MEMORIA

El Club Atlético se encuentra en obra por un reclamo histórico

Los trabajos en el ex Centro Clandestino de Detención Club Atlético apuntan a retirar el talud de tierra que sostenía la autopista. Luego se podrá descubrir la totalidad del sótano donde estuvieron secuestradas unas 1500 personas.


En poco tiempo, un reclamo histórico de sobrevivientes y familiares del Centro Clandestino de Detención Club Atlético comenzará a tomar forma cuando el equipo de arqueólogas de ese Espacio de Memoria pueda iniciar la excavación para descubrir los restos de lo que fue el edificio de la Policía Federal utilizado como centro clandestino de detención durante 1977, informa Tiempo Argentino.
 
En los últimos días se retiró el tramo de autopista que descansaba sobre el talud que cubre el sitio y se colocó sobre seis pilotes. Estos trabajos permitirán comenzar a quitar las toneladas de tierra que cubren casi el 90% del sitio y luego, en la primera mitad del año que viene, iniciar la investigación arqueológica para conocer lo que se esconde debajo, donde desde hace más de 40 años permanece enterrado el sótano y la planta baja del edificio que funcionó como campo de concentración.
 
Miguel D’Agostino es sobreviviente del Atlético y recuerda el momento en que descubrió el lugar exacto donde funcionaba, algunos meses después de ser liberado. Estaba parcialmente demolido, por lo que, desde la calle, a pocos metros de la avenida Paseo Colón y Cochabamba, se veían los calabozos del subsuelo donde había estado desaparecido entre julio y octubre de 1977.
 
“Si se encuentra como yo lo vi cuando lo tapaban, va ser muy potente, por las dimensiones que había en ese lugar, no era un sitio improvisado”, señala D’Agostino en diálogo con Tiempo Argentino. Menciona las más de 40 celdas, tres salas de tortura, la enfermería, los baños y la Leonera, “un espacio donde tiraban a los recién llegados”. Mientras que el espacio que se llamaba El Consejo y la sala de guardia ya están descubiertos en su totalidad o parcialmente. “Esto no era una sencilla comisaría, este era un sitio que trabajaba en magnitud a la par que la ESMA”, añade.
 
En diciembre de 1977, el centro clandestino fue desmontado y los detenidos y detenidas fueron llevados al Banco y luego al Olimpo, en lo que se conoce como Circuito ABO. La estructura fue luego derrumbada y sepultada para la construcción de la autopista.
 
A partir del testimonio de Miguel y de otros y otras sobrevivientes, se logró probar el lugar de funcionamiento del campo de concentración. Desde la vuelta de la democracia comenzó el reclamo, apoyado por organismos de Derechos Humanos y sociales, para poder excavar en ese lugar, algo que se logró recién en 2002, casi 20 años después.
 
Ese año se iniciaron las obras arqueológicas, que continuaron durante tres etapas. Se llegó a descubrir apenas una porción del sótano del edificio junto a miles de objetos que permitieron respaldar los testimonios de las víctimas. “Ya no era solo ‘Miguel dice que lo vio’. Abrimos y vimos que las paredes son de los colores que dicen los sobrevivientes, el croquis que hicieron los sobrevivientes coincide con lo que encontramos”, remarcó D’Agostino.
 
Después de esas primeras excavaciones, la investigación se tuvo que detener, ya que el talud de tierra que hasta hace unos días sostenía la autopista impedía su avance. La nueva obra sostiene la autopista a partir de seis pilotes y así se podrá retirar la tierra que cubre el sitio.
 
“En las próximas excavaciones se espera encontrar el resto de la arquitectura del sótano donde se sabe, a partir de la investigación de fuentes testimoniales y documentación histórica, que se hallaban los sectores de celdas y las salas de tortura, entre otros espacios. Además, se tiene la expectativa de encontrar otra gran cantidad de objetos relacionados al funcionamiento del centro clandestino que podrían ser reconocidos por sobrevivientes y familiares, como ha sucedido hasta el momento”, explica a Tiempo Argentino Valeria Contissa, conservadora e integrante del Equipo de trabajo del Espacio.
 
Contissa señala que los nuevos hallazgos podrían abrir nuevas líneas de investigación que permitan reconocer a más víctimas que pasaron por el Club Atlético. “Se calcula que pasaron por este lugar entre 1200 y 1500 personas, de las cuales se conoce hasta la fecha la identidad de solo un tercio de ellas. Es mucho aun lo que falta por conocer, por eso es tan importante avanzar con las investigaciones”, añade.
 
“Por otra parte, tanto la arquitectura hallada como los objetos refuerzan la información testimonial brindada por los sobrevivientes. En este sentido, el relato de los sobrevivientes es clave para el reconocimiento de lo que se espera encontrar. Constituye una guía en la búsqueda de espacios, materiales, inscripciones, objetos”, agrega Contissa.
 
Durante las primeras excavaciones se encontraron más de 1000 objetos en el lugar, muchos de los cuales han sido reconocidos por sobrevivientes. Una pelota de ping-pong, una gorra policial con una esvástica, son apenas dos de los objetos conservados en el sitio y que permitieron reforzar los relatos de los sobrevivientes, quienes coincidían en que constantemente escuchaban a todo volumen discursos de Hitler y el sonido de los guardias mientras jugaban al ping-pong.
 
Tanto los objetos como la estructura arquitectónica tienen también un valor como prueba en los juicios por delitos de lesa humanidad. Hasta el momento, se realizaron cuatro juicios orales por los crímenes cometidos en el circuito de centros clandestinos conocido como Atlético-Banco-Olimpo (ABO), que funcionó a lo largo de casi dos años (inicios de 1977 hasta enero de 1979).
 
En el circuito represivo operaron grupos de tareas que dependían del Primer Cuerpo del Ejército y del Batallón 601 de Inteligencia y estaban integrados por efectivos de la Policía Federal, el Ejército, el Servicio Penitenciario Federal y Gendarmería. El primer juicio se realizó en 2010. Hasta este año fueron condenados 26 represores por los crímenes cometidos contra casi 200 víctimas del centro clandestino “Club Atlético”.
 
La posibilidad de realizar estas nuevas obras apareció en 2016 en una negociación con el Gobierno nacional y de la Ciudad ya que el Paseo del Bajo y el Metrobús se habían planificado sin contemplar cómo afectarían al Espacio, declarado Lugar Histórico Nacional en 2014 y protegido desde 2009 por una medida de no innovar del juzgado de Daniel Rafecas.
 
Luego de una larga lucha encabezada por la Comisión de Trabajo y Consenso Club Atlético y el equipo de trabajo del Espacio, se firmaron dos convenios para compensar las afectaciones que podría sufrir el sitio: Autopistas Urbanas SA se comprometió a sostener la autopista a partir de seis pilotes y retirar el talud, y luego, junto con el Gobierno porteño, construirá un edificio de 1200 m2 que servirá como centro de interpretación del sitio.
 
Por otra parte, el Ministerio de Obras Publicas de la Nación realizará una cubierta de casi 3000 m2 ubicada sobre la totalidad de las parcelas históricas para proteger al Sitio de las inclemencias climáticas.
 


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