DE MACRI A GÓMEZ CENTURIÓN

La crónica de la semana (del decreto Moebius al genocidio espontáneo)

Finalmente, un nuevo decreto anuló el decreto anterior, lanzando un novedoso concepto: el decreto Moebius o decreto Mamushka. Algunos juristas se preguntaron si un nuevo decreto podría anular el decreto que anuló el decreto.

Sebastián Fernández


Terminamos otra semana trepidante en la que no tuvimos noticias de la lluvia de inversiones pero tampoco de la Pobreza Cero; es decir, una de cal y otra de arena. Además, como nos suelen explicar nuestros economistas serios, los futuros venturosos requieren de presentes calamitosos, así que, en ese sentido, estamos bien encaminados.
 
La semana pasada, Mauricio Macri eliminó por decreto los dos feriados puente establecidos por el gobierno anterior, con el loable objetivo de aumentar nuestra “competitividad”. Tiene razón: como estipula el famoso Plan Burundi, para alcanzar a los países con mayor desarrollo y equidad debemos empezar por no tener sus sueldos, leyes laborales, gasto en investigación o feriados.
 
La eliminación de los feriados puente implicó el “traslado” del feriado del 24 de marzo, lo que generó la dura denuncia de opositores e incluso de oficialistas. Hasta Joaquín Morales Solá criticó al presidente por someterse a “una polémica inservible, pasando así de los absolutos morales que solía enunciar frente a CFK a la realpolitik que practica con Macri. Él también cambió.
 
Finalmente, un nuevo decreto anuló el decreto anterior, lanzando un novedoso concepto: el decreto Moebius o decreto Mamushka. Algunos juristas se preguntaron si un nuevo decreto podría anular el decreto que anuló el decreto o si sería necesario otro decreto para decretar que el nuevo decreto no podría ser anulado, ni aún con uno nuevo.
 
Siguiendo los pasos del ineludible Darío Lopérfido, Director Artístico del Teatro Colón; Juan José Gómez Centurión, Director General de la Aduana, ex carapintada y ex integrante de la Fundación Pensar, explicó que “no hubo un plan sistemático de desaparición de personas durante la dictadura". Con estilo florido retomó los argumentos de Lopérfido y opinó que "no es lo mismo 8.000 verdades que 22.000 mentiras”
 
Para nuestro marcial funcionario, la ESMA, el Olimpo, la Mansión Seré, la Perla, el Vesubio y otros centros de detención y tortura, los grupos de tareas, los vuelos de la muerte y el secuestro de bebes, fueron hechos que no respondieron a una estrategia centralizada sino a una serie de impulsos individuales. Así, grupos de tareas que formaban parte de las mismas fuerzas decidieron espontáneamente secuestrar a personas de sectores similares, en el mismo momento, torturarlas de la misma forma y matarlas con similares procedimientos e idéntica impunidad. Pensar en un “plan genocida” sería, para el funcionario, una “visión militante”. Tal vez no deberíamos descartar que esos supuestos ocho mil desaparecidos vivan en realidad en España.
 
Aconsejamos al ex director de la Fundación Pensar que además de promocionar ideas zombie, se tome el trabajo de leer la sentencia “militante” del juicio a las juntas: “Se ha demostrado que, pese a contar los comandantes de las Fuerzas Armadas que tomaron el poder el 24 de marzo de 1976, con todos los instrumentos legales y los medios para llevar a cabo la represión de modo lícito, sin desmedro de la eficacia, optaron por la puesta en marcha de procedimientos clandestinos e ilegales sobre la base de órdenes que, en el ámbito de cada uno de sus respectivos comandos, impartieron los enjuiciados.
 
Lo que no deja de asombrarnos es que, siendo los secuestros y asesinatos el resultado de una acción “caótica y no planificada”, Gómez Centurión pueda afirmar, con precisión helvética, que los desaparecidos fueron ocho mil. Un ejemplo infrecuente de caos minucioso.
 
Luego del cartero de Vidal y del espía que logró eludir a los sicarios de CFK volviendo a su casa por caminos diferentes nos llega una nueva entrega de nuestro Periodismo Fabio Zerpa. En efecto, gracias al periodista Pablo de León conocimos la terrible historia de los empleados de Olivos condenados a comer pan duro: “(Los Kirchner) mandaban a comprar pan fresco. Pero a nosotros nos daban siempre, el pan del día anterior con la comida. ¿Tanto les costaba comprar un poco más para nosotros?” .
 
Con encomiable valentía, el periodista de investigación nos habló tamb ién del electricista de Olivos, quien “no estaba acostumbrado a que le hablen” y padecía “un clima de temor y verticalismo.”
 
Leyendo estos testimonios, en particular el del electricista Marcel Marceau, es inevitable recordar a la ascensorista de la Rosada, que tenía prohibido mirar a Cristina o hablarle y que cuando Macri la saludó y le preguntó por el clima, se puso a llorar por la opresión contenida de tantos años. Quizás mañana descubramos la historia del pobre jardinero que CFK mantuvo deshidratado durante 12 años y a quien Juliana Awada ofreció un vaso de agua.
 
Reemplazar nuestro sombrío pensamiento crítico por alegre entusiasmo, como aconsejó el Jefe de Gabinete, puede implicar volver a discutir temas que creíamos acordados, como el de los desaparecidos, pero también nos permite descubrir los horrores ocultos de la larga noche kirchnerista.
 
Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.

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