PATRIMONIO

Restauran el Monumento de los Españoles en Palermo

Restauradores limpian la escultura y reacondicionarán también la fuente. Estará listo en un mes.


Varios años de exposición a las inclemencias del tiempo le quitaron el brillo al mármol con el que fue diseñado el popularmente llamado Monumento de los Españoles. Algunos nidos de palomas, pequeñas hierbas y la suciedad ambiental también hicieron mella en este imponente conjunto escultórico que está ubicado en el cruce de las avenidas Sarmiento y Del Libertador, en el barrio de Palermo.
 
El verdadero nombre es Monumento a la Carta Magna y las cuatro regiones argentinas. Para recobrar su belleza, empezó un detallado proceso de restauración que incluye su limpieza y la renovación de la fuente que lo rodea. Prevén que todo el trabajo esté listo a fines de junio o principios de julio.  
 
Se instalaron andamios y telas mediasombra que recubren esta obra de unos 25 metros de altura, lo primero que se hizo fue aplicar biocida sobre casi la totalidad de la piedra para que comenzara a hacer efecto. "Nos encontramos con mucha proliferación de yuyos y algas, que se abrieron paso entre los distintos bloques que conforman el monumento", cuenta a La Nación Jorge Grimaz, coordinador operativo de Monumentos y Obras de Arte (MOA), el organismo que se ocupa de la puesta en valor de los grupos escultóricos.
 
La existencia de esta vegetación escurridiza no solo perjudica la estética de este símbolo de unión entre los argentinos y los españoles, sino que las raíces pueden producir grietas en la piedra, explica Grimaz. La limpieza manual, en seco, empezó en la cima del monumento, donde se erige la estatua de la República (de entre cinco y seis metros de altura). Tres restauradores principales son los que están llevando adelante la tarea. La blancura del mármol de Carrara ya asoma, y contrasta con lo que aún no fue tratado.
 
"Es un trabajo arduo", dice a La Nación Gastón Souto, uno de los restauradores. "A veces, usamos bisturí para retirar restos biológicos", agrega Grimaz. El encargado prevé que el tiempo estimado para la limpieza será de un mes. Luego, se sumarán las tareas para el saneamiento de juntas y fisuras con una mezcla de cal y cemento que tendrá el mismo color que la piedra.
 
El paso del agua y la suciedad ambiental dejaron manchas ensombrecidas en el monumento. Una de las áreas más afectadas por esto es el costado que mira hacia Plaza Italia. Aparentemente por la forma de las figuras que dan hacia ese lado, gran parte del agua de lluvia escurre por ahí. Eso provocó una franja oscura que se alcanzaba a ver desde lejos. Para su limpieza, se colocan paños embebidos con agua y carbonato de amonio a los que se deja actuar algunas horas para luego volver a cepillarlo.
 
Al pie del monumento, cuatro imponentes figuras de bronce -que representan a las regiones de Los Andes, El Río de la Plata, La Pampa y el Chaco- acompañan el conjunto. En su caso, y por tratarse de un material más resistente, la idea es limpiarlas mediante el sistema de hidrolavado o vapor saturado según la complejidad de la suciedad (en las partes donde hay contacto con el agua de la fuente hay restos de sarro acumulado).
 
Grimaz consideró que el monumento se encuentra en buen estado: "Estamos haciendo un trabajo de preservación después de 20 años que no se hacía". Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público indicaron que también se está interviniendo la cabina de la fuente para retirar las bombas de la batea y construir una sala de máquinas de mayor seguridad. Además, se realizará la reposición de equipos y se colocarán artefactos de iluminación y nuevos picos para mejorar los efectos del agua. En total, el costo de los trabajos será de dos millones de pesos.
 

El monumento fue donado por la colectividad española en 1910 por el centenario de la Revolución de Mayo. El autor de la obra es el español Agustín Querol. Su muerte en 1909 puso en pausa el proyecto y solo llegó a realizar los bocetos del diseño. En ese momento, otro español, Cipriano Folgueras Doiztúa, continuó con el proyecto, pero su muerte en 1911 llevó a que Antonio Moliné lo finalizara en 1927, cuando quedó inaugurado.


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