OPINIÓN

Vidal no termina de encontrar el tono para su campaña

La ex gobernadora viene atajando penales desde que comenzó su campaña. No solo los que esperaba, por su cambio de distrito, sino bastante fuego amigo.

Werner Pertot
Vidal con Lousteau y Tetaz, de campaña por Colegiales.


Había riesgos en presentarse en la Ciudad de Buenos Aires. María Eugenia Vidal lo sabía y estaba preparada para responder a las críticas por volver al distrito donde fue vicejefa porteña luego de haber sido gobernadora bonaerense. Tenía estudiadas todas las respuestas, pero sus propios aliados le cambiaron todas las preguntas. Y le quemaron los papeles. En lo que va de esta campaña, Vidal tuvo que explicar que no tiene candidatas que defiendan la soberanía británica de las Malvinas, que no concuerda con los dichos misóginos de otro integrante de su lista, que no va a debatir con los que compite en una interna porque “hay que escuchar a la gente”. Ninguno de esos ejes son los que buscaba para ordenar su campaña, que tiene paradas junto a Elisa Carrió, cuyo show no se sabe cuánto le aporta. Esta semana suma el desembarco en su campaña del ex presidente Mauricio Macri, que cada vez se parece más a la ultraderecha española que a la imagen de moderado que vendía hace seis o siete años. Recién hacia el final de la semana pasada, la foto de un cumpleaños en Olivos la ayudó a salir de los problemas que viene teniendo, aunque sea momentáneamente.

Había un libreto claramente ya preparado para responder a quienes la cuestionaran por cambiar de distrito, luego de que Vidal decidió que su carrera en la provincia de Buenos Aires terminó cuando perdió las elecciones de 2015. Las explicaciones que dio tal vez no hayan sido del todo contundentes (por ejemplo, ¿deja la provincia para dejar que crezcan otros dirigentes?). Para lo que quizás no estaban del todo preparados es para los escándalos y el fuego amigo que iban a recibir Vidal en tan solo las primeras semanas de su campaña. Repasemos.

Primero Vidal tuvo que responder a la acusación de Facundo Manes de que se iban a gastar la plata del Gobierno porteño en la campaña de Diego Santilli. Le dijo que le parecía una falta de respeto. Por si alguien se perdió, Manes va como candidato de Juntos por el Cambio, no del Frente de Todos. No había terminado de pasar esa discusión, cuando comenzaron los escándalos de los pocos candidatos que el ala dura del PRO logró incluir en su lista.

Empezó Sabrina Ajmechet, con sus tuits que dicen que La Noche de los Lápices fue un operativo contra Montoneros, o bien que las “Falkland Islands” son inglesas y la Argentina no tiene ninguna razón en reclamar la soberanía de esas islas. Ajmechet aceptó pedir disculpas y Vidal tuvo que salir a responder que no había ninguna candidata en su lista que pusiera en duda la soberanía argentina de las Islas Malvinas (quien haya leído los tuits de la candidata historiadora, sabe que eso es falso). Pero esto no fue nada comparado con lo de Fernando Iglesias.

Ahí a Vidal le faltaron reflejos, porque su primera reacción fue decir que “machismo hay en todos lados” y asegurar que todos en su lista “comparten los mismos valores”. Un día después, giró 180 grados y aseguró que no estaba de acuerdo con los tuits de Iglesias. Pero no hizo nada para apartarlo de la lista. Tampoco van a aceptar que se lo quiera excluir del Congreso.

A esta altura, uno se pregunta: ¿Vidal con quién compite? ¿Y Leandro Santoro? ¿Y Candela? ¿Y la moto?

Nada del discurso de Vidal estuvo controlado en este tiempo por ella, sino que la agenda se las impusieron los otros. Y lo que es peor: se la fijaron de forma negativa sus propios candidatos o aliados.

Por suerte, su campaña tiene paradas como la que hizo con Elisa Carrió, que para defenderla dijo que no la pueden tratar de “corrupta, de sucia, de gorda, de puta o de loca” (¿Y si cumpliera con alguna de esas últimas condiciones, sería criticable por ellas? ¿Cuál es el mensaje de la campaña?).

O tiene estiletazos de Ricardo López Murphy que, con ayuda de los medios que supuestamente la respaldan a Vidal, la metió en una discusión sobre por qué no debate con él y con Adolfo Rubinstein. La ex gobernadora dejó en claro que solo debatirá después de las PASO y, de esta forma, ninguneó a sus contendientes dentro de Juntos por el Cambio. Ellos le contestaron: fea la actitud. De nuevo, los argumentos brillaron por su ausencia: decir que no se debate porque “hay que escuchar a la gente” es una posición un tanto floja de papeles. Encima, los de las otras listas le buscaron tuits y declaraciones donde ella se mostraba a favor de los debates. Reitero: estas cosas se las están haciendo los de Juntos por el Cambio, no el Frente de Todos.

En comparación, Martín Tetaz parece más enfocado en chicanearse con Santoro y pasa de largo de las discusiones internas que se reproducen como hongos.

Solo la foto del cumpleaños de Fabiola Yañez le dio a Vidal (y a toda la oposición) un respiro de sus propios problemas: siempre es mejor concentrarse en los problemas ajenos. Si la polvareda de cuestionamientos y pedidos de juicio político terminan por pasar, seguirán existiendo las mismas diferencias en Juntos por el Cambio que antes.

Claro que para la campaña de Vidal lo mejor está por venir, ahora que regresó al país Mauricio Macri. Él manifestó su interés en participar de la campaña y ella lo invitó a hacerlo. Dado que la primera acción de Macri fue respaldar a Iglesias en su misoginia, seguramente se podrán esperar grandes cosas de su participación junto a Vidal en la campaña porteña que, ya a esta altura, parece una colección de tiros en el pie.

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