EDUCACIÓN

La “muerte lenta” de los 29 profesorados porteños, gracias a la Unicaba

Fue una de las máximas luchas dadas en territorio porteño a lo largo del año. Pese al rechazo, la Unicaba es ley e implica, a mediano plazo, un grave riesgo para la existencia de profesorados y traductorados porteños.



“Un proyecto de muerte lenta de los 29 institutos”. Así definió la legisladora de Unidad Ciudadana y vicepresidenta primera de la Comisión de Educación, Lorena Pokoik, el proyecto de creación de la Unicaba cuando todavía estaba en discusión, antes de ser aprobado por una Legislatura vallada y luego de una de las máximas luchas dadas en territorio porteño a lo largo de este año.

Pokoik se refería a que, más allá de las modificaciones realizadas a la iniciativa del oficialismo, la creación de la Universidad para Docentes implicaba –e implica- un grave riesgo para la existencia de profesorados y traductorados porteños. 

“Porque el GCBA no puede garantizar que la Unicaba va a estar preparada en términos edilicios, administrativos y de asignaciones de cargos docentes y convalidaciones de materias para marzo. Por lo tanto, no podrían abruptamente destruir todo”, pero una vez creada “esa universidad pasa a ser autónoma y luego puede crear la carrera de historia, de filosofía, es decir que ahí se estaría superponiendo a todo el sistema de formación actual, que es lo que va a terminar sucediendo”, explicaba por entonces Pokoik.

También la docente Débora Kozak, una de las rectoras que más batalló contra la Unicaba –recientemente fallecida-, advertía que el proyecto “si bien dice mantener los profesorados, les quita totalmente su autonomía y genera su virtual intervención por parte del Ministerio de Educación".

Así, una vez más, una iniciativa defendida por la gestión de Larreta y Acuña como medida a favor de la educación pública implica achiques y riesgos, afectando tanto a estudiantes como a profesores.

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