COMUNA 15

Finalmente el corso de Cachengue y Sudor se desarrolló en Villa Crespo

Cachengue y Sudor pudo realizar su tradicional corso en la 24 de Septiembre del barrio de Villa Crespo el último fin de semana. Hasta último momento estuvieron con corso que corrió peligro ya que el Gobierno porteño no daba la autorización.


La murga independiente Cachengue y Sudor realiza su corso hace 26 años en la plaza 24 de Septiembre, ubicada en avenida San Martín, Apolinario Figueroa, Rojas y Antesana, en el límite entre los barrios de Villa Crespo, Caballito y La Paternal. El último fin de semana pudo realizar su tradicional corso que corrió peligro ya que el permiso para el uso del espacio público del Gobierno de la Ciudad llegó a último momento.
 
El fin de semana pasado, el sábado y domingo, volvió el corso organizado por la murga Cachengue y Sudor a la Plaza 24 de Septiembre como cada febrero. Hubo baile, canto, disfraces, juegos, cosas ricas y mucha emoción. Este año hubo trabas por parte del Gobierno porteño en el otorgamiento del permiso para el uso del espacio público a pesar de tener toda la documentación en regla. Los integrantes de Cachengue y Sudor tuvieron que enfrentarse a la necedad de quienes no toleran la alegría independiente y autogestiva de esta murga.
 
Por el escenario desfilaron Cachengue y Sudor y distintas agrupaciones murgueras que fueron invitadas para la ocasión. El sábado, Cachengue compartió tablas con las murgas La Fisura, Gastasuela, Manija de Carnaval, Matamufa y Contrabajones, la banda de cumbia Carniceros del Amor y el grupo de candombe Domingo Ribera. El domingo fueron parte las murgas Tu Vieja, Piantaos por la Alegría, Mocosos del Encontronazo, Murga Maestra y Herederos de la Locura.
 
Dos integrantes de la murga contaron a La Colectiva Radio como fue atravesar la odisea de conseguir el permiso, las trabas dentro de la Comuna 15 y el acompañamiento de los vecinos y vecinas del barrio: “Hace un montón de años que hacemos el corso en esta plaza y año a año presentamos todos los papeles en regla para que nos otorguen el permiso de uso del espacio público de la plaza y la calle. Eso tiene un montón de reglas que cumplimos porque ya tenemos el  training de hace muchos tiempo. Este año hubo muchas complejidades con la obtención de ese permiso desde las distintas oficinas del Gobierno de la Ciudad. Pero logramos que salga y lo que se demostró es el acompañamiento de distintas organizaciones barriales y la difusión de la gente compartiendo en las redes sociales, nos brindaron mucho amor y eso fue lo bueno”. 
 
También explicaron sobre la decisión dentro del colectivo de no formar parte del circuito oficial del Carnaval Porteño: “Es un corso que venimos haciendo hace 15 años en esta plaza, con una murga que ya tiene 27 años de formación. Somos una murga independiente, autogestiva que está por fuera del circuito oficial de murgas. Esto para nosotros es una decisión política, no es que no estamos en el circuito oficial por que no podemos participar o ser parte, sino porque nosotros decidimos salir del circuito oficial para poder aportar y construir en el movimiento de murgas independientes”.
 
El nivel de incertidumbre que vive la murga todos los años sin duda constituye un intento de desgaste del colectivo: “Todos los años el permiso nos sale a último momento, lo cual a nosotros nos pone en una situación de estrés, de tener que estar viendo que vamos hacer con la comida que compramos, si la vamos a poder vender o no, con el sonido contratado, con los baños, con todo lo que nosotros nos encargamos de contratar para que el corso sea de calidad y seguro, seguro para la gente que viene y para la gente del barrio que esta acá y tiene que convivir con la murga”.
 
“La comisión de carnavales es el organismo que regula los corsos de la Ciudad con quienes tenemos una puja porque continuamente nos invitan a ser parte del circuito oficial y continuamente  contestamos que no queremos ser parte. Queremos hacer hincapié en que nuestras dificultades  no son si tenemos o no las cosas en regla ya que a lo largo de los años hemos aprendido como grupalidad cuál es la documentación que tenemos que presentar y cómo tienen que estar dadas las condiciones y hoy día podemos decir que tenemos todo en regla y así y todo nos entorpecieron y nos complicaron, ya que el otorgamiento del permiso es una cuestión política y nada tiene que ver con un cuidado a la ciudadanía como ellos plantean”, continúan desde Cachengue y Sudor.
 
“Queremos el respaldo legal porque no queremos exponernos a la persecución política y a este estado que criminaliza la cultura popular como la murga. No solo nos intentan censurar sino que nos quieren obligar a estar dentro de un circuito oficial que no queremos”, expresan y siguen “el Gobierno de la Ciudad intenta aprovecharse del carnaval como patrimonio cultural de la Ciudad para hacer campaña política partidaria, no porque haya un verdadero interés que beneficie la cultura y la historia de la ciudad”.
 

Cachengue y Sudor tiene un proyecto histórico que está en el seno de su identidad colectiva, que se construye año tras año. “Nuestra propuesta es brindar amor. La verdad es que lo hacemos todo desde el amor. Amamos este corso, amamos esta plaza y amamos este barrio. Nadie se lleva un peso de acá: es todo para la murga, es todo para el barrio, es todo para organizar este festival. Nos encanta estar en CABA. Nosotres al no pertenecer al circuito, en general nos movemos en el conurbano, todas las presentaciones nuestras son en general fuera de CABA y nos encanta hacer un corso en nuestro barrio compartiendo con la gente que se acerca a los ensayos a preguntar cuando nos presentamos que trae al perro y lo suma a la ronda, que trae a los chicos para que nos vean bailar en los ensayos, con nuestros compañeros, con amigues que vienen porque estamos más cerquita de su casa, porque somos de acá, somos de CABA, somos de Caballito y nos encanta estar acá y llenar la plaza de banderines y de luces y de un montón de expresiones culturales que tienen que ver con el carnaval, que tienen que ver con la libertad, que tienen que ver con ocupar la calle y que tienen que ver con la felicidad”.
 
“En el fondo es tan chiquito y tan grande a la vez el objetivo que tenemos que es compartir con amor la plaza en la que ensayamos. Hay algo de la hospitalidad, de poder abrir nuestra casa que es la plaza, que nos aloja durante el año y realmente le ponemos todo para que sea así: tenemos comisiones de seguridad, de limpieza, de gente que pasa a mirar si la gente está bien”, explican.
 
“Nos pasó que construyendo el espectáculo de este año que surgió de los talleres o dinámicas, encuentros o juegos en los que tratamos de ver que es lo que le está pasando a la mayoría de la murga, que inquietudes tiene, que les pasa con eso y este año lo que salió mucho fue lo del tiempo, que no teníamos tiempo para nada, no nos encontrábamos con nuestros amigues, estábamos todo el tiempo trabajando, no teníamos tiempo…  y de repente nos encontramos todos en la misma de: “¿che, que es lo que nos está pasando que el tiempo nos tiene como medio prisioneros de la producción, del trabajo?” entonces el espectáculo va un poco reflexionando en torno a eso”, finalizan. 
 
 
 
 
 


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