OPINIÓN

Cómo es que los niños aprenden a hablar

A lo largo de la historia de las civilización puede haber cambios gramaticales: suceden muy pocas veces, pero suceden. Llevan siglos, guerras, transformaciones radicales. Y si llegan a suceder esos cambios gramaticales, entonces se cambia de idioma.

Daniel Molina
A los dos años de vida, todos los niños (que no padecen limitaciones físicas) ya hablan la lengua de sus padres. Eso está comprobado en todas las culturas. No importa el idioma, la idiosincracia cultural en la que el niño crezca, la capacidad lingüística de los padres o la posición social y económica en la que viva: aproximadamente a los dos años ya habla bien su lengua materna.

Todos los niños pueden hablar la lengua de sus padres porque no necesitan aprenderla. Ya la saben desde que nacieron. Un hablante adulto del castellano no comprende el chino, ni un francés comprende el hindi, pero cualquier niño al nacer está en capacidad de aprender cualquiera de los idiomas naturales. Eso es posible porque si bien los idiomas son muy disímiles en sus formas exteriores (las palabras individuales, las pronunciaciones, los modismos, las marcas culturales e históricas), su estructura gramatical (que es lo que hace que sean comprensibles) no es tan diferente. Justamente, lo que todos poseemos al nacer es esa estructura gramatical universal: la que permite hablar cualquier idioma.

Desde hace dos siglos dos bandos se disputan la explicación de cómo adquirimos el lenguaje. Uno de ellos (el que desde hace 50 años casi no tiene sostenedores de peso en el mundo de los debates lingüísticos y gramaticales) dice que aprendemos el lenguaje luego de nacer, que nos lo enseñan nuestros mayores y que no solo no hay nada universal en las gramáticas sino que cada lengua (y cada particularidad regional de cada lengua) es tan específica que es casi imposible traducir lo que una comunidad dice para que otra comunidad pueda entenderlo. Este bando tiene aun muchos adeptos en la antropología (especialmente entre los etnolingüistas), y se basa en la versión fuerte de lo que se llama la Tesis Sapir-Wolf: “La lengua de un hablante monolingüe determina completamente la forma en que éste conceptualiza, memoriza y clasifica la 'realidad' que lo rodea”.

El otro bando supone que el lenguaje es innato. Hay distintas versiones entre los innatistas, pero la versión más fuerte es la Gramática Universal (en las distintas formulaciones) que sostiene Noam Chomsky. La teoría de la Gramática Universal no dice que todos los idiomas tienen una única gramática ni que todos los hablantes de cualquier idioma conocen de adultos todos las gramáticas.

La Gramática Universal sostiene que al nacer no solo ya tenemos la capacidad de saber hablar un idioma (algo que sostienen casi todos los lingüistas), sino que tenemos en nuestros genes (posiblemente en el cerebro) una gramática que posee todas las normas y las restricciones de todas las gramáticas que hay en las lenguas naturales que hablan (o hablaron o serán capaces de hablar en el futuro) los seres humanos. Por lo tanto, esa gramática universal solo contiene principios muy básicos. Por ejemplo, la diferenciación entre sustantivos y verbos o comprender que toda frase tiene núcleo (y que no puede haber núcleos que no estén en una frase).

Aunque parezca mentira casi cualquier niño de tres o cuatro años (no importa qué educación formal o el grupo socioeconómico al que pertenezca) sabe diferenciar sustantivos de verbos y reconocer los núcleos de las frase nominales y verbales. También entiende frases con varias frases subordinadas (y comprende a qué núcleo nominal hace referencia cada frase subordinada).

No sabemos cómo fue que los humanos incorporaron al cerebro esa gramática universal que permitió generar todas las lenguas que podemos hablar naturalmente, pero eso ya estaba plenamente desarrollado en el homo sapiens hace al menos unos 70.000 años. De allí viene nuestra posibilidad de hablar y pensar. Esas estructuras gramaticales son muy restrictivas (imponen muchos límites a lo que podemos decir y a cómo lo podemos decir). Y si bien hay variables estas son muy limitadas.

¿Qué significa esta norma gramatical básica de "no hay frase sin núcleo ni núcleo sin frase"? Que ya una reunión de dos núcleos (en una oración básica) nos da sentido completo, mientras que tener solo complementos (sin conexión con núcleos) no nos permite entender nada.

Veamos un ejemplo. Si digo “El perro de María ladra de noche” tengo una frase compleja (la llamábamos “oración" en Gramática del Secundario), con dos frases que la componen. Esas dos frases son la frase nominal ("El perro de María) -llamada “sujeto”, en el Secundario- y la frase verbal ("ladra de noche") -el “predicado”-.

Los núcleos de esas dos frases son: "perro" (de la nominal) y "ladra" (de la verbal). ¿Por qué son los núcleos? Porque tienen el sentido de la oración. Si digo "perro ladra" me puede sonar raro, pero entiendo el sentido: hay un perro que ladra. En cambio, si digo "El... de María... de Noche" (sin los núcleos, puro complemento) no entiendo nada.

Es el núcleo de la frase el que permite comunicar un sentido. Los complementos pueden aportar sutilezas, información extra, etc, pero si están solos -sin núcleos- no significan nada. ¿Cuándo fue que alguien nos enseñó a hablar entendiendo los núcleos y los complementos? ¡Jamás! No hay niño en el mundo que haya recibido nunca esta lección.

Por eso es imposible hacer cambios gramaticales en una lengua (los cambios posibles, los culturales e históricos, son sobre los aspectos no esenciales de la lengua, lo no gramaticales: las palabras, los fonemas, la pronunciación, la ortografía). La estructura gramatical es absolutamente intocable. Si cambiamos la estructura gramatical pasamos a otro idioma.

A lo largo de la historia de las civilización puede haber cambios gramaticales: suceden muy pocas veces, pero suceden. Llevan siglos, guerras, transformaciones radicales. Y si llegan a suceder esos cambios gramaticales, entonces se cambia de idioma. Por ejemplo, eso es lo que sucedió con el paso del latín al castellano, al catalán, al portugués o al francés.

Una vez que se estableció el nuevo idioma (es decir, que se seleccionó las nuevas marcas de la gramática del idioma que debemos conocer para entenderlo) ya no se puede cambiar su gramática (salvo que pasemos a un nuevo idioma futuro, quizá dentro de 500 años). La gramática del castellano solo tolera 2 géneros: masculino y femenino. Son géneros gramaticales (no sexuales) y son arbitrarios. "El libro, lecho, aire, tenedor, piso, cometa" no son machos (son masculinos en gramática). "La cuchara, mesa, meseta" no son hembras.

No existe ni puede introducirse a la gramática castellana el género neutro. O puede hacérselo a condición de salir del castellano e inventar un nuevo idioma. Pero ya no tendría una gramática “natural”, con la que los niños nacerían y comprenderían el idioma sin haberlo estudiado. Gracias a esa tozudez del cerebro ("¡no podés cambiar la gramática de un idioma!") es que todos los niños al nacer ya están en disposición de hablar cualquier lengua natural. Y en pocos meses, sin que nadie logre enseñarle lo más mínimo de la complejísima gramática que van a usar, lo pueden hablar bien.

Es así como todos logramos (o intentamos) entendernos.

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