LARRETA NO CIERRA CON LOS DOCENTES

La larga paritaria

Luego de tener que extender las negociaciones para no dejar sola a María Eugenia Vidal, el jefe de Gobierno quedó él como el que no logra cerrar un conflicto. Es la paritaria más larga en la Ciudad en los últimos ocho años.

Werner Pertot
Fue a comienzos del año, cuando estalló el conflicto docente, que a Horacio Rodríguez Larreta lo obligó a salir del discreto segundo plano en el que estaba cuando se trataba de conflictos nacionales que queman. Primero, el presidente Mauricio Macri lo presionó y consiguió que se pusiera al frente de la represión de docentes y otros trabajadores. Luego, el mismo mandatario lo ubicó a Larreta en el ingrato rol de dar conferencias junto a María Eugenia Vidal para negar que se le pudiera dar más plata a los maestros. Dos roles impopulares que ahora se agravan porque la Ciudad de Buenos Aires es uno de los distritos (junto con Santa Cruz) que no cierra su paritaria docente y que expone a los estudiantes a la pérdida de más días de clases. En el medio, se suman denuncias de precarización laboral para quienes ingresan al magisterio y de persecución ideológica contra la (ex) rectora del Mariano Acosta.

Hace algunos meses, explicamos en otra columna que la Ciudad no tenía motivos para prolongar un conflicto con los docentes: tiene los recursos como para afrontar un aumento similar al que dio la provincia (27,4%) o hasta tal vez mayor. Si se mantenía artificialmente el conflicto era –razonábamos- para “acompañar” la política de la gobernadora bonaerense de intentar quebrarle la espalda al movimiento sindical, empezando por los docentes. En esos tiempos, la prensa oficialista la comparaba con Margaret Thatcher por como la dama de hierro les torció el brazo a los mineros ingleses. No obstante, Vidal terminó por ceder y pagar. Y ahora Larreta, que prolongó un conflicto que podría haberse evitado antes del inicio de clases, y que incluso llegó a cerrar la paritaria por decreto -algo que no hizo Vidal y que tampoco había hecho el PRO en sus años precedentes- se encuentra atrapado en una paritaria de la que no sabe o no quiere salir. Cuando sacó el decreto por el que daba por cerrada las paritarias, decíamos por acá que se había comprado un conflicto eterno. Y aquí estamos.


La Ciudad no tenía motivos para prolongar un conflicto con los docentes: tiene los recursos como para afrontar un aumento similar al que dio la provincia (27,4%) o hasta tal vez mayor.  Por lo tanto, si hay una razón para este conflicto prolongado, es política.



Hay que recordar algunos datos: hace seis años que la Ciudad conseguía cerrar sin problemas la paritaria docente. En esos seis años gobernaba el PRO. En el último, ya gobernaba Larreta. Por lo tanto, si hay una razón para este conflicto prolongado, es política. No hay motivos para que la Ciudad, que tiene muchas menos cargas y mayor recaudación propia que la provincia, otorgue un aumento del 18 por ciento (que llega a 19 con una suma fija y en cuotas) cuando Vidal cerró en un 27,4 por ciento.

Tampoco había motivos para que el Gobierno del diálogo se negara a sentarse a seguir negociando con los docentes, cosa que –mal que mal- sí hizo Vidal, aunque tan solo fuera como una forma de simular el diálogo. En el caso del Gobierno de Larreta, los docentes pidieron reuniones que no les fueron concedidas. Dos veces lo hicieron por escrito para dejar registro: el 20 de marzo y el 24 de mayo. Finalmente, esta semana que pasó, con el cierre de la paritaria de provincia, el conflicto en la Ciudad, que ya existía, tomó otra dimensión y llamaron a un paro para el martes próximo. Además, marcharán al Ministerio de Educación porteño y luego a la Legislatura. En un gesto tardío de intentar mostrarse dialoguista, el gobierno de Larreta los convocó a una reunión a negociar el próximo jueves. El llamado tiene como propósito dejar a los docentes como quienes rompen el diálogo, pese a que pasaron cuatro meses en los que se podría haber cerrado ya este conflicto, si desde el Estado hubiese existido la voluntad.

Está cantado el resultado de esa reunión, en la que ofrecerían el 21 por ciento: Eduardo Lopez, de UTE-CTERA, que va al paro con otros cinco gremios, recordó que “el IPC de la Ciudad tampoco está proyectando una inflación del 19, sino del 27 por ciento”.

A esta situación de puja salarial sin terminar en julio, se sumaron denuncias de los gremios docentes por la falta de cargos para cumplir con todas las horas cátedra y una iniciativa el ministerio a la que acusan de generar precarización laboral. Se trata del programa “Elegí enseñar”, una convocatoria a estudiantes de secundarios para desarrollar su vocación docente. En la práctica son pasantías de dos meses y medios por las que recibirán cuatro mil pesos por ir a tomar clase a contraturno. Desde el ministerio de Educación, consideran que este programa es para fomentar el ingreso de nuevos docentes y subsanar la falta de maestros que tiene la Ciudad. Desde los gremios, lo vieron como una avanzada precarizadora.

La participación en el total de la finalidad educación cayó del 30,4 por ciento en 2007, antes de que asumiera Macri como jefe de Gobierno, al 25,6 por ciento en 2016.



Lamentablemente, esta discusión sobre el lugar de la educación en la Ciudad llega tras años de desinversión por parte de la gestión PRO en materia educativa. La participación en el total de la finalidad educación cayó del 30,4 por ciento en 2007, antes de que asumiera Macri como jefe de Gobierno, al 25,6 por ciento en 2016, según datos recabados por el equipo de la presidenta de la Auditoría General porteña, Cecilia Segura. En las dos gestiones de Macri se subejecutaron fondos para infraestructura escolar por 727 millones de pesos.

Por si todo esto fuera poco, la gestión de Larreta sumó un conflicto por persecución ideológica a una rectora. No es la primera vez que ocurre durante el macrismo: recordemos, si no, el 0800 creado por Esteban Bullrich para denunciar actividad política en las escuelas, o bien la separación de un grupo de maestras de la escuela Monte Castro y los interrogatorios cuasi policiales que sufrieron por parte de personal del ministerio por hacer una obra de teatro satirizando al ministro Bullrich. En este caso, la polémica se dio con la rectora del Mariano Acosta, Raquel Papalardo, quien había denunciado una sospechosa actividad policial en torno a una jornada de protesta en el Acosta que culminó con una denuncia por un policía que ingresó armado a la escuela. Papalardo, que se iba a jubilar a fin de año, denunció que le había adelantado la jubilación a raíz de que ella denunció el incidente.

En una entrevista de Nueva Ciudad, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, acusó a la rectora del Acosta de mentir. Recordemos esa parte del reportaje:

-¿La directora de la escuela fue separada a raíz de esto?

-De ninguna manera. Hace cinco años está en condiciones de jubilarse. Estaba en un proceso jubilatorio. Ella había pedido permanencia, después retiró la permanencia. Es todo lo que corresponde por ley.

-¿Y ocurrió justo en este momento?

-No, ocurrió en diciembre del año pasado. No tiene nada que ver con esto.

-Ella dijo que la llamaron específicamente ese día…

-Es mentira. Desmiento absolutamente los dichos de la directora del Mariano Acosta. Además lamento que haya tenido esa actitud con respecto a todo este proceso.

Lo cierto es que finalmente la separaron del cargo y la semana pasada la comunicad educativa, además de gremios y sectores opositores, se juntó a respaldarla y a denunciar un escarmiento por parte del Gobierno de Larreta. Otro conflicto innecesario que la gestión porteña decidió sumar a sus espaldas en un año electoral.

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