ITAÍ HAGMAN, DIRIGENTE DE PATRIA GRANDE

“Hemos subestimado políticamente al macrismo”

El dirigente aboga por una autocrítica de los sectores progresistas y a construir un frente para enfrentar al PRO. Señala que Carrió y Lousteau son “dos variantes del consenso de Cambiemos”.

Werner Pertot
En el amplio local de Patria Grande, ubicado en un pasaje cargado de librerías e imprentas, Itai Hagman plantea que hay que repensar toda la estrategia de los sectores que enfrentan al macrismo. “Se subestimó y el PRO ganó en parte por eso. Y se subestima el peso que tiene la Ciudad”, sostiene. E indica que la posibilidad de derrotar a la derecha tiene que partir de una autocrítica y de un cambio de táctica. “Si el macrismo logró que un tipo como Larreta o como Macri sean vistos como cercanos a la gente y los dirigentes del campo popular no, más que el mérito marketinero de ellos, tenemos que revisar qué problema tenemos nosotros. Si no revisamos la estrategia, la derecha va a seguir ganando”, advierte. También indica que un frente electoral no debe incluir “posiciones contemplativas” con Cambiemos. El dirigente, que forma parte del frente Ahora Buenos Aires, sostiene que en caso contrario, el 2019 en la Ciudad será “una interna de Cambiemos” entre Martín Lousteau y Horacio Rodríguez Larreta.

-¿Se puede articular un frente de todos los sectores progresistas?

-Lo que creo es que el primer punto que nos estamos planteando es discutir los problemas que han tenido las estrategias del campo progresista, de la izquierda, del kirchnerismo para enfrentar al macrismo en la Ciudad. La discusión no pasa tanto por quién tiene o no tiene que estar, sino por si hay una discusión y un replanteo de la estrategia. Y nosotros decimos que el punto de partida tiene que ser asumir que las estrategias que se han adoptado en estos diez años han fracasado y que, en parte, el éxito del macrismo en la Ciudad se explica por esas falencias. Primero, cuando asumió Macri en 2007 pensamos que era resultado de una casualidad por la división con Telerman y la manera en la que se había ido Ibarra pos Cromañón. Parecía que el triunfo de Macri era casi una carambola, que se le habían alineado los planetas. Luego, empezamos a asumir que podían tener un proyecto para la Ciudad. Podían reunir consenso en la población. Pero decíamos que era imposible que ese proyecto se nacionalice o que cruce la General Paz. Estábamos todos convencidos de que era un proyecto exitoso para la Ciudad, pero no podían salir y terminaron ganando la provincia y el país. Con lo cual, para nosotros el punto de partida es asumir que hemos subestimado políticamente al macrismo. Ahora, hay una situación particular en la Ciudad que fue que en las últimas elecciones, cuando Macri estaba en su carrera de ascenso presidencia, casi pierde la Ciudad. Y eso habla de que la hegemonía o el consenso del PRO en la Ciudad no es tan infranqueable como parecía. La discusión del frente en la Ciudad tiene que ver con la importancia de evitar que el escenario que se consolide en 2019 sea un escenario que repita el 2015. Es decir que la Ciudad esté disputada entre dos variantes del consenso de Cambiemos. La discusión no deber ser cómo hacer un frente sumando sellitos y partidos, porque esa estrategia ha mostrado sus límites. Sí debemos discutir cómo hacemos para que 2019 no sea una interna de Cambiemos. Tenemos que disputar la base social del PRO que los votó todos estos años. No pasa tanto por sumar actores como por renovar la estrategia.

-¿Hay sectores del kirchnerismo a los que le falta autocrítica?

-Se construyó una caracterización de la Ciudad que servía como autojustificación para las limitaciones del campo popular: que la Ciudad es esencialmente conservadora y gorila y, por lo tanto, a lo máximo que puede aspirar una fuerza popular es a un 20 o un 25 por ciento de los votos. Eso sirvió para justificar las limitaciones de la política y una falta de voluntad de disputar la Ciudad. Uno podía pensar que cuando el kirchnerismo gobernaba el país y la provincia de Buenos Aires esa estrategia podía tener un sentido, aunque yo no lo comparto. Ahora no tienen ningún sentido. Se subestimó y el PRO ganó en parte por eso. Y se subestima el peso que tiene la Ciudad. Hasta ahora ningún gobernador bonaerense pudo ser presidente y de los tres jefes de Gobierno electos, dos fueron presidentes. Por eso decimos que no se puede seguir con la misma estrategia.

Si el macrismo logró que un tipo como Larreta o como Macri sean vistos como cercanos a la gente y los dirigentes del campo popular no, más que el mérito marketinero de ellos, tenemos que revisar qué problema tenemos nosotros".

 

-Hubo reuniones del presidente del PJ capital, Víctor Santa María, con Alberto Fernández, Gustavo Vera, Claudio Lozano, mientras que La Cámpora y Nuevo Encuentro están pensando más en ir con candidatos que no rompan luego el bloque. ¿Cómo intervienen ustedes en esto?

-Hay un punto en el que hay sensatez en decir que no se trata de ampliar de cualquier forma con tal de ganarle a Macri, porque el proyecto neoliberal no se expresa sólo en el oficialismo. Uno puede encontrar variantes de la oposición que en estos 16 meses han votado leyes. Creo que hay que poner un límite: si estás claramente enfrentado al proyecto neoliberal que gobierna la Argentina y la Ciudad. No te sirve de nada conformar un espacio con un legislador que va a terminar votando leyes neoliberales. Ahora, seguir utilizando la dicotomía de la lealtad o no al liderazgo de Cristina me parece que no tiene sentido hoy, sobre todo cuando podés utilizar las PASO como un sistema para armar alianzas sin diluir tu identidad política. Esa posibilidad te las dan las PASO. Sí comparto que no tiene sentido que participen sectores que tienen una posición ambigua frente al Gobierno, como el Frente Renovador. No queda claro como se para ante muchos de los puntos que plantea el neoliberalismo.

-¿Cómo analiza las votaciones del bloque peronista, que se escindió del Frente para la Victoria?

- Ahí hubo un debate histórico en la Ciudad. Hemos dicho muchas veces que la gobernabilidad de la Ciudad tuvo que ver con acuerdos con opositores. Y dentro del Frente para la Victoria había diferencias sobre cómo votar. Hay sectores del peronismo que buscaron acuerdos con el macrismo y tienen una responsabilidad en el éxito del PRO. Por eso creo que hay que formar un espacio antagónico al neoliberalismo de Larreta en la Ciudad y de Macri en el país. No hay lugar para posiciones contemplativas.

-¿Hay un candidato que aglutine?

-No creo que pueda haber un candidato. Debemos apostar al éxito de una idea política. Hay que romper la lógica tradicional de conformación de frentes políticos. La principal oposición al macrismo no vino de la política: si mirás los conflictos en vivienda, educación y salud, la oposición tuvo que ver con movimientos sociales, organizaciones vecinales que con la política, que en la Legislatura hacía otra cosa. Hay que incorporar la agenda de todos esos espacios, que tienen más que ver con la vida real y social de la gente. Más que un frente, hay que construir una plataforma ciudadana que permita que todo el que quiera participar pueda hacerlo, independientemente si es de un partido o no. El sujeto tiene que ser la gente común y no el político profesional. Y planteo esto no por purismo sino porque la estrategia del Frente para la Victoria ha fracasado. La derecha acertó más en contactar con la subjetividad de la gente común que el campo popular. Y ahí el problema lo tenemos nosotros. Les regalamos las banderas de la cercanía con la gente y el trabajo en equipo, que tiene que ver con nuestras tradiciones. Si el macrismo logró que un tipo como Larreta o como Macri sean vistos como cercanos a la gente y los dirigentes del campo popular no, más que el mérito marketinero de ellos, tenemos que revisar qué problema tenemos nosotros. Si no revisamos la estrategia, la derecha va a seguir ganando.



Todos pronuncian mal su nombre, porque creen que proviene de algunas de las lenguas de los pueblos originarios. Le dicen “Itaí”, con el acento en la “i” final y no “Itai”, que es como se pronuncia. Su nombre es de origen hebreo, aunque realmente proviene de oriente. Era el nombre de uno de los generales que acompañó hasta el final al rey David, incluso cuando debe escapar de Absalón. Se traduce como “leal”. Itai (con acento en la primera i) empezó a militar en el centro de estudiantes del secundario, en el Comercial 19 de Caballito. Con un grupo de amigos, comenzaron a trabajar en Ciudad Oculta. Hacían alfabetización de adultos, algo que estudió en la Universidad de las Madres. A los 21, entró a la Facultad de Económicas en la UBA y fue uno de los fundadores de La Mella. Ganaron dos centros de estudiantes y él llegó a ser presidente de la FUBA.

-¿Cómo cambia la elección que se presenten dos candidatos de peso como Lousteau y Carrió?

-Hay un gran punto de incertidumbre: cuánto se va a parecer eso a una interna de Cambiemos, por lo que se dirigen al mismo sector de la población. Pensemos que Lousteau, además de que fue embajador, ha planteado que se siente parte de Cambiemos y trató de hacer confrontar a Macri con Larreta. Si eso funciona así, discuten por un electorado distinto al nuestro. De los sectores que no acompañan a Cambiemos, lo más importante es armar algo que sea creíble que puede plantear una alternativa de gobierno en 2019. Creo que todos estos años hemos denunciado el proyecto de Ciudad de ellos (por neoliberal, privatista y reaccionario), pero no hemos tenido un proyecto propio de Ciudad. Tenemos que construir un proyecto que le permita a la población imaginar un futuro mejor que el que proponen ellos. Eso no lo tiene hoy la izquierda ni el Frente para la Victoria. Hay que construirlo.

"Debemos discutir cómo hacemos para que 2019 no sea una interna de Cambiemos. Tenemos que disputar la base social del PRO que los votó todos estos años".



-¿Cómo se explica que el socialismo está intentado disputar una interna con el PRO?

-Yo los conozco bien por mi militancia universitaria: el socialismo porteño siempre estuvo muy ligado al radicalismo. En la universidad, son casi indistinguibles. Su tradición, más allá del nombre, tuvo un componente muy antiperonista. No es la primera vez que hacen alianzas con la derecha. Además, prima una lógica de colar un legislador ante los valores y las ideas.

-¿Usted va a ser candidato?

-Sí, seguramente. Nosotros armamos un espacio que se llama Ahora Buenos Aires, con Seamos libres, La Colectiva y un sector del Partido de la Red. Planteamos construir una plataforma ciudadana, que no sea de mera impugnación, un proyecto para la Ciudad que no sea la sucursal de un proyecto nacional. No descartamos que lo nuestro pueda ponerse al servicio de un frente más grande.



Hasta los 15 años, Itai Hagman iba para jugador de fútbol. Jugó en las inferiores de All Boys. Luego debió salir a trabajar, con 18 años y en plena crisis del 2001. Su primer trabajo fue vendiendo relojes en Retiro. Les daban un decálogo de “claves para el éxito”, que iba desde ponerle el reloj en la mano al cliente hasta encontrar el momento indicado para decir el precio. Luego trabajó en un kiosko, en telemarketing y hasta fue animador de fiestas infantiles en un pelotero. Todo esto, antes de ingresar a la universidad.

-¿Por qué piensa que la detención, procesamiento y posterior renuncia del jefe de la Policía, José Potocar, tuvo tan pocas consecuencias institucionales?

-No sabría decirlo. Lo que está claro es que detrás de la nueva policía lo que se ve es un refrito de la Metropolitana y la Federal. Y lo del jefe de la Policía es una demostración de eso, a pesar de que Larreta hizo enormes esfuerzos publicitarios para mostrar que es una policía con otra lógica. La clave está en que no hubo un intento por construir una policía con una lógica distinta a las anteriores.

-¿Cómo vio la acción policial ante las manifestaciones?

-Hemos tenido varios episodios de represión ante manifestaciones y desalojos de vendedores ambulantes. Hemos visto un accionar de la policía en una lógica muy represiva. Y en eso el PRO ha sido muy explícito en modificar la lógica de intervención ante el conflicto social. Está claro que cuando se tiene una política económica que tiende a vulnerar derechos y empeorar las condiciones de vida, lógicamente hay mayor conflictividad social. Y les queda como única vía la represión. Es coherente con el programa económico y social del Gobierno.


Más que un frente, hay que construir una plataforma ciudadana que permita que todo el que quiera participar pueda hacerlo, independientemente si es de un partido o no. El sujeto tiene que ser la gente común y no el político profesional.



-¿Cómo se lee el anuncio de Larreta de que va a urbanizar las villas?

-Es muy paradójico. Tiene que ver con una lógica general del Gobierno de Larreta: mostrar una voracidad de obra pública, que en cada caso hay que ver cuánto tiene de real y cuánto de marketing. Si mirás cuales son las villas en las que se avanza con la urbanización, casualmente están asociadas a negocios muy fuertes de desarrollo inmobiliario. La Villa 20, al lado de donde se construye la Villa Olímpica; la Rodrigo Bueno y el barrio Solares de Santa María, y la Villa 31, uno de los sectores del suelo más codiciados por el mercado inmobiliario (hace poco dijeron que era más barato darle 100 mil dólares a cada familia que urbanizar). La especulación que hay detrás es que el valor del suelo va a subir. Es muy importante seguir de cerca el proceso de urbanización. En lugar de la topadora, la política puede ser la expulsión por vía del mercado. Si en la Villa 31 en donde hoy hay un barrio termina habiendo torres en las que claramente los habitantes actuales no van a poder vivir, entonces tenemos un proceso de erradicación, solo que en vez de usar la topadora, usaron el mercado. El gran peligro de la política de Larreta es que esté asociado con el negocio inmobiliario.

-¿Hay una política del Gobierno porteño para los alquileres?

-No, no hay. Hubo una sola política, el Alquilar se puede, que fue un fracaso. Salió dos meses antes de las últimas elecciones y de las 15 mil personas que se anotaron, solo diez pudieron alquilar. Era un plan pensado para el propietario: un banco garantizaba al propietario el pago del alquiler, por ejemplo, si el inquilino se quedaba sin trabajo y no podía seguir pagando. Era contra el inquilino, que quedaba además endeudado con el banco. El inquilinato creció un 50 por ciento en los últimos 10 años. Una de cada tres familias alquila. Un inquilino hoy no tiene un organismo del Ejecutivo al que reclamarle, no hay regulación casi sobre las inmobiliarias y no hay política sobre la oferta de vivienda para facilitar el alquiler. Se trata de un problema que no se resuelve con el crecimiento de la Ciudad: en los últimos años, se construyeron casi 200 mil viviendas y hoy es más difícil acceder a una. Y eso es porque no hay regulación sobre el mercado inmobiliario.

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