OPINIÓN

"El regreso de la Gran Barata: la Legislatura habilitó torres para Costanera Norte, Sur y por toda la Ciudad" por Werner Pertot

Larreta no escuchó las audiencias públicas y avanzó con una serie de proyectos reclamados por los grandes especuladores inmobiliarios, en una Legislatura vallada.

No falla. Cada vez que el PRO se dispone a votar leyes antipopulares, la Legislatura aparece con un vallado perimetral digno de una película medieval. Es la forma que tiene Horacio Rodríguez Larreta de decirle a los y las manifestantes que no son bienvenidas. Tampoco fueron bienvenidas las disidencias de los socios radicales, que intentaron tibiamente frenar la ley IRSA y terminaron levantando la mano en cada negociado. Incluso, al paquete de torres por toda la Ciudad de Buenos Aires, le sumaron un blanqueo general para quienes hayan hecho grandes edificaciones por fuera de la ley. Fue una nueva Gran Barata, porque “todo tiene que venderse”, y habrá a partir de esto mayores ventas de terrenos públicos, como los del Costa Salguero que –por ahora- están frenados por fallos judiciales.Pero Larreta tiene un Tribunal Superior para ocuparse de eso. Cuando llega diciembre, ya la Legislatura tiene la tradición de hacer sesiones maratónicas donde se aprueba de todo y pasa lo más desapercibido posible. Fue en una de esas sesiones nocturnas que se aprobó la venta del Costa Salguero en 2019, mientras todo el mundo veía el cambio de Gobierno nacional. Se hizo tan a las apuradas (porque cambiaban las mayorías legislativas) que se violaron algunas normas constitucionales, como la necesidad de hacer una audiencia pública y dos votaciones. No lo digo yo, lo dicen fallos judiciales de primera y segunda instancia en contra de la ley de venta del Costa Salguero, que la tienen frenada.

Pero nada detiene al Larreta inmobiliario, que igual avanzó este año con una segunda ley, para darle al comprador la opción de hacer torres. Es la que se aprobó la semana pasada. Esa ley desató una resistencia nunca antes vista: campañas públicas, siete mil personas anotadas para una audiencia pública, de las que finalmente se presentaron unas dos mil y el 98 por ciento se mostró en contra. Las audiencias públicas para la Ley IRSA en Costanera Sur y para las diez torres que se construirán en distintos barrios porteños tuvieron un nivel similar de rechazo. Nada importó. Vale más la palabra del dueño de IRSA que la de miles de vecinos. Y es que algunas de las leyes fueron prácticamente compradas llave en mano por el Gobierno porteño a las constructoras.

Pasadas las elecciones, en las que el tema de la venta de terrenos pasó desapercibido, Larreta preparó una megasesión para aprobar todo junto y de un saque. Y antes del recambio legislativo (no me voy a cansar de decirlo: lo contrario a lo que plantean en el Congreso nacional). Así, en un suspiro, se definió el destino de más de cien hectáreas de terrenos en la Costanera sur y norte, es decir, todo el acceso al Río de la Plata. Y la decisión fue que todo sea privado y para torres de lujo para los sectores más pudientes. O para dejarlos vacíos luego y “ahorrar en ladrillo” como se puede observar en Puerto Madero. De hecho, la Ley IRSA habilita lo que llamaron un Puerto Madero 2.

Bastaron 36 votos para lograr todo esto, dado que no se requerían mayorías especiales. Hubo otros 22 del Frente de Todos y la izquierda en contra. A favor de esto estuvieron los sectores de Graciela Ocaña, Martín Lousteau, el radicalismo porteño (aunque hizo un amague de rebeldía que ya comentaremos más abajo), de Elisa Carrió y del socialismo de Roy Cortina.

Los proyectos de venta de Costa Salguero, el barrio privado en la zona de la ex Ciudad Deportiva de La Boca y las torres ya los conocíamos y fueron comentados en estas columnas de manera reiterada. Pero esto no bastó para el jueves inmobiliario: también sumaron una ley de "regularización" de "obras en contravención", que la oposición catalogó como "blanqueo" de construcciones ilegales. La norma da facilidades de pago y financiación de multas a aquellas constructoras que excedieron en hasta 5 mil metros cuadrados la capacidad constructiva que establece el Código de Edificación. Hasta hoy, el límite estaba en cien metros. Tal vez por eso las legisladores del FdT siguieron la sesión con carteles que decían: "Vende - ZonaPro. Larreta remata la costanera".

Para Costanera norte, no obstante, todavía deberán esperar un poco más. Cambiaron los permisos para construir, pero todavía no pueden vender el Costa Salguero, porque se los frenó el Poder Judicial. Larreta confía en que el Tribunal Superior de Justicia se lo habilite. La legisladora Lucía Cámpora dijo que sería “escandaloso que hagan un fallo a medida”. La verdad es que ya han hecho cosas peores.

Todavía está pendiente una iniciativa popular con 53 mil firmas para crear un parque público en el Costa Salguero. Al superar las 40 mil adhesiones, la Legislatura quedó obligada a debatir el proyecto cuando el TSJ termine de verificar las firmas. Todo indica que será rechazado por la mayoría inmobiliaria de Larreta.

Para IRSA, en cambio, es la culminación de más de una década de lobbys para conseguir hacer su barrio privado. Como señaló el periodista Federico Poore, ellos podían haber construido hace décadas, pero estaban esperando esta ley para hacer su megaemprendimiento. Es fuerte constatar que en medio año lograron que entrara la ley pasara por dos votaciones y una audiencia completamente en contra (pero que no es vinculante) y lograron su objetivo.

En la sesión, los radicales hicieron directamente un papelón. Pidieron reservar el proyecto para hacerle modificaciones. "Hay cosas que hemos recogido de la participación ciudadana que podemos seguir trabajando", anunció el ex ministro larretista y hombre del “Tano” Angelici, Martín Ocampo, quien enumeró nueve pedidos de modificación. Pero la moción solo fue acompañada por la oposición y no consiguió los votos necesarios. "Entonces adelantamos el voto negativo", dijo, nervioso, Ocampo. Cinco horas después, el propio legislador anunció que sí acompañarían el proyecto. Les votaron todo. La rebeldía radical duró poco (y eso que, sin los votos de UCR, el PRO y sus otros aliados no hubieran llegado a los 31 que necesitaba para sacar la Ley IRSA).

Las sesiones como estas muestran que el Concejo Deliberante –tan repudiado en su época- ha cambiado de nombre, pero no demasiado de prácticas.

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