EL COMPLEJO HOSPITALARIO SUR

Te cierro el hospital

Esta semana se oficializó el avance que culminará con el cierre de cuatro hospitales porteños. Mientras se recorta la salud, la Policía de la Ciudad siguió repartiendo palos entre senegaleses y dirigentes sociales. Hay constantes en el PRO que no se pierden.

Werner Pertot


Ya la Policía de la Ciudad no tiene que envidiarle nada a sus avatares anteriores: la Metropolitana y la Federal. En su corta existencia, acumuló un impresionante prontuario en materia de represión, que incluyen atropellar cartoneros, gasear jubilados, hostigar inmigrantes de piel negra y, como hit de la última semana, apalear dirigentes sociales y detener a Juan Grabois junto con otros que venían a protestar por una represión. Sería ya la represión de la represión. O bien, como Grabois querían detener la segunda represión, podría llamársele la represión de la represión de la represión. Represión al cubo. Mientras los funcionarios políticos salían a bancar la brutalidad policial, Nueva Ciudad dio cuenta de otro avance del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, sobre la salud pública: la creación del Complejo Hospitalario Sur que, según vienen denunciando, implica eliminar cuatro hospitales y disponer de sus terrenos para la venta.

En muchos sentidos, Larreta está logrando avanzar hasta límites que Macri solo pudo soñar. Por un lado tiene un paraguas espectacular, proporcionado por los escándalos nacionales y la situación económica que dejan en un lugar distante sus movidas en la Ciudad. En segundo lugar, tiene un blindaje importante por parte de los medios hegemónicos (busquen y fíjense cuántos lo responsabilizaron por la represión de la semana pasada). En tercer lugar, tiene mayorías holgadas producto de que el PRO gana todas las elecciones legislativas desde 2003 hasta ahora. Mayorías incluso más importantes que las que tuvo Macri como jefe de Gobierno porque consiguió sumar a los diputados de Elisa Carrió y, hace poco, también a los de Martín Lousteau.

Por todo esto, no sorprende que Larreta se sienta tranquilo a la hora de reprimir a los vendedores senegaleses, luego reprimir a los manifestantes que van a la puerta de la comisaría a pedir su liberación y, por último, detener a los dirigentes que se acercan a intentar frenar la represión. De este caso Juan Grabois fue el más renombrado por su visibilidad nacional, pero fueron sus compañeros y compañeras –sobre todo, estas últimas- las que se llevaron la peor parte de las golpizas y vejámenes.

Como suele ocurrir, no hubo ni sumario ni acciones para separar a los policías que cometieron estas acciones. En su lugar, hubo un férreo respaldo político por parte del ministro de Justicia y Seguridad, Martín Ocampo, cuyas disputas con Patricia Bullrich por utilizar la policía para reprimir manifestantes quedaron hace tiempo saldadas a favor de ella. Ocampo sostuvo que a Grabois lo detuvieron por intentar liberar a los senegales en forma violenta. Hagamos una composición de lugar: los senegaleses estaban detenidos en la comisaría de San Juan y Entre Ríos. Grabois llegó en plena represión a los que reclamaban su liberación. ¿Qué sería la actitud violenta que le endilga el ministro al dirigente social? ¿Intentó entrar pegando patadas voladoras a la comisaría a liberarlos, como en las películas? Es poco serio.

Se pueden decir muchas cosas del macrismo, pero no que le falte coherencia en el rumbo. Además de los palos, que empezaron temprano con la represión en el Borda, la subejecución en el área de salud fue una constante desde la llegada de Macri y ahora, con Larreta, se le suma el cierre de hospitales para dedicar sus terrenos a la especulación inmobiliaria. La iniciativa no es nueva: ya la había propuesto Macri en 2010, pero en ese momento no había obtenido consenso alguno. Esto lo vienen denunciando los trabajadores de los hospitales desde hace tiempo, pero la semana pasada Larreta lo anunció oficialmente. Concretamente, lo que ocurrió es que se creó, bajo el Ministerio de Salud, la unidad especial Complejo Hospitalario Sur, que es el nombre que lleva la iniciativa que subsumirá cinco hospitales en el predio del Muñiz. Y eliminará los otros cuatro: adiós al Hospital de Gastroenterología Udaondo, al de Rehabilitación Respiratoria Ferrer, al Hospital oncológico Marie Curie y al Instituto de Rehabilitación Física.

Por supuesto, los trabajadores, los pacientes y la comunidad de salud vienen resistiendo y haciendo protestas en contra que no fueron oídas por el Gobierno porteño. Señalan que cada institución tiene su especialidad, que deberán convivir pacientes con distintos tipos de patología, con la consecuente posibilidad de mayores contagios intrahospitalarios y, además, sospechan que la unificación vendrá acompañada de despidos y el achique de la planta, de la misma forma que subsumir 29 profesorados en la UNICABA claramente era una reducción.

Desde el ministerio de Salud, que conduce Ana Bou Pérez intentan enfriar la cuestión. Ante las consultas, dicen que por ahora siguen “trabajando en la factibilidad”, pero la iniciativa avanza “despacito y en silencio”, como dijo alguna vez Larreta que se hacían los desalojos. La iniciativa requiere demoler parte del Muñiz, adaptar pabellones, lo que implica que cualquier definición sobre el tema no hará que el traslado sea inmediato. Si nada obliga a Larreta a cambiar el plan, seguramente en 2019 se avance con la votación y las obras se hagan para concretar en 2021 la desaparición de cuatro hospitales. Parte de las obras se pagarán con la venta de los terrenos. No se entiende cuál sería, en este sentido, el beneficio para los porteños de perder hospitales y liquidar activos del Estado. En cambio, para la especulación inmobiliaria, el negocio es redondo.

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