OPINIÓN

“No son los hinchas, es la Policía”, por Luciano Polimeni

En todos los partidos que se disputan en el fútbol argentino se repite la misma historia. La policía no sabe, no puede, no quiere garantizar la seguridad los hinchas.

Pasaron nueve años y cuatro meses de la última fecha de la primera división del fútbol argentino que se disputó con público de ambas parcialidades. En la fecha 17 de ese torneo, Estudiantes recibió a Lanús en el Estadio Único de La Plata (ahora Estadio Diego A. Maradona) y la Policía bonaerense asesinó a un hincha granate. Desde entonces, salvo en contadas excepciones, no se volvió a permitir que los partidos del torneo argentino se jueguen con las dos hinchadas.
 
También desde entonces, han perdido la vida 70 personas en el marco de un partido de fútbol, contando a “Lolo”, quien fue asesinado por la policía bonaerense el último jueves luego de la feroz, cobarde e irrazonable represión contra la hinchada de Gimnasia.
 
En todos los partidos que se disputan en el fútbol argentino se repite la misma historia. La policía no sabe, no puede, no quiere garantizar la seguridad los hinchas. Los operativos están armados al igual que se organiza el ingreso del ganado a los mataderos. El ingreso a los estadios se realiza por medio de un vallado con un ancho menor a tres metros, amontonando a los hinchas durante los cientos de metros (la distancia depende cuánta gente mueva el equipo) que separan el primer perimetral del ingreso a las populares.
 
En todo ese trayecto, se amontona a la gente en varias oportunidades buscando una especie de “control” que, arribando la hora del partido, termina desbordando y la Policía hace lo único que sabe hacer, y para lo cual arma estos operativos: reprimir. Todos los fines de semana vemos en todas las canchas del fútbol argentino la misma secuencia: palazos, gas pimienta y balas de goma.
 
Ahora bien, ¿por qué hablamos tanto sobre que los partidos de fútbol necesitan un gran operativo de seguridad? La absoluta mayoría de los hinchas seguimos a nuestro equipo por amor y no buscamos ni queremos situaciones de conflicto o violencia. Sin embargo, si se apartara a quienes producen violencia en el fútbol y se los prohibiría su ingreso, dejando sentado tal precedente para quienes intenten cometer los mismo delitos, los operativos policiales debería disminuir notablemente requiriendo así cada vez menos policías por cada encuentro disputado. Esto significa, que se terminaría el negocio de la violencia en el fútbol.
 
No es una cuestión de Policía bonaerense, federal o porteña. Sucede en todas partes del país. No están preparados para enfrentarse a una situación de conflicto en ningún ámbito. Lo vemos siempre en las marchas. Pero en las canchas es peor, porque es la misma policía la que prepara el terreno para que surjan las situaciones conflictivas y, cuando producto de la -des- organización del ingreso se desmadra, tienen los bastones listos, las armas cargadas y los gases apuntando a los ojos de los hinchas.
 
La Ciudad de Buenos Aires, cuenta con los estadios más seguros y modernos del país. Aún así, ha sido el único distrito en el que no se ha disputado ningún encuentro desde el 10 de junio de 2013 hasta hoy con la concurrencia del público visitante. Horacio Rodríguez Larreta es el único gobernante que no permitió que se dispute ningún partido de la liga local con ambas hinchadas alegando que “no están dadas las condiciones” para garantizar la seguridad. Sin embargo, la violencia institucional que ejerce la Policía se da porque es la misma institución policial la genera las condiciones para que se generen focos de violencia y luego repriman a los hinchas.
 
Esto demuestra que el problema de la violencia en el fútbol no la produce la gente, ni tuvo como solución la prohibición de concurrir de visitante. Hasta que la Policía no reciba la formación adecuada y hasta que los gobernantes no tomen la decisión política de garantizar la seguridad, seguiremos lamentando muertes en el fútbol argentino.


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