INMIGRACIÓN

Bienvenidas y Bienvenidos

Tenemos una tendencia poco feliz a la xenofobia. Se ve en múltiples formas y se reproduce no sólo con extranjeros. La atención en los hospitales públicos y las universidades públicas, son algunos ejemplos.

Mariano Heller
Quise, una vez más, escaparme un poco de la coyuntura, aunque sé que no es del todo sexy. Esta columna tenía ganas de escribirla hace un par de semanas y la realidad, tanto nacional como internacional, me da una buena excusa para escribirla hoy.

Hace algunos días el presidente Mauricio Macri dijo que recibiría 3000 refugiados sirios. La noticia no tuvo enorme repercusión, fue publicada por varios medios escritos, se hicieron eco un par de canales de noticias, se debatió un poco en Twitter y Facebook, pero no mucho más.

A mi, que no vengo muy fanatizado con las decisiones del Gobierno nacional, la noticia me puso contento. Que recibamos refugiados que huyen de situaciones espantosas en sus países me parece solidario, humanitario. Creo que es lo que efectivamente hay que hacer teniendo en cuenta que estamos bastante alejados de los graves problemas que aquejan a Medio Oriente.

Las primeras reacciones que leí al respecto fueron en general negativas. Los argumentos fueron variados, tanto en cuanto a motivación, como en cuanto a intensidad. Por supuesto que también hubo opiniones positivas, pero muchas menos.

"Las distintas sociedades, en casi todas las épocas, les han tenido miedo al extranjero, al distinto, al que tiene otras costumbres".



Me quedé especialmente sorprendido con el argumento de la peligrosidad de los refugiados que pudieran llegar. La lógica de pensar que les estamos abriendo la puerta a potenciales terroristas que vienen a sembrar el caos en Argentina. Es una suerte que, sobre todo a principios del siglo pasado, a nadie se le haya ocurrido utilizar ese argumento cuando de Europa llegaban a nuestro país barcos llenos de inmigrantes que en muchos casos eran anarquistas o comunistas, los terroristas de aquella época. De haber sido así, muchos de los que leen esta columna, no existirían.

Igual me quedé pensando en el tema de la peligrosidad. Sobre todo teniendo en cuenta los últimos acontecimientos acaecidos en Niza, Estambul y otros. Se culpa a los inmigrantes, incluso a refugiados, de ser los perpetradores de los mismos. Puede que lo sean. Lo que realmente me impresiona son los que fundamentan esa peligrosidad como si los peligros vinieran solamente de afuera. Ya tuvimos esa experiencia sin dudas cuando volaron la AMIA y la Embajada de Israel, aunque en todos los casos con conexión local, sin dudas. Pero hemos sido en Argentina muy capaces de construir nuestro propio terrorismo, prácticamente sin ayuda extranjera, así que no sé qué nos asusta tanto de los refugiados. Recordemos sino los años 70’s en los que el peronismo nos regaló distintas variantes de terrorismo empezando por la Triple A y siguiendo con los Montoneros. También hizo sus aportes la históricamente inútil izquierda argentina y por supuesto tuvimos al peor de todos los terrorismos, el de Estado. No creo que muchos de ellos se hayan llamado Mohamed o hayan sido musulmanes.

Pero cuidado, estos argumentos varían un poco en cuanto a su origen pero se van repitiendo en distintos países. Uno de ellos sin dudas es EEUU. La ola de xenofobia impulsada ahora por el candidato republicano Donald Trump, no es algo novedoso. Resulta sumamente llamativo que un país construido con inmigrantes, al igual que el nuestro, se sienta tan preocupado por la necesidad de constitución de muros para que los mexicanos no ingresen. Igual pareciera que lo que los quiebra bastante es que los que lleguen no sean del todo blanquitos. No puedo evitar recordar una película al respecto, “A day without a Mexican” del año 2004. El film era malísimo pero el concepto genial. Planteaba qué pasaría si un día desaparecieran los mexicanos de EEUU ¿Y qué pasaría? La economía del país colapsaría.

"Tenemos una tendencia poco feliz a la xenofobia. Se ve en múltiples formas y se reproduce no sólo con extranjeros. Se me ocurren dos ejemplos. La atención en los hospitales públicos es uno de ellos. El otro ejemplo son las universidades públicas".

 

Todo esto no es novedoso. Bueno. Casi nada de lo que digo lo es. Pero las distintas sociedades, en casi todas las épocas, les han tenido miedo al extranjero, al distinto, al que tiene otras costumbres. Algunas vez ese miedo fue ingenuo, otras veces generó situaciones como las de los judíos girando en barcos, previo al comienzo a la Segunda Guerra y poco después de su inicio sin que nadie quisiera recibirlos. Pocos años después, acá no fuimos tan selectivos y recibimos a los jerarcas nazis para darles tranquilidad y refugio después de las atrocidades que cometieron.

Y más allá de la eventual llegada de refugiados sirios, nosotros aquí tenemos problemas similares. Tenemos una tendencia poco feliz a la xenofobia. Se ve en múltiples formas y se reproduce no sólo con extranjeros. Se me ocurren dos ejemplos. La atención en los hospitales públicos es uno de ellos. Los casos de turismo sanitario se reproducen y vienen de muchos países de Latinoamérica a atenderse aquí. Las reacciones son, en general, las de “volvete a tu país”. Ojo que eso se reproduce también con gente que viene de otras provincias a atenderse a la Ciudad de Buenos Aires. El argumento de que no pagan impuestos acá o se aprovechan de nuestro sistema (que tampoco es tan maravilloso) esconde visos de discriminación para mí inaceptables. El otro ejemplo son las universidades públicas. Cada cuatrimestre tengo más alumnos extranjeros. Vienen mucho de Colombia, Perú, Chile, y otros países latinoamericanos. A mi me encanta tenerlos, me produce orgullo que quieran venir a formarse acá. Pero las reacciones que recojo al respecto no son, en general, positivas. Me asusta bastante. Sobre todo en un mundo globalizado donde las barreras deberían ir cayendo con cada vez más frecuencia.

Me pasé de progre en esta columna, lo sé. Les ruego me disculpen. Prometo que intentaré dejar pasar un tiempo prudencial hasta mi próximo enfoque progresista. Pero, al menos en este tema, es en uno de los pocos que sigo pensando así.

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