OPINIÓN

Hotel desalojado: la costumbre de echar personas a la calle en plena crisis

Ya de por sí los hoteles de Constitución carecen muchas veces de las condiciones mínimas de habitabilidad. La semana pasada, además, se sumó un desalojo con disparos y chorros de agua. Pese a las promesas del debate, la política habitacional no cambia.

Werner Pertot
Foto: @CTAACapital


Lo hemos contado muchas veces: la resolución de la situación de las personas en situación de calle deja mucho que desear, por usar un término muy generoso. Cuando logran conseguir un subsidio habitacional suelen terminar en habitaciones de hoteles que no tienen mucho que envidiarle a la calle. Y tienen, con suerte, que judicializar su situación para no volver a la calle a los pocos meses, cuando se les termina el subsidio. A esa situación, que de por sí no resuelve nada, se le sumó la semana pasado un violento desalojo de 30 familias que vivía en un hotel sobre la calle Solís en Constitución. Los vecinos habían pedido una mesa de diálogo con el Gobierno porteño para evitar quedarse en la calle: querían seguir pagando, dado que fueron víctimas de una persona que subalquilaba las piezas (lo que muestra lo complejo del entramado que tienen que atravesar estas familias). Les respondieron con gases, chorros de agua y disparos, según los testigos que vieron el desalojo.

Podríamos perder el tiempo con el debate del debate porteño entre jefes de Gobierno. Pero la verdad es que nos dejó muy poco. Las reglas impidieron que nadie cruce realmente a Horacio Rodríguez Larreta, que se dedicó a arrojar cifras luego desmentidas por los gremios docentes sobre la cantidad de jardines construidos y a prometer otra política de vivienda, que no estaría apareciendo.

Se sabe: la emergencia habitacional viene de hace rato y no va a mejorar, claramente, en un contexto de aumento de la pobreza, de la desocupación y del costo de vida, con alquileres por las nubes. Mucho antes de este panorama desolador, en Nueva Ciudad hicimos un informe donde buscamos contar la situación de los hotelados, es decir, de las personas que para no vivir en la calle terminan en hoteles o pensiones, sobre todo por Constitución. Hace poco, los hoteles volvieron a ser noticia por un incendio en uno de ellos, en el que murió un nene de tres años. Como contó este sitio, en el mismo hotel de Flores había muerto en otro incendio una nena hace seis años. En ese caso, la investigación encontró responsabilidades de los dueños. La niña no pudo escapar del incendio porque la puerta de la habitación en la que estaba no tenía picaporte.

El caso de la semana pasada se dio en Constitución, en Solis 2152, donde llegó la Policía de la Ciudad para desalojar a 30 familias. Según presenció el periodista Mauricio Polchi, la Policía les tiró chorros de agua y disparos de goma para sacarlos del lugar.



En diálogo con este portal, Jorge, que acompañaba a las familias contó que creían que el desalojo se había frenado y que iba a haber una mesa de diálogo con el Gobierno porteño, pero fue todo mentira: “El freno de ayer fue un engaño, una mentira a la gente; la oficial de Justicia le mintió deliberadamente a la gente”. "Le pegaron a mis hijos. Están sacando a las familias", denunció una mujer. La Policía de la Ciudad llegó a tirarle gases lacrimógenos, incluso, a los vecinos que se acercaron a solidarizarse. "Gasearon y reprimieron a niños, vecinos y hasta al Defensor del Pueblo, Alejandro Amor", contó Daniel Catalano, de ATE Capital.

Claudia Molina, otra de las vecinas, relató: "Vivo en Solís hace dos años y medio. Tuvimos mucho miedo porque estuvo la Policía que se nos venía encima y nosotros que estábamos aquí resistiendo porque no tenemos realmente dónde ir. Nosotros queremos pagar, ya sea un alquiler acá o una cuota de un préstamo, no queremos que se nos regale nada".

El problema –y acá se empiezan a ver las difíciles tramas que se arman en torno a las personas que están por quedar en la calle o que vienen de vivir allí- es que el hotel funcionaba sin habilitación y los vecinos le pagaban a un encargado que tenía la relación con la propietaria, pagaba los alquileres y luego subalquilaba las habitaciones. Esa persona se fue y dejó a todo el mundo con un juicio de desalojo sobre sus cabezas.

Las 30 familias intentaron que podían hacerse cargo ellas mismas del pago del alquiler, pero la propietaria no quiso saber nada: los quería echar. Y consiguió que el juez Juan Perozzielo Vizier emitiera una orden de desalojo. Los echaron con violencia y luego les permitieron, en un gesto de suprema gentileza, que pasaran a retirar sus pertenencias. En el medio, se llevaron a seis detenidos “por agredir al personal policial, resistencia a la autoridad, atentado y lesiones”. Además de ser desalojadas, esas personas deberán enfrentar una causa en el fuero contravencional.

¿Y el Gobierno porteño? Bien, gracias. No dio señales de vida en todo el conflicto, como tampoco lo había hecho cuando estuvieron a punto de desalojar a la Casa Santa Cruz, donde viven 106 familias con 130 niños y niñas. Como contamos por acá, allí fue la intervención del defensor del Pueblo y del asesor tutelar Gustavo Moreno lo que frenó el desalojo. En este caso, no se pudo evitar. Y estamos hablando de los casos que salen a la luz. Los desalojos siguen en plena crisis económica, sin que Larreta haga nada. O sí: lo que hace es permitir que ocurra.

COMENTARIOS