MEMORIA

Proponen declarar patrimonio de la humanidad al Museo de la ex ESMA

Como parte de los festejos por sus cuatro años, el Museo Sitio de Memoria ESMA presentó su postulación ante la Unesco como patrimonio histórico y mundial.


El Museo Sitio de Memoria ESMA es un símbolo no solo del plan de tortura y exterminio que desplegó la última dictadura cívico militar en el país, sino también de la lucha que vino después, en contra del olvido y en reclamo de justicia. Esas razones son las principales por las que los referentes del sitio, con el acompañamiento del Estado argentino, decidieron presentarlo como candidato a patrimonio mundial de la Unesco.
 
“Somos ejemplo mundial en memoria, verdad y justicia”, remarcó Alejandra Naftal, actual directora ejecutiva del Museo Sitio de Memoria ESMA. Las autoridades del Museo aprovecharon la celebración de los cuatro años del espacio, que tuvo lugar el viernes pasado, para anunciar la presentación de la candidatura, informa Página 12.
 
Del festejo participaron más de 400 personas entre las que se destacaron la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y la cantante Elena Roger. El ministro de Justicia, Germán Garavano, y el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, se comprometieron con la causa.
 
El camino comenzó en diciembre de 2015, cuando antes de dejar el gobierno el kirchnerismo realizó la presentación formal del Museo Sitio de Memoria de la ESMA como precandidato a patrimonio mundial de la Unesco. Esa presentación se realizó ante la Comisión Nacional Argentina de Cooperación con la Unesco (Conaplu), una red interministerial que tiene como objetivo el vínculo entre el Estado argentino y la sociedad civil con los grandes temas de incumbencia de la Unesco: educación, cultura, ciencias, comunicación e información. La Conaplu aceptó la propuesta en abril de 2016.
 
El segundo paso fue armar una comisión, que está integrada por trabajadores vinculados al sitio de memoria y presentar un plan de trabajo. “Unesco recomienda entre dos y tres años de preparación del expediente de la candidatura”, destacó Naftal a Página 12. Es que una vez presentado, si es rechazado ya no hay una segunda chance. El organismo internacional solicita un desarrollo técnico del bien y otro que demuestre el compromiso del Estado argentino para con él. “A Unesco le interesa el compromiso de los Estados y no de los gobiernos no solo con los espacios, sino con comprenderlos como un patrimonio mundial”, añadió la directora del museo.
 
La idea es competir en la categoría Patrimonio Histórico y Mundial del Nunca Más, desde la que la Unesco reconoce determinados lugares que considera que son dignos de recordar “por lo que históricamente han supuesto”, destaca el organismo. Lugares que “por haber sido testigo de violaciones de derechos humanos y tragedias en la historia de la humanidad, merecen no quedar en el olvido”, sostiene, como el campo de concentración y exterminio nazi Auschwitz-Birkenau, el Memorial de la Paz de Hiroshima, la isla senegalesa de Gorea o el Barrio del Puente Viejo en el centro histórico de Mostar, en Bosnia y Herzegovina.
 
Solo el 1% de los bienes destacados por la Unesco son sitios de memoria. El primer desafío fue definir el “valor universal y excepcional” del museo. Es que para la Unesco, los lugares o bienes plausibles de ser considerados patrimonio mundial deben ser excepcionales, es decir, representar algo o algún hecho que no se halle en otro lado del mundo y, a la vez, de valor para el mundo.
 
De ser seleccionado, el museo sería el primer bien destacado por la Unesco dentro de esta categoría de América Latina. La directora del museo destacó que la ESMA, “como edificio, se mantiene igual que cuando fue centro clandestino y por eso es prueba judicial” sobre los crímenes de lesa humanidad que el terrorismo de Estado cometió en el país entre 1976 y 1983. Sin embargo, tiene la particularidad de que “representa el plan de exterminio en su totalidad porque allí se llevaron a cabo cada uno de sus pasos: fue un lugar de secuestro, de tortura, de muerte, fue maternidad clandestina, espacio de trabajo esclavo y punto de partida de vuelos de la muerte”, reflexionó Naftal. El otro potencial del lugar es que es “un ejemplo del proceso de justicia” en relación con los crímenes de lesa humanidad que nació con la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
 
Para el museo y para el Estado argentino, lograr la selección sería bueno porque “multiplica la visibilidad internacional del espacio, de los hechos que allí sucedieron y del trabajo de quienes lo preservan como espacio de memoria y de lucha contra el olvido”, apostó Naftal. Pero, también, porque sería una forma de comprometer al Estado argentino, y a los gobiernos que sucedan en su gestión, a destinar recursos para mantener el lugar con los estándares reclamados por la Unesco para bienes de patrimonio mundial: que esté bien preservado, que cuente con una gestión que se ocupe de eso, que cuente con una planta de trabajadores consecuente. El organismo hace revisiones permanentes de los lugares y bienes declarados patrimonio mundial. “Si el Estado no cumple con esos requisitos, la Unesco puede quitar la declaración”, advirtió la coordinadora del espacio.
 
Por el momento, el equipo de trabajo está comenzando a reconstruir la historia del lugar desde diferentes perspectivas: la histórica, la arquitectónica y patrimonial y la simbólica. En esa reconstrucción, los sobrevivientes de los años en los que el lugar se convirtió en una sede del infierno, es fundamental. Sobre ellos, Naftal recalcó: “Sin ellos, la presentación de la candidatura, la construcción del espacio en museo, es y hubiera sido imposible. Sin ellos y sin quienes defienden el espacio como sitio de memoria. Porque estos lugares solo se reconstruyen resignificándose en el presente y ESMA, como otros sitios, lo ha logrado. Hay un acuerdo entre los argentinos sobre la no vuelta atrás. Nada de lo que pasó en la ESMA puede volver a pasar”.
 


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