WERNER PERTOT

El compromiso de Larreta

El jefe de Gobierno lanzó los 20 ejes de su gestión. Entre ellos, hay algunos que continúan líneas históricas del macrismo y otros que vienen a reparar falencias. De qué no se habló.

Werner Pertot
En la serie The Wire, cuando asume el alcalde de Baltimore, un asesor de su partido le da tres consejos: “Uno, bajá las cifras de delitos; dos, construí una obra por la que te recuerden, y, tres, mantenete alejado de las escuelas”. El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, presentó sus compromisos y parece hacerle caso a dos de tres. Se mantienen las medidas sobre seguridad y las grandes obras, pero también habrá un énfasis en lo educativo.

Se podría trazar una línea divisoria entre los temas que el PRO consideró centrales para articular en la Ciudad de Buenos Aires y aquellos que fueron relegados tanto en su discurso como en sus acciones. De un lado, aparecerán entonces los temas más visibles, desde el bacheo al Metrobus.

De otro, la crisis habitacional, el estado de los hospitales y de las escuelas (problemas que, para ser justos, no comenzaron con el macrismo, pero que éste tampoco ha querido, sabido o podido resolver). Los 20 compromisos que presentó Larreta dan cuenta de estos claroscuros:

Los clásicos. Tercero en la lista que presentó el jefe de Gobierno está el compromiso de “solucionar los reclamos por baches en 15 días”. Se podría decir que este punto es la quintaesencia del macrismo porteño, que viene desde la primera campaña exitosa de Mauricio Macri, donde hizo varios happenings, como el del “salto al bache” (para los que no lo recuerden, buscaban un bache grande y Macri lo saltaba, mientras sus adversarios hacían chistes sobre su destreza y su gracia). En los primeros años de la gestión PRO, fue una de las obsesiones del macrismo reducir los baches. A este punto se suman otros en transporte, donde el PRO tiene una coherencia de años de sostener el mismo camino (por ejemplo, ocho nuevos corredores de Metrobus terminados para 2019, o la autopista ribereña).

Otro eje discursivo claro que el macrismo trae desde sus orígenes es el de la seguridad. Larreta prometió hacer un mapa del delito y “destinar 500 policías a la calle”. Especialistas en seguridad cuestionaron esta última medida por los pocos resultados que ha mostrado en el pasado cuando la aplicaron gobiernos de todos los colores. En este punto, Larreta tiene un desafío mucho más profundo: la fusión de la Federal transferida y la Metropolitana.

En otra línea que el PRO sostiene, Larreta anunció la construcción de la Villa Olímpica en Lugano, para los Juegos Olímpicos Juveniles de 2018. La creación de obras que dejen una marca propia en la Ciudad ha sido parte del estilo PRO. Dentro de ese compromiso, el jefe de Gobierno prometió “generar viviendas para 6.000 vecinos en el sur de la ciudad”. Ha sido fruto de debate si otorgar títulos a los habitantes de la zona sin urbanizar las villas no terminará con el mercado inmobiliario presionando para quedarse con esas casas.

En otros puntos, como en el de la basura, el macrismo ha tenido mayores polémicas por el costo de las licitaciones, pero –a su vez- construyó e inauguró centros de reciclado en acuerdo con el Gobierno bonaerense. En este aspecto, Larreta propuso “duplicar el reciclado de basura” en cuatro años, lo que lo acercaría a las metas de la Ley de Basura Cero, que hasta ahora vienen siendo incumplidas. Si bien se multiplicaron los puntos verdes en la Ciudad, las campanas de reciclado y las campañas para el separado todavía presentan falencias a atender.

Temas postergados. Larreta parece querer retomar algunos puntos en los que el PRO puso menos énfasis, como el de la educación. Larreta propuso inaugurar 30 escuelas en tres años. En el pasado, los números sobre las escuelas inauguradas también fueron controversiales: el Gobierno porteño señalaba que inauguró 50 escuelas nuevas, y diversas ONGs, gremios docentes u opositores indicaron que se sumaba a ese listado las iniciadas por gestiones anteriores, las construidas con fondos nacionales e incluso algunas donde sólo se hicieron refacciones. Reales, indicaban que había solo tres escuelas nuevas entre 2008 y 2013. Si Larreta multiplica ese número en estos años, será claramente una mejora.

En salud ocurre algo muy similar: no hay punto de acuerdo entre la visión que proponen desde el PRO sobre su propia gestión en la Ciudad y las críticas que reciben por el estado de los hospitales, algunas de ellas documentadas por informes de la Auditoría porteña. En este punto, Larreta se comprometió a mejorar: un centro de salud a 15 minutos de cada vecino, siete consultas pediátricas en el primer año de vida, un médico de cabecera para los niños que no tengan cobertura, con prioridad en el sur. De nuevo, son iniciativas prometedoras, que ocurren en un área de fuerte polémica (entre el PRO y sus adversarios el año pasado no pudieron ponerse de acuerdo ni siquiera sobre si la mortalidad infantil subió o bajó en los últimos ocho años).

De eso no se habla. Hay otras problemáticas porteñas que no han sido muy transitadas por el discurso macrista, así como no fueron centrales en las asignaciones presupuestarias. La principal es la crisis habitacional. No figuró entre las prioridades de gestión de los últimos ocho años y tampoco figura entre los compromisos de gestión, más allá de la mención dentro del proyecto de la Villa Olímpica. Esto contrasta con la campaña que hizo Larreta el año pasado, en el que prometió “profundizar el crédito Primera Casa”, con la idea de que la cuota para comprar una vivienda propia fuera similar al costo de un alquiler. Hasta ahora, los créditos en ese programa tuvieron poco éxito por la enorme cantidad de requisitos.

Larreta también propuso mejorar la frecuencia del subte. Aquí podríamos establecer una gradación en las promesas: en el punto más alto, la campaña de 2007, en la que Macri aseguró que haría 10 kilómetros de subte por año; en un punto intermedio, la campaña de Larreta, en la que se aseguró que se iba a ampliar la línea E y la H y se iba a avanzar con la planificación de la Línea F, y llegando a su punto más bajo, el compromiso de sólo sumar trenes a la líneas que ya existen. Se sabe: el PRO descubrió que la apuesta al subte es cara, lenta y no es redituable en las campañas electorales. El Metrobus fue un substituto más rápido de construir. Otras promesas de campaña también sufrieron un ajuste: de las 78 plazas en 20 años en todos los barrios que había prometido el macrismo, ahora pasamos a 12 en los próximos cuatro. Con ese ritmo, hay que pensar en 30 años para llegar a los 78 espacios verdes que prometió el Plan Buenos Aires Verde. Eso sí, en difundir la promesa se gastaron hasta ahora más recursos que en cumplirla.

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