OPINIÓN

¿Quién controla los gastos de Larreta?

Hace una semana la presidenta de la Auditoría porteña advirtió sobre los gastos descontrolados durante la pandemia. Compras para prácticas de tiro y para jugar al bowling en plena cuarentena.

Werner Pertot


Pasó absolutamente desapercibo, como tantas cosas que ocurren con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. Pero la presidenta de la Auditoría General de la Ciudad, Mariana Gagliardi, salió a advertir que, luego de que le votaran los superpoderes al jefe de Gobierno para que pudiera reasignar partidas para combatir la pandemia, nunca se cumplió la cláusula que decía que iban a convocar a la Auditoría para controlar los gastos. No por casualidad el larretismo modificó el planteo de la oposición para que esa intervención del organismo de control fuera opcional y estuviera en manos de una comisión legislativa que se conformó de forma tardía y que está controlada por el oficialismo porteño. Los casos que se conocieron este año, aunque son de distinto calibre, son sólo una muestra de lo que hubiera pasado si se hubieran controlado los movimientos de fondos de manera sistemática.

Gagliardi es contundente en el planteo que hizo cuando está finalizando este 2020 pandémico: “El 29 de abril le envié una carta a Diego Santilli para ponerme a disposición para auditar las compras y contrataciones del Gobierno de la Ciudad en el marco de la pandemia. Teníamos en claro que estábamos atravesando un momento difícil y requería trabajar en conjunto para garantizar la correcta administración de los recursos de los y las porteñas”, advirtió Gagliardi. “Hasta el momento no se ha hecho ningún control sobre las compras y contrataciones realizadas, a pesar de que han trascendido múltiples ejemplos de sobreprecios e insumos en mal estado, como la adquisición de barbijos 3M -los cuales fueron adquiridos por un valor de 3000 pesos por unidad, que estaban vencidos hacía tres años y que concluyeron en denuncias penales-”, recordó la presidenta de la Auditoría porteña.

“Si bien se estableció que se deberían solicitar auditorías especiales a la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires -organismo que presido- después de 10 meses y a días que finalice el 2020 este pedido nunca llegó, lo cual demuestra una vez más la falta de voluntad política del Ejecutivo porteño para que se supervise su gestión”, destacó la funcionaria, quien remarcó que una auditoría no solo se fija en la transparencia de los gastos o de los procedimientos de la contratación, sino que permite sugerir en dónde invertir el dinero en un contexto de pandemia. Es decir, no se trata solo de transparencia o corrupción, sino de fijar prioridades y usar de manera útil y efectiva el dinero de nuestros impuestos. Veamos algunos ejemplos de lo contrario.

Los barbijos. Como contamos en Nueva Ciudad, el Gobierno de Larreta avanzó en una  compra de barbijos que involucraba a familiares de varios funcionarios, incluida una hermana del jefe de Gobierno y otros familiares relacionados con funcionarios de alto nivel. La compra fue de cinco millones de barbijos a un precio por unidad promedio de 3000 pesos. Si hubiera estado en funcionamiento un mecanismo de auditoría, les podrían haber señalado que el precio de mercado era más cercano a 289 pesos. Se calcula que el sobreprecio en esa compra llegaría a los 207 millones de pesos. A raíz de ese escándalo, que incluía también la contratación de hoteles, debieron renunciar Nicolás Montovio, subsecretario de Administración del Sistema de Salud, y Gonzalo Robredo, presidente del Ente de Turismo porteño. No obstante, en octubre Larreta volvió a ubicar a Robredo frente a ese organismo, luego de que el fiscal Maximiliano Vence sostuviera que no hubo irregularidades en la contratación.  Y aquí no ha pasado nada.

Viandas. Se sabe que las viandas a las personas aisladas en los hoteles dejaron mucho que desear. Lo que no se sabe es que las pagaron como si fuera caviar. Y que se hicieron con una contratación directa. En dos meses se gastó en esto 193.200.000 pesos. El servicio quedó en manos de unas pocas empresas: así Cateyco SA embolsó en total 126 millones de pesos, Sano y Bueno Catering SA, se llevó otros 38 millones, Baires Catering, unos 19 millones. Todo esto es solo una muestra sobre una contratación en medio de la pandemia, porque -una vez más- no hubo una auditoría exhaustiva.

Tiro al blanco. Hay más. En pleno ASPO, en julio de este año se destinó la suma de un millón 200 mil dólares al equipamiento deportivo para disciplinas de tiro en el Centro Deportivo de Tiro. Se trató de una contratación directa, que se le adjudicó a las empresas suiza SIUS AG, italiana Elettronica Progetti, francesa Laporte Ball-Trap y a Federico Gonzalo Gil. Eran equipos para polígonos de tiro.

Bowling for Larreta. Pero quizás uno de los gastos más llamativos de todos fue la compra de "equipamiento para bowling" por un monto total de 220.500 dólares. Fue también una contratación directa, en julio de este año, cuando la mayoría de la población porteña debía estar recluida. Fue destinado también al Centro de Tiro porteño que, al parecer, en plena pandemia debía ser equipado para jugar a los bolos. Además se gastaron nada menos que 1.051 millones de pesos en contratar a lo largo de un año "servicios de alquiler de elementos destinados al interés público, recreativo y cultural para uso de las reparticiones del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires".

Mientras tanto, el Gobierno de Larreta le dice que no hay plata a los trabajadores y trabajadoras de la salud (tuvo acampes de enfermeras y enfermeros y un paro de 36 horas de médicos y médicas la semana pasada) para mejorar sus salarios. Como señala la presidenta de la Auditoría, evaluar los gastos no es solo encontrar curros, sino ver qué se prioriza a la hora de usar los recursos públicos. Es obvio que en plena pandemia, antes que las trabajadoras y trabajadores de la salud, está el bowling. ¿O no?

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