LARRETA VS LOS RADICALES

Poné la fecha

Pese a haber conformado Cambiemos porteño, las diferencias entre Larreta y los radicales siguen en pie. Entre otras, por la fecha de las elecciones porteñas que el jefe de Gobierno busca imponer en una nueva reforma electoral.

Werner Pertot


A principios de este mes –es decir, hace años, cuando la idea de un dólar superando los 40 pesos era un delirio-, en el PRO festejaron la creación de Cambiemos porteño. Firmaron el pacto en el Tortoni los representantes de la UCR y del macrismo y, como trasfondo, quedó claro que se vendría una interna en 2019 entre el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta -que esta semana blanqueó su intención de reelegir- y quien busca reemplazarlo, Martín Lousteau, todo dentro del oficialismo porteño. Y todo también, a pedir de Mauricio Macri: bajo su boleta presidencial, de forma que las dos candidaturas le sumen votos para su proyecto de reelección nacional. No obstante, ya advertíamos por aquí que había puntos en los que no se ponían de acuerdo. Uno volvió a estallar esta semana: la definición de la fecha de las elecciones porteñas. Los radicales no quieren que sean pegadas a las nacionales. Larreta envió un proyecto a la legislatura que le da la posibilidad (y la discrecionalidad total) de decidir la fecha.

Al principio, era todo risas. Cuando firmaron el acuerdo en el Tortoni las distintas fuerzas que conformaron Cambiemos porteño se congratularon de que, por fin, la alianza entre radicales macristas y lilitos existía en todo el país. Habían logrado capear la furia de Elisa Carrió cuando se dio el pacto entre Daniel “El Tano” Angelici y Enrique “Coti” Nosiglia, una de las claves de cómo se fue logrando el acuerdo porteño. También se había vencido la resistencia de Larreta, quien había demorado todo lo posible el pacto, pese al pedido expreso de Macri de conformar la alianza y plegarse todos bajo su boleta.

Para los radicales, este acuerdo de principios de este mes implicaba conseguir lo que les negaron en 2017: ir a una interna entre Larreta y Lousteau. Claro que ya no es el candidato que casi lo lleva a la derrota al actual jefe de Gobierno, que venció por tan solo 3 puntos de diferencia en el ballotage de 2015. Es un Lousteau que en 2017 tuvo la mitad de los votos. Los macristas confían en que este candidato encogido no les planteará un problema (si es que llega a presentarse, piensan algunos macristas). Ya lo limpiaron de todas sus aliadas políticas -primero lo dejó Elisa Carrió, después Graciela Ocaña- y lo que lo que no le quitaron los macristas lo perdió solo: el socialismo porteño fue el último en abandonar la alianza que supo sostener la candidatura de Lousteau en el lejano 2015.

En el documento que firmaron a principios de este mes radicales y macristas, dejaron en claro que cada lista podrá presentar candidatos a las PASO y que las listas luego se conformarán con el sistema D’hont con un piso del 15 por ciento. Con estos puntos acordados, parecía que los problemas estaban ya lejos. Pero los nubarrones volvieron esta semana con una discordia que, en rigor, nunca se resolvió. Tiene que ver con la fecha de las elecciones. Obviamente a los radicales no les conviene una elección pegada a las nacionales donde Larreta se podrá pasear junto con Macri (bueno… esto suponiendo que la imagen del presidente se recupere después de las últimas novedades económicas que arrecian sobre su gobierno y sobre todos nosotros). Los correligionarios quieren una elección porteña separada de las nacionales, como fue históricamente.

Por eso, no es sorprendente que se opongan al proyecto de reforma electoral que presentó Larreta. El legislador Juan Nosiglia ya había presentado un proyecto para mantener desdobladas las elecciones porteñas e, incluso, quitarle al jefe de Gobierno la potestad de definir la fecha. En esa iniciativa, la fecha sería siempre en junio. Y si un Gobierno nacional decidiera convocar las elecciones en la misma fecha, se moverían a septiembre. El proyecto de Larreta expresa todo lo contrario: discrecionalidad total para el jefe de Gobierno. En la reforma electoral, que ya discuten las comisiones de Asuntos Constitucionales y Reforma Política, le deja la decisión al Gobernador porteño con un agregado: lo libera de la prohibición de unirla con las nacionales que rige hasta ahora.

Noten el doble juego: Larreta puede unirla con las nacionales como le pide Macri… o no. El jefe de Gobierno se guarda esa carta en caso que vea que la imagen del presidente caiga en llamas durante 2019, producto de una crisis económica que no amaina y de un ajuste que no cierra. Leal en público hasta ahora, Larreta piensa que no tiene por qué prenderse fuego con él. De hecho, este año hizo todo lo que pudo por alejarse del líder del PRO, con sutileza pero sin pausa. Hasta llegó a considerar la posibilidad de suplantarlo en 2019 si no fuera viable la reelección de Macri. Por ahora, el plan A –que Larreta confirmó esta semana para alejar los rumores de que se iría a ser jefe de Gabinete nacional- es reelegir en la Ciudad.

La reforma política hará también cambios en el financiamiento de las campañas –un tema álgido, entre cuadernos y aportantes truchos- y establecerá debates obligatorios entre candidatos, algo que no es novedoso: sin ley, los candidatos porteños han ido a debates por doquier, excepto cuando Macri se negó a participar de uno organizado por la UBA. Fue el único que faltó esa vez. El proyecto también incorpora, de forma saludable, la paridad de género.

La votación del Código electoral podría darse a fines de septiembre. Habrá que ver cuánto se tensa la cuerda con los radicales para esa fecha. Por lo pronto, después de creado Cambiemos porteño, se negaron a fusionar su bloque con los oficialistas. Si nada cambia y todo sigue como viene, se dará la paradoja de que la iniciativa de Larreta tendrá muchos votos de sus adversarios en la Legislatura y la furibunda oposición de sus nuevos aliados.

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