ELECCIONES

¿Polarizar? No es tan fácil

Polarizar sobre kirchnerismo vs. antikirchnerismo en una elección en la que por primera vez en doce años no habrá un Kirchner en la fórmula es simplemente imposible.

María Esperanza Casullo
Estos días el debate du jour en las filas kirchneristas es si la campaña se debe o no polarizar. Algunos sostienen que Scioli debe “virar al centro” y apuntar a seducir a los votantes independientes que serían más desideologizados e independientes (sea lo que eso sea que signifique); otros plantean que Scioli debería apuntar a agudizar las contradicciones (que linda frase) entre él y Mauricio Macri para señalar a los votantes que esa es una discusión posible.

Es probable, sin embargo, que tanto la posición “a polarizar” como la posición “no hay que polarizar” sufran de un grado excesivo de abstracción y hasta de voluntarismo. La pregunta no es si se polariza o no, sino polarizar con quién, para qué votantes y sobre qué temas.

Comencemos por los votantes. Una dificultad para pensar escenarios de polarización posibles es que si miramos los resultados de las PASO no parecen haber amplias masas de votantes no movilizados o indecisos disponibles.

Las tres primeras opciones electorales capturaron casi el 90% de los votos. El voto en blanco no llegó al 5% y el voto nulo no llegó al 5%. La asistencia a votar fue del 73,9%. Esto significa que no hay grandes bolsones de votantes fuera del sistema disponibles para ser movilizados así como así; quien quiera sumar votos deberá por fuerza ir a disputarse los votos a otro de los candidatos. Esto implica ponerle nombre y apellido a los votantes a seducir: ¿irá Scioli a por los votantes de Massa? ¿En función de qué temas? ¿Intentará reforzar el voto en provincia de Buenos Aires, que resultó flojo? ¿Ampliar el voto en Patagonia, que también votó menos que lo esperado? Pero, por ejemplo, casi todos los gobernadores patagónicos son Sciolistas. ¿Cómo se “polariza” en lo local y cuando hay que apelar a públicos diferentes?

Vayamos al quien de la polarización. Si se elige polarizar con Macri y se lo hace blanco de ataques incesantes (que fue un poco lo que sucedió en esta semana, en donde, aunque no por mérito del kirchnerismo estrictamente, Macri sufrió los coletazos del affaire Niembro) ¿no podrá pasar que esos votos, antes que ir al kirchnerismo, vayan a Massa? El sitio de agregación de encuestas La Borra muestra una trepada de Massa en las últimas encuestas.

Y por último, y lo más importante, hablemos del qué de la polarización. ¿Cuál será la dicotomía, el clivaje, el eje de la frontera antagonística sobre la cual polarizar? Y esto es lo más difícil. Del 2003 hasta hoy el eje de ese clivaje fue sencillo: kirchnerismo/anti kirchnerismo. Una gran dificultad es que, aún a pesar de Scioli, ese clivaje ya no resulta operativo. Polarizar sobre kirchnerismo vs. antikirchnerismo en una elección en la que por primera vez en doce años no habrá un Kirchner en la fórmula es simplemente imposible.

Esto tiene que ver solamente con las características personales o el perfil ideológico de Scioli sino que, sospecho, aún si el candidato fuera Florencio Randazzo, Agustín Rossi o el mismo Kicillof la cuestión subsistirá. Ninguno de ellos es Néstor o Cristina, y cualquiera de ellos sería juzgado por los votantes en base a un criterio más simple “¿confío en vos para ser el próximo presidente?”

Una parte importante de la sociedad que no es antikirchnerista (aventuro) ha hecho inventario de estos doce años: algunas cosas le gustan mucho (la AUH, el PROCREAR y PROGRESAR, las jubilaciones casi universales, la estatización de YPF), otras le gustan algo, otras no le gustan (la inflación, los controles a la importación, las sospechas de juego sucio en el caso Nisman.) Hay incertidumbre hacia el futuro pero la pregunta ahora es más simple: quién de los que hoy están disponibles gusta más para ser el próximo presidente.

Tal vez esto polarice al votante, como polarizaba, por ejemplo, Carlos Menem: una parte lo apreciaba, otra parte lo detestaba. A él, antes aún de comentar sus políticas. Y tal vez no. Pero la primera cosa que se pone en juego de aquí a octubre es quién es y qué transmite Daniel Scioli.

Todo es más simple y, al mismo tiempo, más complicado de lo que los 'political junkies' pensamos.

COMENTARIOS