenos públicos”

Comunera de Unidad Ciudadana desde 2011, Julieta Costa Diaz analizó las prácticas sistemáticas que definen a la gestión macrista en la Ciudad: tercerizaciones, negociados inmobiliarios, favores para empresas amigas y remate de terrenos públicos al por mayor. Con el Boletín Oficial como fuente principal, este viernes presenta el libro Ensayo general para la farsa actual.



por Luciana Rosende

En 2011, con Mauricio Macri al frente, el Gobierno de la Ciudad desalojó un predio de Figueroa Alcorta 7350 –en Belgrano- que pertenecía al Estado porteño y era usufructuado desde hacía un cuarto de siglo por el Club Obras Sanitarias. Debía construir allí un espacio verde, pero se lo dio en concesión a la Asociación Argentina de Tenis, cuyo presidente era testigo de casamiento de Macri. El caso fue uno de los primeros que llamó la atención de la comunera Julieta Costa Diaz, electa por primera vez ese año en la Comuna 13 (Belgrano, Núñez y Colegiales). Desde entonces, la referente de Unidad Ciudadana buceó en el Boletín Oficial y en expedientes y detectó prácticas sistemáticas que incluyen tercerización, contrataciones directas y licitaciones privadas por doquier, favoritismo con empresas amigas y negociados inmobiliarios como prioridad de la gestión del macrismo en la Ciudad, tanto con Macri como con Horacio Rodríguez Larreta. Así lo cuenta en Ensayo general para la farsa actual, libro que se presenta este viernes en el Instituto Patria (a las 18 en Rodríguez Peña 80).

Con el objetivo de “correr el velo informativo”, Costa Diaz repasa las denuncias más escandalosas que registró la gestión macrista en CABA, pero aclara que “no es un libro sobre el pasado” sino que ayuda a analizar el devenir de la gestión en territorio porteño y al gobierno macrista a nivel nacional. “La patria contratista de los ‘90 se hizo cargo de la Ciudad de Buenos Aires en 2007”, define, en diálogo con Nueva Ciudad. Y remarca que desde que asumieron los gobiernos porteños macristas atravesaron etapas: primero la entrega del Estado a las empresas vía tercerización, luego el remate de todo terreno público posible con fines recaudatorios y para favorecer negociados inmobiliarios, algo que se intensificó con el larretismo en el último año.

“Los ministros y funcionarios de gobierno terminan siendo gerentes de compras”, señala Costa Diaz. Y, en relación a una de las obras emblema que el GCBA difunde a los cuatro vientos por estos días, señala: “Son muy rápidos para pasar un tren por arriba en el norte de la ciudad, donde sacan la mayor cantidad de votos, pero no para construir escuelas”.

Desde que asumiste como comunera, ¿qué prácticas de la gestión macrista comenzaron a llamarte la atención y se convirtieron en puntapié del libro?
Cuando nos tocó ocupar el lugar en la Comuna empezamos a leer el Boletín Oficial y a aprender cómo era gestionar el Estado, y ahí empezamos a encontrar cosas que daban cuenta de un modelo de gestión que tienen a la hora de encarar contrataciones, de tomar decisiones adentro del Estado. También había cosas que veíamos en el barrio y decíamos ‘¿y esto?’. Por ejemplo unos terrenos en la calle Figueroa Alcorta. Primero los vecinos avisaron que los terrenos estaban siendo ocupados por canchas de tenis. Cuando te empezás a meter y a ver cómo es historia, era un terreno del que el GCBA había querido sacar al club Obras, lo llevó a la Justicia para sacárselo, la Justicia dijo ‘sí, es de la CABA’, y después te encontrás con actas de acuerdo que firmaban los escribanos de la ciudad con el testigo de casamiento de Macri y le cedía el terreno para que ponga canchas de tenis ahí. Esa fue una de las primeras cosas que nos dimos cuenta.

Uno de los ‘protagonistas’ del libro es Eduardo Macchiavelli –ministro de Espacio Público-, ¿por qué?
Con el tema de las contrataciones directas y cómo llegamos a encontrar que habían modificado por decreto los topes para la contratación directa y la licitación privada: fue mirando la gestión de Macchiavelli. Él nos tenía que pasar las competencias a las comunas y no lo hacía. Fuimos a buscar los actos administrativos que sacó, para ver qué estaba haciendo, y ahí nos dimos cuenta que de todas las licitaciones que hace la mayoría son privadas o por contratación directa. ¿Qué le permite hacer esto si cuando vas a la Ley de Compras la regla general es que lo tenés que hacer con licitación pública? Ahí encontramos un decreto de Macri que daba pie a que puedan contratar de manera directa o con licitación privada. Nosotros decíamos que Macchiavelli estaba puesto en un lugar estratégico porque con la excusa de las comunas podía hacer obras en distintos barrios y las sacaba del ojo de los ministerios que eran en verdad los que tenían que hacer las obras. Macchiavelli hasta puso en valor salas de espera de hospitales. ¿Por qué un secretario de Gestión Pública hace eso y no lo encara el Ministerio de Salud? Eso tenía que ver con sacarlas del ojo de lo que más se mira y meterlas dentro de una caja negra, sin control.

Además de la contratación directa, ¿qué otras herramientas encontraste sistemáticamente en la gestión porteña?
Las tercerizaciones. Una de las cosas que nos pasaba en la comuna es que la mayoría de los servicios que prestaba el Estado estaban en manos de empresas. Una hacía el mantenimiento de los espacios verdes, otra hacía las veredas… o la misma, porque por ejemplo en la Comuna 13 Mantelectric gobierna directamente. Cuando llegaron al gobierno, en ese momento cada Centro de Gestión y Participación Comunal contaba con cuadrillas que hacían mantenimiento urbano menor de veredas, corte de raíces, etc. A todos esos trabajadores y trabajadoras los echaron y contrataron a empresas que hacen esas tareas. Cuando llegó el macrismo a la Ciudad, a los CGP los fue desarmando y en vez de seguir con una política en la que todo iba camino a una verdadera descentralización, con gobiernos comunales, los fueron desarmando de a poco y vaciando.

Estas contrataciones y tercerizaciones, ¿implicaban además políticas de ‘amiguismo’?
En las tercerizaciones encontrábamos que los nombres de las empresas se repetían. Una sociedad anónima que después descubrimos que era de Nicolás Caputo, por ejemplo, tenía a cargo el mantenimiento de las veredas en una comuna, pasaba por el mantenimiento de infraestructura escolar en otra y la limpieza de las paradas del Metrobús. Abarcaba casi todo lo que hace el Estado. Nosotros decimos que los ministros y funcionarios de gobierno terminan siendo gerentes de compras, con alguna coordinación que a las claras te das cuenta que no es. Larreta creó la secretaría de vías peatonales, con Clara Muzzio a la cabeza, que tenía que coordinar el trabajo que se hace sobre las veredas de la Ciudad. Decían que ahora que estaban en Nación y Ciudad no iba a pasar más que empresas de servicios rompieran veredas, pero sigue pasando. La secretaría no cuenta con cuadrillas  y terceriza todos los servicios, la reparación de veredas, y lo que tendría que coordinar con las empresas de servicios públicos no lo hace. Entonces es una estructura enorme, una subsecretaría, cuatro direcciones, que sólo se encargan de contratar empresas para que hagan los trabajos. Ni siquiera pueden llevar un control y tener un conocimiento del estado de las veredas en la Ciudad. De hecho contrataron a una consultora privada – McKinsey, de Lopetegui y Quintana- para que les dijera –después de años de gestión- cuál era el estado de las veredas, cómo el Estado debería gestionar las veredas. Era una consultora para que les dijera qué tenían que hacer.

¿Cómo analizás esto: búsqueda de negociados, concepción ideológica de qué debe hacer el Estado?
Las dos cosas. Un poco es que ellos vienen –los ministros, Macri- de vivir del Estado. De hacerse ricos en función de lo que hicieron –o lo que no- con el Estado. Las cloacas, por ejemplo. Y hacer negocios, porque están de los dos lados del mostrador. Es la patria contratista de los 90 que se hizo cargo de las Ciudad de Buenos Aires en 2007. Y como se controlan ellos, pasan cosas de correr al Estado de todo. Escriben cosas en pliegos que uno no lo puede creer. Por ejemplo, sobre la limpieza de las paradas del Metrobus: uno de los problemas que tenía era qué hacía con la basura que juntaba. La respuesta del GCBA fue que llamara a la empresa de la limpieza y se pusiera de acuerdo. Corridos totalmente: sólo contratan, después se corren. Y lo que termina pasando es que termina siendo todo muy cruel. Porque además de que ellos se benefician, lo hacen a costa de cosas como que se gastan 110 millones de pesos para publicitar escuelas que no hicieron. En el libro contamos que por ejemplo le sacaban plata que iba a Acumar para la urbanización de los barrios que están linderos al Riachuelo para hacer publicidad de Rock in Río, que ni siquiera se hizo. Se gastaron millones de pesos en publicitar un espacio donde iba a haber recitales y dejaste sin guita a personas que necesitaban una solución habitacional urgente. Son muy rápidos para pasar un tren por arriba en el norte de la ciudad, donde ellos sacan la mayor cantidad de votos, y no pudieron construir escuelas.

¿Creés que eso de a qué electorado apuntan explica estas prácticas?
No me resigno a pensar que el 70% que vota al PRO en Belgrano piensa que es más importante tener un tren que pase por arriba para que los autos puedan ir más rápido que todos los pibes puedan estudiar o que tengan derecho a que cuando van a la escuela no se les caiga un techo en la cabeza. Creo que eso pasa porque ponen mucha plata para que no se cuente.

Comparando las gestiones de Macri y Larreta en la Ciudad, ¿observás continuidad o profundización?
Larreta fue mucho más voraz en el avance. Con Larreta se profundizó en términos del avance de los terrenos en la ciudad. Creo que tuvieron varias etapas: tercerizaron, entregaron el Estado a las empresas para que presten los servicios que se podrían tranquilamente prestar desde el Estado, y en esta última etapa de Larreta fueron por los terrenos públicos. En la ciudad casi ya no van a quedar tierras públicas. Y es lo único que tiene la ciudad, y lo que puede condicionar a que en la ciudad puedan vivir todos es una política sobre esa tierra pública para la construcción de viviendas. Una ciudad que incluya. Si la das toda al mercado inmobiliario, en unos años no se va a poder vivir en la ciudad. Va a ser muy exclusiva, de los ricos. Creo que en ese sentido Larreta sobre todo en este último año y aprovechando la Legislatura con la Coalición Cívica de Carrió y los votos que dio en algún momento Lousteau, entregó todo. En la comuna 13 prácticamente no queda ningún terreno por entregar. En un año se vendieron hectáreas del Tiro Federal, del playón de Colegiales, la manzana de El Dorrego, ahora está por rematar las tierras que están donde estaba el centro de salud mental 1. Así, sin piedad lo hacen.  

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