OPINIÓN

Una Ciudad con dos caras

La Ciudad de Buenos Aires está dividida casi en mitades. Un norte rico y un sur pobre. Historias como las de Fabián y Tomás nos muestran como convivimos día a día con la desigualdad.

Matias Barroetaveña

Fabián está tranquilo. Sus ingresos familiares rondan los 33.000 pesos, están muy cerca del promedio de ingresos de la zona donde vive. Tiene un trabajo estable y no tiene miedo de perderlo (menos del 5% de sus vecinos está desempleado) aunque en el último año empezó a pensar en eso. Está en blanco al igual que el 80% de los trabajadores de su comuna. Vive en una casa cómoda, a tres cuadras del subte. Su hijo va al secundario, a colegio privado, doble escolaridad y nunca repitió. Tampoco lo hicieron sus compañeros. Fabián tiene 47años, y si llega al promedio de esperanza de vida de su barrio, va a vivir 30 años más. Vive en Belgrano.

Tomás vive a 15 kilómetros de Fabián. En transporte público, a una hora y media. Tomás y su mujer están desempleados, al igual que el 15% de sus vecinos. Muchos perdieron el trabajo este año. El último empleo de Tomás fue una changa en construcción donde no lo registraron. Un tercio de los que tiene la suerte de tener trabajo en el barrio está así. Vive hacinado en un dos ambientes y el colectivo más cercano pasa a diez cuadras. Uno de sus chicos repitió; la menor no tiene vacantes en el jardín. No son los únicos, son muchos los que están en esa situación. Al igual que Fabián, Tomás tiene 47 años. En su barrio la esperanza de vida es de 68 años, casi diez menos que en Belgrano. Tomás vive en Lugano.

Los dos casos anteriores son una muestra de las dos ciudades en las que se fracturó Buenos Aires. Un norte próspero y un sur olvidado. En los últimos años (y en 2016 particularmente) esa grieta no ha hecho más que agigantarse. La gestión del PRO no tuvo (ni tiene) a la desigualdad en su agenda de problemas a resolver. Eso no es un olvido, es una decisión política; una forma de entender la sociedad. En un mundo donde los clivajes políticos se tensan más y más, el PRO se acaba de sumar a la “internacional de derechas” donde convive con los republicanos norteamericanos, los conservadores ingleses y los “populares” españoles. Una clara demostración de valores e ideas.

Repasemos rápidamente algunos números de Buenos Aires. El Ingreso total familiar medio, a cifras del tercer trimestre de 2016, fue de $33.541 en el norte y de $21.798 en el sur. Una diferencia de 54%. Hace un año era del 43%. La tasa de desocupación, siempre con datos del tercer trimestre de 2016, es de 4,6% en el norte de la ciudad. En el sur se triplica alcanzando el 14,5%. Al igual que con los ingresos, la brecha se agigantó en el último año: en el tercer trimestre de 2015 las tasas eran de 5,7% (norte) y de 8,9% (sur). La proporción de trabajadores sin descuento jubilatorio llega al 20,4% en el norte mientras en el sur trepa a 33,7%.

Tantas son las diferencias que la esperanza de vida en el sur de la ciudad es de diez años menos que en el norte.



Como decíamos antes, hoy en la Ciudad de Buenos Aires conviven, a una hora de distancia, dos ciudades. En la Comuna 13, por ejemplo, los hogares en situación de hacinamiento son apenas el 2,5%. En la Comuna 8, son el 21,1%. Esa desigualdad se observa en la vivienda, en el mercado de trabajo, en los ingresos y, también, en los servicios que debe ofrecer el gobierno de la Ciudad. Es en el sur donde se observa el mayor faltante de vacantes en el sistema educativo público. Allí la tasa de repitencia es altísima, particularmente en los secundarios públicos. Es en el sur donde el deficitario sistema de salud impacta duramente, y en los más indefensos. La tasa de mortalidad infantil (2013-2015) fue de 10,7 por cada mil nacidos vivos en la Comuna 8. Duplicó a las Comunas 12 y 13.

Tantas son las diferencias que la esperanza de vida en el sur de la ciudad es de diez años menos que en el norte. Increíble. Se podrían seguir enumerando distintas caras de esta desigualdad: capacitación laboral, educación universitaria, seguridad pública, violencia institucional, espacios verdes, oferta cultural, etc. La desigualdad atraviesa todo el tejido social porteño. Sin duda los datos no son peores porque hubo un gobierno nacional que vía creación de empleo, AUH, moratoria jubilatoria, subsidios al transporte y a los servicios públicos fue contra la corriente. El fortalecimiento del consumo popular y el mercado interno, más un Estado presente, igualan ingresos y oportunidades. Los avances logrados en el coeficiente de Gini a nivel nacional son una muestra de eso.

El macrismo dice confiar en la teoría del derrame; es lógico entonces que se acreciente la desigualdad. Esa grieta no hizo más que aumentar en la última década en CABA y el gran responsable ha sido un gobierno que decidió estar ausente; con bajos niveles de inversión en infraestructura escolar y sanitaria, que casi no construyó viviendas. Un gobierno que dispone de un presupuesto gigantesco pero que tiene otras prioridades.

 Esa grieta no hizo más que aumentar en la última década en CABA y el gran responsable ha sido un gobierno que decidió estar ausente



No podemos naturalizar estos niveles de desigualdad. Debería ser uno de los principales debates a saldar. Ningún territorio, ninguna sociedad, es gobernable, segura y desarrollada con un alto nivel de desigualdad.  

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