OPINIÓN

"En los pasillos de la villa se comenta", por Werner Pertot

La ministra de Educación, Soledad Acuña, sostuvo que es tarde para algunos estudiantes, que estarán “en los pasillos de la villa o en el narcotráfico”. Los fallos de conectividad que no cumplió. Otras frases célebres.

Es sorprendente la capacidad que tiene Soledad Acuña para ir ofendiendo y estigmatizando sucesivamente a todos los sectores de la comunidad educativa. Ya lo hizo con los docentes (a los que trató de fracasados, viejos y pobres) y ahora lo reiteró con los estudiantes de bajos recursos, sobre los que dijo que si dejaron el sistema educativo “ya es tarde” para ir a buscarlos, porque deben estar ya “en los pasillos de la villa o en el narcotráfico”. La asociación de pobreza y criminalidad le valió la crítica de casi todo el mundo democrático, excepto del PRO, en donde la felicitaron. La ministra no pidió disculpas, sino que insistió con sus ideas. En el camino, quedaron números incomprobables que arrojó, pero un fallo judicial que le ordenaba asistir a esa población en 2020 y que la ministra no se dignó a cumplir.

Era simplemente el anuncio de que las clases comenzaban el 21 de febrero con cien por ciento de presencialidad, pero Acuña decidió dejar otra de sus frases memorables. Dijo que ya era tarde para ir a buscar a los jóvenes que dejaron la escuela: “Esos chicos seguramente estarán perdidos en los pasillos de una villa o ya cayeron en actividades del narcotráfico". Como era de prever, le llovieron cuestionamientos de todos los wines, ante los cuales Acuña no solo no pidió perdón, sino que reafirmó lo que decía con varias decenas de tweets. Repasemos solos algunos.

*“Digamos las cosas como son: en CABA recuperamos al 98% de los chicos que habían perdido vínculo con su escuela durante el primer año de pandemia”, escribió. Es imposible verificar estos datos que lanza Acuña, dado que no abre las estadísticas, como se pudo comprobar esta misma semana.

De hecho, el Órgano Garante del Derecho de Acceso a la Información de la ciudad le exigió que entregue en un plazo de diez días hábiles las tasas de abandono escolar que le había pedido la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) a través de un mecanismo legal y que –según el propio organismo- Acuña retaceó la información. “Insuficiente e incompleta información”, señaló la entidad ante la respuesta del Ministerio de Educación porteño, luego de que ACIJ pidiera datos sobre los efectos de la pandemia en el sistema educativo, como matrícula inicial y final, porcentaje de alumnos y alumnas salidas sin pase a otro establecimiento, tasa de abandono interanual, tasa de promoción efectiva e índice de vulnerabilidad educativa, durante 2020 y 2021. El organismo entendió que Acuña “no había entregado debidamente la información requerida respecto de 6 de los 7 puntos solicitados”. “Si bien se trata de datos que debieran estar disponibles en el Anuario Estadístico del Sistema Educativo de la Ciudad, a la fecha no han sido publicados ni puestos a disposición resultados provisorios”, afirmaron desde ACIJ.

Entonces, si no podemos acceder a los datos, ¿cómo sabemos que es cierto lo que dice Acuña? Es creerle o reventar. Las estadísticas públicas y los actos de gobierno no deberían ser una cuestión de fe. Ni de marketing.

*En el mismo hilo de tweets la ministra de Educación hizo un llamativo reclamo: “Los responsables deben construir un plan para recuperar a esos miles y miles de chicos y chicas que hoy están desamparados. Es su obligación y es urgente.” ¿Quién es la responsable de revincular a esos chicos y chicas en la Ciudad de Buenos Aires? Acuña.

Entonces, ¿Acuña le dice a Acuña que se ponga las pilas? No. Le está exigiendo al Gobierno nacional que haga lo que ella tendría que estar haciendo: “Después de dos años sin tomar cartas en el asunto, es mucho más complejo para el gobierno nacional revincular a los chicos que abandonaron la escuela”. Acuña sabe que, desde los noventa, el Gobierno nacional no tiene escuelas, que dependen de cada distrito. No obstante, creo que el Gobierno nacional debe involucrarse en el tema (de hecho, señalan desde el Gobierno que implementó programas para favorecer el regreso a las aulas de los estudiantes).

*En otro hilo de tweets, Acuña sostuvo en 2020 eran 6500 chicos y chicas fuera del sistema educativo y que, gracias al trabajo de ella, ahora quedan 100 sin incorporarse. De nuevo: es incomprobable. Y encima se suma otro antecedente que echa sombras sobre esos números: el Gobierno nacional en 2020 le ofreció computadoras al GCBA y le pidió la lista de esos 6500 estudiantes para hacérselas llegar, pero Acuña nunca pasó la lista con los 6500 chicos que decía que estaban sin conexión, lo cual despertó muchas sospechas sobre la exactitud del número.

Peor aún: tampoco se ocupó ella de darle conexión a esos chicos, pese a que tuvo fallos judiciales que se lo ordenaban. Concretamente, en junio de 2020 el juez Andrés Gallardo dispuso que entregue a todos y todas las estudiantes en condición de vulnerabilidad social un dispositivo que le permita continuar con la educación a distancia. El magistrado ordenó al Gobierno porteño que instalara antenas que provean WiFi en todas las villas y asentamientos de la Ciudad (como existen, por ejemplo, en las plazas de algunos barrios pudientes). De no poder hacerlo, el juez indicó que debían entregar celulares con datos a los estudiantes de primaria que los necesiten.

¿Qué hizo Acuña? ¿Cumplió la orden judicial? No. Apeló el fallo y jamás lo cumplió. Tampoco aceptó las computadoras del Gobierno nacional. Y el año pasado recortaron 370 millones de pesos al Plan Sarmiento, para entregar computadoras a esos estudiantes. ¿Cuál es el sentido de que ahora diga que se perdieron dos años?

Lo único que está claro es que, con su frase, habló de chicos perdidos para la sociedad y asoció pobreza con narcotráfico. Tuvo el respaldo de múltiples dirigentes del PRO al decir esto, entre ellos, de Patricia Bullrich. Y tuvo el repudio de casi todo el resto: los gremios docentes, los organismos de derechos humanos, el Gobierno nacional, el INADI, los curas villeros, etcétera.

Acuña fue, además, contra una frase clásica en el mundo docente: “Nunca es tarde para estudiar”. En la polémica que le siguió, intentó convertir la discusión en parte de la campaña de las escuelas abiertas que usaron como caballito de batalla desde la cuarentena de 2020. No obstante, la ministra parece no querer advertir que eso no es lo que está en juego: que lo que le cuestionaron es que dijo que era “tarde” para esos estudiantes y que afirmó que los pobres, de no estar en la escuela, terminan en el narcotráfico como único destino posible. Es llamativo que no se le pase por la cabeza que tiene que pedir disculpas por lo que dijo, y que el resto del PRO salgan a bancarla como si fuera un Boca-River.

No es la primera vez, no obstante, que tiene declaraciones de este tipo. Antes había dicho sobre los docentes: “Empiezan a estudiar la carrera docente personas cada vez más grandes de edad que eligen la carrera docente como tercera o cuarta opción luego de haber fracasado en otras carreras”. Y luego coronó su desprecio con esta otra frase: “La verdad que son de los sectores cada vez más bajos socioeconómicos los que eligen estudiar la carrera docente”. En ese momento, se vio envuelta en una polémica que casi le cuesta el cargo. La salvó que salieron a recordar que estudió en una escuela en Bariloche donde estaba en el directorio el jerarca nazi Erich Priebke, y la ministra consiguió victimizarse e instalar que la estaban tratando de nazi.

Mientras tanto, sigue ofendiendo a cada vez más sectores del ámbito escolar. De hecho, solo le faltan los no docentes y los padres y madres, y completa la caracterización edificante de toda la comunidad educativa. Por supuesto, Larreta la mantuvo en el cargo en todas las oportunidades. Solo podemos concluir en que piensa lo mismo que su ministra.

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