COMUNA 1

Un antiguo cementerio que está bajo la plaza Roberto Arlt

Fue el cementerio “de pobres y ahorcados” que funcionó entre 1738 y 1791, quedó debajo de la plaza Roberto Arlt en el barrio de San Nicolás.


En la plaza Roberto Arlt, ubicada en Rivadavia y Esmeralda, existe un espacio enrejado con doce jóvenes árboles especialmente plantados que simbolizan a doce personas que allí fueron enterradas entre 1738 y 1791. Los restos fueron localizados hace 20 años, consigna Infobae.
 
Las ejecuciones desde los tiempos en que Buenos Aires era una gobernación se llevaban a cabo en la Plaza Mayor, hoy Plaza de Mayo. El reo podía ser arcabuceado o morir luego de un cruel tormento con el garrote vil. La tarea estaba a cargo del verdugo, solía estar a cargo de esclavos, negros o presidiarios, que tenían como premio la reducción de su condena y con el adicional de que podían quedarse con las ropas del muerto.
 
Por lo general, cuando el condenado moría, se lo colgaba unas horas “a la expectación pública” y luego se depositaba el cuerpo en las puertas del Cabildo. Junto a éste, en un recipiente, los transeúntes arrojaban algunas monedas que servirían para cubrir los gastos del entierro.
 
Eran tiempos en que los cementerios no existían. Los muertos de las clases altas eran inhumados en las iglesias y los pobres eran enterrados en terrenos baldíos cercanos a las iglesias, hasta donde se los llevaba arrastrados por animales. El Rincón de las Ánimas (donde se levanta la actual sede del Banco Nación frente a Plaza de Mayo) era uno de esos lugares.
 
La que comenzó a velar por el destino de los huérfanos, desamparados y ejecutados fue la Hermandad de la Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, que había sido fundada por Juan Alonso González en 1727 con el propósito de enterrar a los muertos víctimas de una epidemia de viruela que se había desatado sobre la aldea que era Buenos Aires. Rápidamente, la Hermandad tuvo a su cargo un hospital de mujeres y la famosa Casa de los Niños Expósitos, y la iglesia de San Miguel era su centro de referencia.
 
Uno de los lugares utilizados para los entierros fue un terreno lindero con la iglesia Arcángel San Miguel, ubicada en la esquina de Bartolomé Mitre y Suipacha. Comenzó a construirse en 1731 y, además del cementerio para pobres y ajusticiados, la Hermandad levantó un hospital y un colegio para huérfanos.
 
En 1822, Bernardino Rivadavia, poderoso ministro de Gobierno de Manuel Rodríguez, dispuso el cierre de la Hermandad. Así, pasaron al Estado el Hospital de Mujeres, la Casa de Niños Expósitos –antecesora de la Casa Cuna- y la Casa de Huérfanas.
 
Los años pasaron, y ese cementerio, que hacía tiempo que no recibía muertos, pasó al olvido. Sobre la calle Esmeralda, se levantó en 1897 el edificio de la Asistencia Pública, en el que atendían seis médicos y una veintena de practicantes.
 
En 1960 esos edificios se demolieron y en 1971 se inauguró la plaza, que se bautizaría con el nombre del escritor Roberto Arlt, que había nacido muy cerca de ahí, en una casa de calle Bartolomé Mitre. Actualmente, ese espacio verde es el primer parque de la ciudad dedicado a la diversidad sexual.
 
En septiembre de 1999, el Centro de Arqueología Urbana, dependiente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, realizó excavaciones en el terreno en el que 200 años atrás se llevaban a cabo las inhumaciones.
 
El equipo liderado por el arquitecto Daniel Schavelzon, halló  810 piezas arqueológicas, entre huesos y dientes. Los restos, que estaban en un mal estado de conservación debido a la acidez del suelo, se encontraron concentrados en un perímetro reducido que los arqueólogos identificaron con una fosa común.
 
Se calcula que los restos descubiertos pertenecen a doce individuos, tres de ellos mujeres, una de las cuales mostraba claras marcas de un parto reciente o de un embarazo avanzado. Entre los huesos analizados, había una tibia perforada, producto de la acción del cepo, un instrumento de tortura que servía para inmovilizar de pies y manos de la víctima.
 
Se encontró también un esqueleto casi completo que aún tenía enlazado un collar de cuentas de vidrio pintadas. De otro cuerpo sólo fueron encontrados los dos miembros inferiores y la pelvis completa.
 
A pocos metros se halló una bóveda de desagüe hecha con ladrillos y con el piso de tierra para absorber los desechos cloacales, que dataría de 1850. Esa bóveda, de unos 5 metros de profundidad, fue enrejada y todavía se conserva. Asimismo, se hallaron pozos de basura de fines del siglo XVIII y principios del XIX.
 
“Recuerdo que de chico me llevaban a vacunar ahí; eran ambientes grandes, altos y oscuros”, remarca Schavelzon a Infobae, sobre el lugar donde funcionó tanto el Hospital de Mujeres y luego la Asistencia Pública. En las excavaciones se encontraron restos de vajilla con las que les daba de comer a los internados, utensilios médicos y hasta pedazos de carruajes y herraduras, presumiblemente pertenecientes a los carros que se usaban para el traslado de enfermos.


COMENTARIOS