OPINIÓN

"Reforma educativa a sangre y fuego", por Werner Pertot

Una vez más el Gobierno porteño impuso a la comunidad educativa un cambio inconsulto: en este caso, la reforma del Estatuto Docente, que apunta a las capacitaciones en la UNICABA e intenta nuevamente golpear los Institutos de Formación docente.

Soledad Acuña, la de las frases célebres, una vez más impuso su voluntad a la manera que está habituada ya: sin consultarlo con nadie, empujando con el número de legisladores, sin abrir la discusión tampoco en la Legislatura, que –dicho sea de paso- estuvo vallada y defendida a sangre y fuego por la Policía de la Ciudad. Si la UNICABA –esa universidad para docentes que busca reemplazar a los Institutos de Formación docente- nació en medio de una represión a maestras y maestros en esa misma Legislatura, ahora la reforma del Estatuto Docente que vendió Horacio Rodríguez Larreta en marzo nace en un escenario similar, entre vallas y policías. En medio quedaron los reclamos de rever el proyecto, ampliar las titularizaciones e incluir a los Institutos de Formación docente en la capacitación que pregonan.

La característica de no consultar a nadie es ya una marca de agua de Acuña. Igual, se entiende: ¿cómo va a consultar a los docentes, si ya dijo que son fracasados? ¿Cómo lo va a hacer con los estudiantes, que si son pobres nos explicó que ya se perdieron en la droga o en el pasillo de una villa? Nada de eso era esperable. ¿Y hablar con legisladores de otras fuerzas políticas? Contrario al discurso que tienen en el Congreso nacional, donde cuestionan las leyes aprobadas a libro cerrado, en la Legislatura impusieron el número y no hubo una sola modificación a la ley que reforma el Estatuto Docente.

¿Cuál es el sentido de esta reforma?

-En primer lugar, desde el Gobierno porteño pregonaron que buscaban mejorar la capacitación y darle más peso por sobre la antigüedad. De nada sirvió que desde los gremios docentes advirtieran que la antigüedad ya no tiene tanto peso como antes. Se la cargaron en función de plantear capacitaciones que, como concepto teórico, todos promueven (los sindicatos también), pero que en la práctica serán muy otra cosa. ¿Se harán, por ejemplo, dentro del horario laboral? No, advierten los gremios, el o la docente que ya tiene tres trabajos para llegar a fin de mes ahora debería ver cómo hace para dedicar más tiempo a cursos por fuera de su horario laboral. Lo que, en la práctica, se convertirá en un juntar papelitos para poder construir un salario medianamente potable a través de los “incentivos salariales”.

-En segundo lugar, ¿dónde se darán esos cursos? Ahí quedó en claro otro carácter de la reforma: se harán prioritariamente en la UNICABA. Los Institutos de Formación docente quedan afuera… de la formación docente. La cruzada de Larreta y Acuña para eliminarlos nunca se terminó y este es otro capítulo. Como no los pudieron borrar de un plumazo, la idea es vaciarlos de a poco hasta que queden sin sentido.

-En tercer lugar, está el tema de las titularizaciones, algo que los y las docentes reclaman hace largo tiempo. Pero en lugar de saldar esa deuda con todos y todas, hay una decisión de restringirlo a un grupo más pequeño. Por eso hablaron de “titularizacion para pocos” y pedían que se extendiera del nivel medio al inicial y a las que dan clase en los Institutos de Formación docente que, por supuesto, se vuelven a quedar afuera. En los terciarios, como señaló el legislador Gabriel Solano, el 80 por ciento de los docentes son interinos.

-En cuarto lugar, la ley busca darle un rol de tutores a los preceptores, lo que va de la mano con la idea que ya esbozaron de ponerlos a dar clase en las horas libres. En la práctica, se trata de precarizar una tarea docente. Otra cosa sería que los tutores acompañaran a estudiantes que necesiten orientación en las múltiples problemáticas que se plantean en el sistema escolar. Pero lamentablemente, de las ideas a las prácticas hay un largo trecho.

Ocurre lo mismo con las pasantías que lanzaron al final del secundario: supuestamente, iban a servir para que un estudiante con intereses específicos pueda ir al CONICET a ver como se estudia un área de su interés. En la práctica –y ya hay denuncias concretas- consiste en perder horas de cursada para ir a preparar sanguches para una empresa amiga o hacer tareas gratuitas para un medio de comunicación cercano a Larreta.

Fue, entonces, una ley repudiada con un paro docente, con una movilización a la legislatura (en la que no faltaron las escaramuzas con la Policía de la Ciudad) y que se votó entre vallas. Se aprobó con 32 votos a favor y 27 en contra. Una nueva muestra de cómo concibe el diálogo realmente Larreta.

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