CIUDAD

“Ni se garantizó una presencialidad cuidada ni se garantiza la virtualidad”, por Julia Parody

Estamos promediando el año 2021, la pandemia continúa con fuerza y las políticas públicas para resolver la falta de conectividad y de dispositivos por parte del GCBA siguen brillando por su ausencia.

Julia Parody
Durante el 2020, en todos los ámbitos y en particular en educación nos encontramos con la necesidad de reinventarnos, pensar desde otro lugar nuestras prácticas, tanto en las escuelas como en los espacios educativos que construimos los movimientos sociales.

En un primer momento, cuando fue necesario pasar de la presencialidad a la virtualidad, algo que ya sabíamos se hizo más evidente: hay una enorme desigualdad social en la Ciudad de Buenos Aires. La falta de acceso tanto a internet en muchos barrios de la zona sur como de computadoras o dispositivos electrónicos en las casas de lxs pibxs se tradujo en la imposibilidad de sostener las clases virtuales durante el aislamiento.

Estamos promediando el año 2021, la pandemia continúa con fuerza y las políticas públicas para resolver la falta de conectividad y de dispositivos por parte del GCBA siguen brillando por su ausencia.

Las clases presenciales se convirtieron en el caballito de batalla del gobierno porteño. Argumentan que la educación es una prioridad, lo cual no se condice con los números del presupuesto que Rodríguez Larreta le asignó en CABA en el 2021: el ministerio de Acuña tiene el presupuesto más bajo de estos últimos años y representa el porcentaje más bajo del país a pesar de ser la ciudad más rica.

Para poder garantizar una presencialidad cuidada era importante hacer un plan de vacunación ordenado, tener en cuenta la infraestructura de las escuelas, generar las condiciones necesarias para que se puedan cumplir los protocolos, repartir los recursos de higiene suficientes, entre otras cosas. La Ciudad no cumplió con nada de esto y sigue sin hacerlo. No sorprende porque desde 2007 nos han dado suficientes pruebas de qué intereses representan y del lugar que tiene la educación pública entre sus prioridades.

En este contexto, nos parece fundamental contar con datos propios que nos permitan pensar acciones concretas que den cuenta de lo que realmente sucede en los barrios, generalmente alejado de lo que se muestra en los medios de comunicación hegemónicos y se repite en los discursos de Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta. Por eso, junto con otras organizaciones del campo popular llevamos adelante el relevamiento “Organización comunitaria”. Este relevamiento permitió que las familias nos compartieron las dificultades con las que se encontraron, por ejemplo, compartir un solo celular entre varixs hermanxs para hacer las tareas o quedarse sin datos móviles para descargar los materiales.

Más allá de la denuncia y de exigirle al gobierno porteño que garantice el derecho a la educación de todxs lxs niñxs, jóvenes y adultxs que viven en la Ciudad, las organizaciones sociales seguimos construyendo políticas, porque estamos en el territorio y porque estamos convencidxs de que la salida es entre todxs. Ante tanta desidia, hoy más que nunca las organizaciones sociales seguimos fortaleciendo la organización popular y comunitaria.

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