¿ASUNTOS SEPARADOS?

El fuerte vínculo de Larreta con la jerarquía eclesiástica a través de los años

Los lazos con la Iglesia se aceitaron desde la llegada del macrismo a la Ciudad, pero se potenciaron con la gestión Larreta. El jefe de Gobierno tiene récord de visitas a la Santa Sede y no oculta que sus decisiones responden a una "convicción religiosa profunda".



Se sabe hace tiempo que Horacio Rodríguez Larreta es uno de los hombres dentro del Gobierno que mantiene una buena relación con el Papa y con la Iglesia. Tiene, junto a Carolina Stanley, el récord de visitas a la Santa Sede. Además, el jefe de Gobierno es abiertamente “pro vida”. Así lo demostró en el marco del debate por la ley del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. "Yo soy pro vida, soy de los que creen que hay que defender la vida desde la concepción", dijo en las primeras semanas de la discusión, y vinculó su postura a una "convicción religiosa profunda".

Sus dichos trajeron alivio en el Episcopado local y se sumaron al fuerte gesto que tuvo el 9 de julio cuando consagró a su gestión y la Ciudad "al Sagrado Corazón de Jesús", en el marco del Tedeum de la Catedral Metropolitana. Pero la relación con la Iglesia sufrió en los últimos años altibajos. Uno de los momentos de tensión se dio con el impulso de la Unicaba. El debate derivó en una fuerte carta contra la iniciativa. La misiva estaba firmada por, entre otros, el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, y por Pablo Corbillón, delegado episcopal de la Vicaria de Educación del Arzobispado de Buenos Aires. “Es necesario el retiro del proyecto de ley de creación de la Universidad de Formación Docente de la C.A.B.A. presentado a la Legislatura y la apertura de un espacio de diálogo genuino y multisectorial”, decía el texto.

Otro de los puntos álgidos se dio cuando Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad, comió una porción de torta con la forma del cuerpo de Jesús, hecho que conmocionó a parte de la comunidad católica y que llevó a Poli a escribirle otra carta a Larreta donde criticaba lo sucedido y hasta coqueteaba con la idea de una renuncia del ministro. Pero, más allá de cuestiones circunstanciales, el PRO suele mantener una relación fluida con la Iglesia Católica. Según Sol Prieto, investigadora de CEIL-Conicet y especialista en política y religión, con la llegada del macrismo a la Ciudad los vínculos se empezaron a aceitar a diferencia de gestiones anteriores.

“El macrismo desde su línea ideológica no cuestiona a la Iglesia en, por ejemplo, la autonomía que tiene en la educación. La ley de Educación Sexual Integral es un programa que se imparte en todas las escuelas menos en las privadas porque dañaría ‘la libertad de enseñanza’. El macrismo esta autonomía no la cuestiona”, explica Prieto a Nueva Ciudad. La Vicaría en Educación es uno de los puntos centrales, más si se tiene en cuenta que alrededor del 50 por ciento de la matrícula total en Capital es de gestión privada. “La Iglesia como proveedora de servicios educativos tiene la matrícula más alta del país, pero el gasto por alumno privado es menor que la del alumno estatal. Esto abarata los costos del sistema educativo”, detalla la investigadora.

Los primeros años del PRO

En los primeros tiempos del partido amarillo con Mauricio Macri a la cabeza la buena relación se profundizó, pero no todo fue color de rosa. En 2009, el exministro de Educación Mariano Narodowski había firmado un convenio con la Casa de Ana Frank en la Argentina por el que todos los estudiantes recibían en primer año un ejemplar de su diario. Esta política recibió fuertes críticas de los sectores eclesiásticos. El hecho derivó en amenazas al funcionario.  En ese marco, “muchos decían que en el ministerio debía estar alguien como (Esteban) Bullrich, que aunque nunca había tenido previamente antecedentes en educación pertenece a los notables católicos, gente que, por su familia, nace con determinado capital social vinculado a la Iglesia”, señala Prieto.

Con la llegada de Bullrich al ministerio de Educación porteño, muchos cuadros católicos –aunque de diferentes tipos y orígenes- comenzaron a dar  vueltas por la cartera. Entre ellos, Victoria Morales Gorleri, ex legisladora y ex presidenta de la Comisión de Educación de la Legislatura, o  Beatriz Jáuregui, al frente de la  Dirección General Educación Gestión Privada de la Ciudad. Muchos de ellos en algún momento pasaron por la Vicaría de Educación.

A esto se le suma el vínculo de Santiago de Estrada exlegislador de la Ciudad, exvicepresidente primero de la Legislatura, ex secretario de Culto porteño y de la Cancillería Argentina por el gobierno de Mauricio Macri, un hombre con fuertes vínculos con la Iglesia a nivel local, pero también en instancias del Vaticano. Un personaje que se mantuvo en la administración pública por más de 38 años –también en gobiernos autoritarios- y que fue uno de los fundadores del macrismo. Solía ser apodado "el obispo" por su cercanía a la jerarquía católica.

Uno de los hitos en la relación Del PRO con la Iglesia fue en 2012, durante el primer caso de aborto no punible en la Ciudad. Macri, por entonces jefe de Gobierno, resolvió vetar la ley de aborto que se había sancionado en la Legislatura, ya que consideraba que  excedía "lo establecido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación".

En octubre de ese año se iba a realizar en la Ciudad la primera interrupción voluntaria de embarazo no punible en un hospital público a una mujer de 32 años, víctima de trata de personas. Fue el propio Macri quien anunció ante los medios que el procedimiento se realizaría en el hospital Ramos Mejía. Ante esto, una asociación civil ‘pro vida’ presentó un recurso de amparo y la jueza nacional Myriam Rustán de Estrada decretó una medida cautelar que impidió la realización de la intervención. “Ahí la institución que genera esta situación fue la capellanía. Macri dice lo del aborto en una cena y el que ubica a la paciente y le pasa la información a la organización ‘pro vida’ es un capellán, y la que intercede es una jueza de apellido Estrada”, detalla Prieto.

En Nación, hoy el lugar de Estrada es ocupado por Alfredo Abriani, un hombre de 40 años que encaja a la perfección en el estilo Cambiemos. Es joven, dialoguista y tiene llegada directa a Marcos Peña. En Ciudad, hace no mucho Larreta designó director general de Cultos porteño a Federico Pugliese. Durante sus primeros días, el director porteño expresó su disposición a "fortalecer el diálogo interreligioso entre los vecinos de nuestra ciudad, la cual siempre ha sido ejemplo de coexistencia y de encuentro en la diversidad".

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