OPINIÓN

"La caída del ministro blindado", por Werner Pertot

Sorpresivamente, y tras respaldarlo en cada oportunidad, Larreta orquestó la salida de Marcelo D’Alessandro del ministerio con una licencia temporaria. Los golpes le llegaron desde la oposición y desde adentro.

Lo veníamos diciendo: Marcelo D’Alessandro se estaba convirtiendo en el ministro más blindado de la historia. Luego de que surgieran sospechas de corrupción ya sea por la vía de presuntas dádivas de empresarios con viajes al sur o directamente con la existencia supuesta de sobres, el ministro de Seguridad seguí a inexplicablemente en el cargo. El único antecedente fue Guillermo Montenegro, que consiguió surfear la causa de las escuchas ilegales aunque las balas (y los espías) le pasaban cerca. Pero Horacio Rodríguez Larreta optó por hacer algo que no suele hacer: dar un volantazo. De un día para el otro, D’Alessandro pasó de “estar firme” a pedirse una “licencia temporaria”. En el medio, hubo operaciones cruzadas dentro del PRO de que iba a renunciar y de Elisa Carrió para presionar para que no lo echen y venga alguien peor (mejor dicho: que Carrió considera peor). Nada de esto logró acallar las críticas de la oposición que sigue señalando que D’Alessandro no fue a dar explicaciones a la Legislatura como corresponde, no entregó su celular al Poder Judicial para peritarlo y no renunció.

La salida de D’Alessandro es aún más extraña si la pensamos en el contexto de todos los apoyos que recibió de Larreta. Lo sostuvo tres veces a D'Alessandro: primero, cuando Página/12 publicó que había viajado a Lago Escondido (cosa que él negó en un principio, aunque era cierto). Segundo, cuando Tiempo Argentino et al difundieron los chats donde D'Alessandro, el jefe de los fiscales Juan Mahiques y un grupo de jueces federales y directivos del Grupo Clarín conspiraban para tapar la información y enterrar sus consecuencias judiciales. Y tercero, cuando salió una segunda filtración de chats en los que D'Alessandro coordinaba acciones con un emisario del titular de la Corte, Horacio Rosatti, y tenía tratos non sanctos con un empresario del negocio de las grúas.

Tres oportunidades tuvo Larreta para pedirle la renuncia y las dejó pasar todas. Se comió el costo político de sostenerlo y ahora se come el costo político (sobre todo, interno, con dirigentes del PRO que lo tratan de “tibio”) de pedirle que de un paso al costado. Aunque sea con la fórmula que encontraron de una licencia temporaria (pero sin fecha de regreso).

Lo lógica indica que, después de haberlo defendido públicamente y sostener que absolutamente todo lo publicado es falso, a Larreta parecía convenirle más esperar un tiempo para este paso al costado. Pero lo hizo ya. ¿Incidieron los nervios de un año donde se juega su sueño de ser presidente? ¿Es que saben que hay más chats comprometedores que pueden ver la luz? ¿Si lo vuelve a traer al gabinete, no recibe por tercera vez un costo político alto?

Encima, ahora en el gabinete porteño, en tanto, se instala un nuevo miedo. Según me contó uno de sus integrantes, D'Alessandro no fue el único al que le hackearon el celular. En la movida cayeron alguna ministra, alguna secretaria, además del ex vicejefe Diego Santilli. Según describen, fue un método usado corrientemente por estafadores, enviando un link para una nueva dosis de la vacunación Covid, aunque sorprende que funcionarios del Gobierno porteño caigan en esa trampa. Hay temor a que aparezcan nuevos chats y se licencien nuevos ministros. Incluso, alguna que otra carrera para la jefatura de Gobierno podría terminar trunca, de concretarse ese escenario temido. Todo está por verse.

Antes de la renuncia, Larreta sufrió una serie de operaciones cruzadas. Desde sectores del PRO que le disputan la carrera presidencial, trabajaron para instalar en la prensa un clima de renuncia de D’Alessandro. Fueron varias las versiones que hicieron circular de que el ministro se iba, incluso mucho antes de que ocurriera. Hubo un trabajo de limarlo que no lo hizo la oposición, sino los propios. El objetivo, leen en el larretismo, era atacar la candidatura del jefe de Gobierno, que va por la presidencia.

Por otro lado, Elisa Carrió lo llamó a Larreta y lo presionó para que no lo eche a D’Alessandro. Lo hizo público: contó con lujo de detalles la conversación y dijo que alguien que dejaba ir a un ministro por un hackeo ilegal no puede gobernar. Durisima con Larreta. Y más dura todavía con su entorno, al que trató de “unos chicos que no saben hacer política”. Carrió tiene entre ceja y ceja a varios de la mesa chica de Larreta, que le recomendaban desprenderse de D’Alessandro. Ahora, cuando ya se concretó la licencia, Carrió salió a respaldarlo. ¿Por qué? Porque consideró que triunfó en su intento no tanto de frenar la salida temporal de D'Alessandro sino la llegada de otro dirigente del PRO al que ella tiene vetado. No obstante, Carrió dijo claramente que ella no le hubiera pedido un paso al costado y seguirá presionando para que D'Alessandro vuelva.

Los dos que estuvieron cuidadosamente callados en esta crisis fueron Mauricio Macri y Patricia Bullrich. No obstante, la presidenta del PRO hizo su movida en las sombras: le escribió al ahora ministro de Seguridad de licencia para decirle que ella no está de acuerdo con cómo se manejaron las cosas. Habrá que ver si D'Alessandro acepta la invitación de Bullrich a conversar. Larreta hasta ahora se llevó una buena cantidad de dirigentes de su adversaria a sus filas: quizás ella quiera devolverle el favor.

Por lo pronto, Larreta volvió de sus vacaciones, lo primero que tuvo que hacer es decir que confiaba en alguien que acaba de sacar de su gabinete y se puso nervioso al intentar explicar los chats. No es el comienzo de 2023 que se imaginaba para su campaña presidencial.

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