OPINIÓN

"¿Cómo se mueven los narcos en CABA?", por Werner Pertot

El triple femicidio volvió a poner la lupa sobre las bandas narcos que operan en el sur de la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano.

Werner Pertot

Pequeño J es el nombre del jefe narco de 20 años que, según contaron las autoridades, regenteaba la banda que secuestró, torturó y asesinó a tres chicas muy jóvenes, una de ellas de 15 años. De relaciones familiares con otros capos narcos que supieron regentear la villa 1- 11-14, Pequeño J estaba –según los relatos del barrio- intentando ascender al poder con secuestros de hijas de otros grupos narcos y otras acciones muy violentas pero que pasaban debajo del radar. La fiscal Mónica Cuñarro viene investigando hace años la trama narco en la Ciudad de Buenos Aires e insiste que hace falta tomar medidas de coordinación de las investigaciones para poder desbaratar las bandas criminales que sigue estando y que el triple femicidio puso de vuelta en la lupa.

El verdadero nombre de Pequeño J es Tony Janzen Valverde Victoriano. Según se comenta en el barrio donde operaba (y pudo recabar hablando con los vecinos el legislador electo “Pitu” Salvatierra), sus actividades eran conocidas por todos los vecinos. Todos sabían quién era y qué hacía. Además, se rumoreaba que Pequeño J es primo de “Dumbo”, es decir, Raúl Martín Maylli Rivera, el anterior capo narco del barrio popular. Y también de “Marco”, quien regenteó el narcotráfico en la villa por casi dos décadas. Había, según dicen los vecinos, una idea de Pequeño J de que tenía que recuperar “la herencia familiar”, es decir, el control total del territorio.

Y, si bien estas columnas se circunscriben a la Ciudad de Buenos Aires, tengo que decir que quien te diga que los narcos operan solo de un lado u otro de la General Paz está buscando provecho político y nada más. Como escribió en estos días el periodista Hugo Alconada Mon: Los narcos operaban desde una villa porteña, levantaron a las tres mujeres en La Tablada y las masacraron en Florencio Varela. Otro dealer vivía en Barracas y lo asesinaron en Merlo. Otra banda ocultaba la cocaína en una fosa de General Rodríguez, la llevaba a un departamento cerca del Obelisco y generaba desde ahí un estropicio en todo el Conurbano. Y los ejemplos se amontonan, contradiciendo a los políticos que durante días descargaron las responsabilidades por delitos y cadáveres al lado opuesto de la General Paz; El área metropolitana es un universo por el que circulan millones de personas y mercaderías cada día, entre los recelos mutuos de las autoridades y las peleas por negocios de las policías bonaerense y metropolitana", indica sobre las complicidades policiales de las que se habla bien poco.

El periodista Raúl Kollman suma a esto: “Toda la trama del sur de CABA fue encubierta por policías federales y de la Ciudad, que amortiguaron hechos bastante parecidos al que sufrieron Brenda, Morena y Lara, sólo que los cuerpos, a veces descuartizados, se enviaban a distintos hospitales para que no hubiera tanto “ruido”: como si las muertes fueran obra de distintos individuos”.

Quien investigó este accionar de las bandas narco y la complicidad policial fue la fiscal Mónica Cuñarro. Investigó a diferentes bandas narcos de la 1.11.14 y de la región y consiguió reconstruir como dos capos narcos, “Marcos” y “Ruti” (Marco Antonio Estrada y Rutilo Ramos Mariños) dejaron de ser socios y entraron en una disputa sangrienta por el control del negocio, con la que fueron copando otras zonas del sur de la Ciudad como Barrio Rivadavia I y Barrio Rivadavia II.

Cuñarro creó el primer mapa criminal territorial, cuyos parámetros científicos para investigar el narcotráfico fueron tomados por la Unión Europea. En una entrevista que dio la semana pasada a Tiempo Argentino, dijo que para descubrir el accionar de las bandas tuvo que revisar cientos de expedientes desperdigados en juzgados y fiscalías de diferentes instancias, incluso
en distintos fueros y así encontrar el modus operandi en el territorio que tenían estas bandas. “Esa investigación fue única ya que de un cadáver eviscerado NN, logré relevar decenas de muertes relacionadas con organizaciones de narcotráfico, sumando causas que tramitaban en forma aislada en diversas fiscalías en forma manual Identificamos que las fuerzas policiales dividían los expedientes para impedir que jueces y fiscales pudieran vincularlos y hasta elegían el fuero”, advirtió.

Pero todo este trabajo, que culminó en un informe que presentó ante la Cámara de apelaciones, quedo en nada. Todo volvió a foja cero, según cuenta la fiscal y siguen existiendo los mismos problemas. Y algunos nuevos. Dice Cuñarro en esa entrevista con respecto al triple crimen: “La saña que reflejan las autopsias nunca la he visto. En nuestras causas había cadáveres incendiados, eviscerados, ahorcados, pero como lucha entre bandas pares. Esto es diferente y complejo por las edades, por la visibilización, por la crueldad especial al ser mujeres. Como dar una lección por algo”.

Además de los aspectos de investigación policial y judicial para desbaratar estas bandas narco, hay otro punto, que también lo viene advirtiendo “Pitu” Salvatierra como referente de los barrios: se rompió el tejido social. El Estado se retiró y el narco avanzó en los aspectos más cotidianos, hasta el punto de pasar a ser quien subvenciona a comedores cuando no lo hace el Estado. Para evitar que estos grupos sigan actuando como actuaron hasta ahora hace falta más que una política de seguridad, se necesita un abordaje integral que les reste poder y los deje sin lugar.

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