SALUD

En crisis: denuncian faltante de camas y problemas estructurales en el Hospital Tornú

El Hospital funciona en un edificio centenario con instalaciones obsoletas. Su director admite que hay deficiencias y los médicos denuncian que internan a pacientes en boxes.


En el frente del Hospital General de Agudos “Dr. Enrique Tornú”, ubicado en Combatientes de Malvinas 3002, en el barrio de Parque Chas, hay un pasacalle que dice: "En defensa del Hospital Tornú. No al desamparo y no al vaciamiento". Fue colgado el 5 de junio pasado, cuando médicos, enfermeros, vecinos, los sindicatos Médicos Municipales, ATE, Sutecba y organizaciones de la Comuna 15 realizaron un abrazo simbólico al hospital.
 
“La situación es crítica, somos un hospital con faltante de camas y problemas estructurales”, expresa a Clarín Gabriel Rosenstein, especialista en clínica médica y gastroenterología, médico de la guardia y delegado de Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
 
Hace menos de un año se renovó la guardia, se incluyó equipamiento nuevo y la modernización de un sistema de recepción de pacientes, entre otros cambios, pero ninguna cama tiene barandas y faltan tensiómetros de pared en todos los boxes. Esas falencias, junto a varias más, fueron notificadas a la ministra de Salud porteña Ana María Bou Pérez.
 

Por estos días el problema mayor es el agua. Empezó a faltar en verano y a principio de mes se agudizó la ausencia. La guardia y dos pabellones -uno de clínica médica y otro de neumonología- se quedaron sin suministro. Durante días, camiones de AySA entraron al predio y llenaron los tanques de esos sectores para mantener la atención. Por la imposibilidad de lavarse las manos, en un centro médico especializado en enfermedades respiratorias y tuberculosis, los médicos de la guardia no recibieron pacientes ambulatorios, sí a los que llegaron en ambulancia.
 
“Los parches se volvieron norma. Y por ahora, mientras buscan los caños maestros de agua, hay un bypass armado con mangueras”, se queja Rosenstein. El director del hospital, Luis Castañiza, explica a Clarín que “El agua es un problema incuestionable que genera, con razón, malestar. El hospital tiene caños muy antiguos que empezaron a taparse. A partir de esta situación, logramos que el Ministerio de Salud trace un proyecto de renovación de la red hídrica”.
 
El hospital depende de la Ciudad de Buenos Aires. Tiene 113 años: fue creado el 8 de octubre de 1904. Su primer director propuso bautizarlo con el nombre de Enrique Tornú, para honrar a quien fue un pionero en la investigación de tratamientos climatológicos para la tuberculosis. Los pabellones inmensos, de 2.500 metros cuadrados cada uno, se armaron de este a oeste para que les diera la mayor cantidad de sol. Entonces se creía que la aeroterapia era curativa.
 
En 1987 pasó de ser hospital de tuberculosis a uno general. Hoy el 80% de los pacientes es de Capital y, dentro de esa proporción, casi el 90% son vecinos de Parque Chas.
 
Si bien hubo modificaciones dentro de los pabellones, la concepción edilicia es del siglo pasado, cuando las salas eran muy amplias y las camas estaban en hilera. “No tenemos habitaciones de aislamiento, a las que por ejemplo irían pacientes con tuberculosis o inmunodeprimidos. Las paredes que se levantaron en el último tiempo no llegan hasta arriba, como deberían, y eso impide que las utilicemos para aislar”, agrega Rosenstein.
 
Además, hasta la semana pasada había dos salas cerradas. Una fue reabierta el martes. La otra lleva seis años así. Detrás de sus puertas, se acumulan camillas y mobiliario que se adquirió durante el cierre del Edificio del Plata. El objetivo del director del hospital es convertir ese espacio en una sala integral de neumonología. “Es una obra de bajo costo y alto impacto”, le transmitió a la ministra de Salud.
 
“Faltan 80 camas, hay pacientes que pasan semanas internados en la guardia porque no tenemos lugar. El Gobierno de la Ciudad arregló las veredas del hospital, pero no los endoscopios”, denuncia Rosenstein.
 
Como médico de guardia, Rosenstein enumera los problemas: "Las salas fuera de servicio y la falta de camas hacen que la guardia se sobrecargue muy rápido. Así terminamos internando a pacientes en boxes o poniéndoles un respirador en la camilla. La situación es complicada y tiene que cambiar".
 


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