CORONAVIRUS

"Abramos todo, ¿qué puede salir mal?", por Werner Pertot

El Gobierno porteño publicitó la reapertura de las escuelas, así como la de los shoppings, en un contexto en el que el final de la pandemia todavía parece estar lejos.

No debe haber sido la primera vez que pasaba. Pero fue la primera vez que lo vi con mis ojos: en la plaza a la que va mi hija, los otros padres levantaban a los niños y los pasaban por encima de la reja de la plaza para que pudieran jugar con los juegos de plaza, que siguen deshabilitados. ¿Es justo que les caiga a estas personas por un acto de irresponsabilidad? Veamos, primero, qué señales les están dando sus gobernantes: el Gobierno porteño anunció la reapertura de las escuelas (fueron, en verdad, dos) para que vuelvan, de a poco, los últimos cursos y aseguró que seguirá sumando niños, niñas y adolescentes hacia fin de año. También habilitó el retorno de los shoppings. Son todas señales que dicen “esto ya pasó”. Es el peligro de gobernar a través de las encuestas y siguiendo los humores sociales.

Cuando comenzó la pandemia, garpaba seguir la estrategia del presidente Alberto Fernández. Y allí estuvo Horacio Rodríguez Larreta, acompañando la cuarentena. Siete meses más tarde, es notorio el hartazgo social. Y el giro de Larreta también es notable: la tendencia es anunciar siempre más reaperturas, en un lento retorno a una normalidad que aún no es posible.

En esa línea fueron los anuncios educativos. Primero anunciaron el regreso de las escuelas públicas, en etapas. Aclararon que no eran clases sino “actividades escolares no educativas”. Más allá de los grandes titulares, en lo concreto lo que hubo fue una prueba piloto en dos escuelas técnicas (la número 35 y la número 27, del distrito 18). En la 35, fueron con las cámaras: donde debía haber 10 alumnos y alumnas, hubo cincuenta personas entre personal del ministerio de Educación, camarógrafos y noteros. Fue particularmente patético cuando un docente les pidió que se retiraran para ya dar comienzo a las clases y se burlaron de él. Y, por supuesto, no se fueron. Otra docente se quejó porque nadie les pidió permiso a las madres y padres (o a los propios estudiantes) para que su rostro saliera en televisión. Es lo que pasa cuando una actividad está armada para la foto y no con fines educativos.

Dos gremios (UTE-CTERA y Ademys) hicieron dos días de paro para dejar en claro que no es en su nombre que se hacen esas actividades. También señalaron algunos problemas: los docentes deben seguir dando clases virtuales, por lo que les duplicaron el trabajo; no está clara la propuesta pedagógica para esos encuentros, ya que no son clases; y –lo peor- como es voluntario no necesariamente concurrieron aquellos que quedaron desvinculados por no tener computadoras.

La segunda medida fue la habilitación de 169 escuelas privadas para que retornen a este tipo de actividades. Esto fue cuestionado por el sindicato de docentes privados SADOP, quien advirtió que es más “marketing político” que otra cosa. SADOP había hecho un relevamiento sobre 1400 escuelas y había indicado las falencias que hay para retornar a clases en pandemia.

“Las condiciones edilicias son bastante deplorables, muchas tienen problemas con el agua potable y las instalaciones eléctricas y de gas. El 68 por ciento de las escuelas no cuenta con un lugar acondicionado para aislar casos sospechosos de covid. No hay plan de evacuación ni se realizan capacitaciones de prevención de riesgo”, indicaban, tras ese relevamiento a nivel nacional.

Más datos:

-El 40 por ciento de los establecimientos no cuenta con la cantidad adecuada de baños para alumnos y docentes

-El 25 por ciento de los casos no hay suficiente agua para la limpieza.

-En el 59 por ciento de las instituciones no se realizaron capacitaciones de prevención de riesgo

-En el 43 por ciento de los casos no se garantiza el mantenimiento periódico de las instalaciones de iluminación y ventilación.

- El 30 por ciento de las escuelas cuenta con más de 30 alumnas y alumnos por curso

A las promocionadas medidas educativas, se les sumó –en la misma semana- la reapertura de los shoppings. Si bien es con un protocolo y con una cantidad máxima de personas, la cantidad de gente circulando en un espacio cerrado no es menor: en Abasto podrá recibir entre 2 mil y 2.500 personas; Paseo Alcorta, hasta 1.200 personas; y Alto Palermo hasta 1.400 personas.

El cumplimiento de los protocolos ya empezó a mostrar falencias desde el primer día. Por ejemplo, los empleadores deben garantizar el traslado de los trabajadores "sin la utilización del servicio público de colectivos, trenes y subtes". Una empleada del Abasto, cuando le consultaron, contó que tuvo que tomarse un tren y dos subtes. ¿Cuán generalizado será esto? ¿Cuánto impactará en la circulación y en los casos a futuro?

De pronto, los padres pasando a su hijos por encima de las rejas de la plaza en mi barrio no parecen tan extraños, ¿verdad? Si todo indica que ya estamos bien. ¿Lo estamos? 25 mil muertes y cerca de 950 mil casos positivos desde marzo me dicen que no. En la Ciudad, el viernes pasado, los casos nuevos fueron: 817 de residentes y 867 de no residentes que circularon por la Ciudad. Hagan las cuentas.

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