OPINIÓN

"A los estudiantes, ni los baños", por Werner Pertot

En una semana en que la noticia fueron los tres baños químicos en una escuela para 250 estudiantes, hubo un paro para rechazar el cambio inconsulto a los sábados de las capacitaciones.

Las “tres empanadas” de Esperando la carroza se podrían cambiar por “tres baños”. Esa fue la cantidad de baños químicos que le asignó el Gobierno de la Ciudad a la escuela técnica de jardinería Cristóbal M Hicken, que venía sin presencialidad por tener los baños reales clausurados. Tres baños químicos… para 250 estudiantes. Una nueva genialidad de la ministra de Educación Soledad Acuña, la de las frases célebres, que la semana que pasó también tuvo un paro docente contundente por la decisión –que no consultó con nadie- de pasar las jornadas de capacitación a los sábados.

Los problemas de infraestructura en las escuelas son vastos y muy diversos. En el caso de esta escuela, el problema estaba en la ausencia de solución para los baños. Según reclaman desde la comunidad educativa, hacía años ya que el Ministerio de Educación tenía que llamar a AySA para que hiciera las obras necesarias. Pero Acuña estaba ocupada con otros temas: por ejemplo, intentar prohibir el lenguaje inclusivo en las escuelas. Finalmente, los baños terminaron clausurados por una obstrucción en los caños cloacales.

Después de dos semanas sin clases presidenciales (siguieron por vía remota), Acuña les puso tres baños químicos para estudiantes y tres para los docentes. Ya se sabe: la ministra quiere presencialidad a toda costa. Incluso, si hay que hacinarse en un baño de plástico que en dos minutos es insalubre. Por si alguna vez no usaron uno, son un cubículo con un inodoro o un mingitorio sin lavamanos. El plan es que los usen y luego se recorran toda la escuela hasta el baño clausurado para higienizarse. Super práctico. Para completarla, desde el ministerio propusieron poner bidones de agua a la salida del baño para lavarse las manos.

Mediante un comunicado, la escuela aseguró que “el planteo del Ministerio de Educación de sostener las clases durante más de dos semanas con seis baños químicos para una población de 300 personas, es totalmente irresponsable y pone en riesgo la salud de jóvenes y adultxs”. “Se nos expuso al falso dilema de clases virtuales versus clases presenciales en estas condiciones precarizantes y antihigiénicas, desviando la responsabilidad única del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en dar una respuesta eficiente. Los docentes no rompimos los baños”, remarcaron.

Y el documento concluye explicando la operación de Acuña de manera clara: “No sabemos ni imaginamos cuánto más van a seguir invirtiendo los sentidos y las responsabilidades. Cuánto más van a hundir a la educación pública, pidiendo ´esfuerzos´ a trabajadores y menores de edad. Esos ´esfuerzos´ expresan la ausencia del Estado en obligación de dar cumplimiento a los derechos básicos, a tener una educación en condiciones de salubridad y que les docentes tengamos condiciones dignas de trabajo”.

En la misma semana de este hecho notorio para la historia de la gestión Acuña, también hubo un paro docente, al que se sumaron cuatro gremios. El primer motivo del paro fue la decisión unilateral de pasar las jornadas de capacitación de los y las docentes –que siempre se hicieron un día de semana- a los sábados, para poder contabilizar más días de clase. Los sindicatos UTE-CTERA, Sadop, Ademys y Camyp fueron los que convocaron el paro, que impactó fuertemente en todos los niveles educativos. Hubo abrazos a las escuelas, radios abiertas y semaforazos.

Remarcaron que la medida muestra “un desprecio a la capacitación pedagógica” que tanto dicen defender Larreta y Acuña (de hecho, la reforma del Estatuto docente, supuestamente, era en pos de que los docentes se capacitaran permanentemente).

“El PRO trata de hacer ver a las capacitaciones y los espacios de reflexión docente como momentos menores en la vida de la escuelas, como cosas sin importancia. Pero las EMI “son los únicos momentos que tiene una escuela para juntar a todos sus docentes a discutir sobre las situaciones que ocurren en las aulas, reflexionar sobre eso y generar estrategias para resolver los problemas. Fundamentalmente se resuelven cuestiones pedagógicas”, advirtieron. “Al pasar las EMIs a los sábados y darles carácter optativo, el gobierno porteño las vacía”, indicaron.

El jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, se mostró azorado por el paro: se preguntó de qué se quejan si se les va a pagar por ir un día más.

Tampoco vieron con buenos ojos el adelantamiento de las clases a febrero, algo que habían aceptado de manera excepcional por la cuarentena de 2020.

A todo esto se suma una larga serie de pedidos: reapertura de una mesa para discutir salarios y aumentos en la cantidad de vacantes “porque 55 mil chicos quedaron afuera” de la escolarización. También exigen recomposición y ampliación de las prestaciones de la obra social docente, construcción de escuelas en los barrios más desprotegidos, titularización de docentes y ampliación de cargos, asegurar micros para actividades fuera de la escuela y tener participación en la elaboración de los planes de estudios de los futuros maestros.

Todas cosas que Acuña no tuvo en cuenta hasta ahora. No se sorprendan si a esto se suman tomas de secundarios (ya comenzó una en el Acosta). Hace unos días, el ministerio de Educación envió un mensaje amenazante a las familias alertando sobre esa posibilidad.

Quizás tenga que ver con que maneja el ministerio sin hablar con los actores de la comunidad educativa, a los que –según sus numerosas gaffes- parece despreciar.

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