PATRIMONIO

Los palacios Bosch y Alvear fueron declarados monumentos históricos

Son las sedes diplomáticas de los Estados Unidos e Italia. Sus fachadas y jardines marcan una época en la historia arquitectónica de la Ciudad.


Con su centenario, le llegó también el título de Monumento Histórico Nacional. El Palacio Bosch ingresó al selecto grupo de edificios y sitios que se destacan por su valor histórico, patrimonial y cultural. En el ámbito porteño, este palacio, que diseñó el francés René Sergent, ya tenía una protección estructural y forma parte del Área de Protección Histórica Parque Tres de Febrero (APH 2).
 
En tanto, el Palacio Alvear - Ortiz Basualdo, donde funciona la Embajada de Italia, Billinghurst y Avenida del Libertador, también tendrá la misma denominación. De esta manera, la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos avanza en la postulación de Buenos Aires y La Plata como Patrimonio de la Humanidad ante la UNESCO.
 
El Palacio Bosch, Avenida del Libertador y Kennedy, desde 1929 es la residencia de los embajadores estadounidenses que cumplen funciones en Argentina. La mansión fue encargada por la familia a Sergent en 1910. El arquitecto francés, que nunca estuvo en el país, la diseñó con detalles típicos la época: una residencia con salones palaciegos, importantes áreas sociales -el Salón de Baile está inspirado en el de los Espejos del Palacio de Versalles- y un jardín que dibujó otro francés, Achille Duchêne, y materializó un compatriota, Carlos Thays.
 
Recién ocho años después, la familia de Ernesto Bosch y Elisa de Alvear pudo mudarse a la residencia. Pero la habitaron solo once años, porque en 1929 fue vendida al gobierno norteamericano. Cuenta la historia que los Bosch- Alvear no estaban interesados en vender la casa; sin embargo, el embajador de entonces, Robert Wood Bliss, insistió. Fue así que los dueños de la residencia decidieron ponerle un precio exorbitante: U$S 1,3 millones, el doble de lo que valía. Wood Bliss los sorprendió: aceptó el precio y se quedó con la residencia.
 
En su centenario, su cuidado depende de Overseas Buildings Operations, una oficina que regentea alrededor de 3.500 construcciones que posee Estados Unidos en otros países. La primera restauración integral se realizó entre 1996 y 1999. Ahora, la residencia cuenta con un equipo de 7 personas fijas para mantenimiento y 2 jardineros.
 
El Palacio Alvear-Ortiz Basualdo fue también proyectado desde Francia, pero por sus propios dueños, que vivían en aquel país y lo pensaron como una suerte de réplica del Hotel Biron. Federico de Alvear y Felicia Ortiz Basualdo eran aficionados al arte y a la arquitectura, y diseñaron hasta los muebles de la residencia.
 
Cuando volvieron a Buenos Aires, tres años después de comenzados los trabajos, se encontraron con que la orientación de la mansión no era la que habían ordenado. La casa quedó mirando hacia Billinghurst y no hacia Libertador. De todos modos, la habitaron solo seis meses: las deudas apremiaban a la familia y Felicia la puso a la venta. Desde 1924 es la Embajada de Italia.
 
 


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