ABASTO

Cat Café, es un bar dedicado a los amantes de los gatos

Tres amigas que aman los gatos y que en pandemia quedaron sin trabajo como guías de turismo abrieron Cat Café, el primer bar temático felino de Buenos Aires en el que el visitante puede pasar una hora con 11 gatos, alimentarlos, mimarlos y conocer sus historias.


Para un amante de los gatos no hay nada mejor que otro amante de los gatos. Porque alrededor de los felinos existe un universo con códigos compartidos que no comprendería y hasta juzgaría negativamente alguien que no comparta el amor por este tipo de criaturas misteriosas que generan una devoción particular.
 
De allí el éxito del Cat Café, el primer "Café de gatos" de la Ciudad de Buenos Aires. Los 11 “michis” que lo habitan son sagrados en el departamento con jardín del Abasto en el que viven y donde los visitantes tienen que entender que para interactuar con ellos hay que seguir una serie de reglas para no perturbar la armonía en la que se nota que habitan. Son Pipi, Peque, Kiki, Princesa, Luana, Rubio, Silver, Coñita, Bebé, Nigari y Chiqui, los jugadores de la "Michineta", como los denominan las dueñas del espacio.
 
En la entrada, en un pizarrón están exhibidas las reglas de comportamiento para hacer el tour. En principio hay que ponerse alcohol en gel para no molestar a los gatos con aromas extraños (no les gustan) y se aclara que no se pueden alzar. Lo que se recomienda es esperar que ellos se acerquen cuando tengan ganas.
 
A diferencia de los perros, los gatos son bastante impredecibles respecto de su deseos y conductas y los que tienen gatos respetan profundamente su voluntad, al punto de que son frecuentes en redes sociales los chistes que giran en torno a que las personas no "tienen" gatos, sino que los gatos los "tienen" a ellos.
 
“Sabíamos del amor por los gatos, pero no de esta locura hermosa”, dijo a Télam Liliana Raco, que junto a Diana Capasso y Gabriela Marcos se embarcaron en octubre de 2020, plena pandemia, en la aventura de abrir el primer Cat Café de Buenos Aires (@cat.cafebuenosaires) con un resultado que no deja de sorprenderlas.
 
Las tres son guías de turismo y se habían quedado sin trabajo debido a la pandemia. Pasaban mucho tiempo en el jardín del departamento de la casa Jean Jeaures al 500 en el que hoy funciona el café, propiedad de una de las amigas. Los vecinos del edificio que querían tomar un poco de aire se instalaban ahí y a alguien se le ocurrió la idea, viendo a los tres gatitos que habitaban entonces el departamento, de hacer un bar donde la gente pudiera pasar tiempo con ellos, como ya sucede en otros lugares del mundo.
 
A los tres gatos "fundadores" se les fueron sumando otros "rescatados" cuyas historias cuentan las chicas en la "visita guiada" por el Cat Café. Así se puso en marcha el proyecto, que cada día convoca más gente. Para ir de visita al café de gatos hay que reservar turno a través de la cuenta de instagram del Cat Café. La experiencia dura una hora en la que se puede acariciar, alimentar y escuchar la historia de cada gato, café y alfajor de cortesía de por medio.
 
La casa está limpia, los gatos son tranquilos y no se pelean entre ellos y pasan el tiempo descansando o jugando en distintos lugares del departamento (donde toda la decoración es alusiva). Se portan tan bien que parecen parte del decorado de una película.
 
Hay personas que van una vez al café y les gusta tanto la experiencia que vuelven y vuelven. En esos casos, reciben la distinción de "Michitíos" o "SuperMichitíos" y después de haber demostrado su amor por el lugar pueden visitarlo gratis. Las anécdotas se multiplican. Personas con movilidad reducida, gente mayor, chicos en general y chicos con autismo en particular disfrutan mucho la experiencia, sobre todo los que no pueden tener mascotas en sus casas.
 
También hay una tienda donde todo lo que se vende tiene motivos "gatunos" y está hecho por emprendedores. Las anfitrionas también colaboran con refugios y cada tanto les donan piedras sanitarias o comida a distintos refugios.
 
Cuando uno de los gatos cumple años, se celebra con torta para los "Michitíos" invitados y torta de pollo para el homenajeado u homenajeada. Y el mejor momento es cuando se le ofrece a cada visitante la posibilidad de alimentar a todos los gatos juntos, con un delantal que protege sus ropas.
 
A la noche, los gatos vuelven a sus casas. Las amigas se mudaron a ese edificio y los gatos duermen con ellas en sus departamentos. De día, vuelven al "jardín de infantes", que tiene un patio adaptado a sus necesidades, donde hay desde una casita felina hasta juegos para que trepen y desarrollen su instinto cazador. Como dicen las amigas, es un verdadero lugar "human friendly".


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