COMUNA 12

El Hospital Zubizarreta podría tener un CeSAC

La Asociación Vecinal El Talar Norte ofreció donar su edificio al hospital de la Comuna 11 para ser utilizado como Centro de Salud. A cambio, se debe saldar una deuda ínfima, comparada con el valor del inmueble. El Gobierno de la Ciudad aún no dio respuesta. Mientras tanto, la comunidad se organiza para que no se pierda esta oportunidad.


Para garantizar la accesibilidad en la salud pública y que la población pueda realizar consultas médicas cerca de su domicilio, sin necesidad de ir a un hospital, se crearon los Centros Médicos Barriales (CMB) y los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC). Unos y otros se encargan de lo que se llama “atención primaria”. En total existen 32 CMB y 45 CeSAC, que dependen de los 14 hospitales de agudos que tiene la Ciudad.
 

Cada hospital tiene su área programática de la cual dependen los CMB y CeSAC. Determina que según donde se viva será el CMB o el CeSAC al que corresponderá ir, en caso de que se quiera hacer uso del derecho a atenderse en el sistema público de salud. El área de influencia del Hospital Zubizarreta comprende las manzanas incluidas en el perímetro: Av. General Paz, vías del FFCC Mitre, Av. Constituyentes, Av. Beiró, Av. Nazca, Nogoyá, Chivilcoy, Tinogasta, Bermúdez, Salvador María del Carril, Av. Gral. Paz. Toma barrios de la Comuna 11, 12 y 15. Es el único hospital de la Ciudad que no tiene un CeSAC, solo tiene el CMB 35, que funciona hace diez años en la Asociación Vecinal El Talar Norte.
 
El Centro Médico Barrial 35 recibe unas 400 consultas al mes en las especialidades de ginecología, clínica médica y pediatría. Que el Hospital Zubizarreta no cuente con otro CMB ni con ningún CeSAC, sobrecarga la demanda de los otros cercanos, como el CeSAC 34, ubicado en Artigas y Jonte, en Villa del Parque, que pertenece al Hospital Álvarez.
 
Las consultas al CMB 35 son las únicas actividades que continúan en la Asociación Vecinal El Talar Norte, ubicada en Salvador María del Carril y Nazca, en el barrio de Villa Pueyrredón, de las múltiples que le daban vida antes de la pandemia, informa el periódico Vínculos Vecinales.  
 
Las médicas que atienden allí pagan por el alquiler de los consultorios (con un canon que el Ministerio de Salud les transfiere a tal fin) y este dinero es el único ingreso que la Asociación percibe. Con él cubren el gasto de electricidad y lo que resta les es debitado de su cuenta corriente por la AFIP, por deudas previsionales.
 
La Asociación Vecinal El Talar Norte fue fundada en 1935, como todas las sociedades de fomento de aquella época, con el objetivo de organizar a la comunidad para que “el progreso” llegue al barrio: se ocupaban del empedrado de calles de tierra, de la expansión de la red de agua corriente o el tendido eléctrico. Luego fueron sumando actividades culturales y recreativas. Gracias a la solidaridad y la participación de gran cantidad de vecinos y vecinas, la Asociación fue creciendo. En 1940 un socio adinerado compró el terreno del edificio actual y se lo vendió a la Asociación a pagar en cuotas.  Con rifas y eventos recaudaron el dinero que poco a poco permitió costear una edificación de tres pisos.
 
Las actividades que ofrecía la Asociación antes de la pandemia eran clases de yoga, atención psicológica, clases de inglés, de italiano, clases de computación, de taekwondo, encuentros de meditación, pedicuría, fisiatría. Llegó a tener una agenda semanal de sesenta propuestas distintas. Además, su gran salón era alquilado por las familias vecinas para realizar fiestas. Funcionaba también un centro de jubilados, tenían un buffet, se organizaban los torneos de buraco. “Era toda una vida acá adentro y todo eso se perdió”, dice a Vínculos Vecinales Francisco Mastroverti, el presidente.
 
La Asociación se mantuvo durante décadas con superávit gracias a los ingresos que generaban las actividades y el alquiler del salón. Hasta que llegó la pandemia. “El 10 de marzo del 2020 bajamos la persiana”, recuerda Francisco, y cuenta cómo ese cierre obligado repercutió en ellos: “Qué hacemos con esto, nos preguntábamos. Sin ingresos no se podía mantener, se empezaron a acumular deudas, pero tampoco el edificio se puede vender ni hipotecar. Nosotros, los que conformamos la Comisión Directiva, somos personas mayores –yo tengo 89 años– ya no podemos ocuparnos. Entonces, hablando, se nos ocurrió la posibilidad de donar el edificio al Hospital Zubizarreta, que hace tantos años le falta un lugar para tener su CeSAC.”
 
En octubre del año pasado firmaron el acta en una asamblea. Allí redactaron el siguiente texto: “Se pone en conocimiento que, en razón de no contar con recursos suficientes para afrontar la deuda, se propone a esta Asamblea se concrete la donación del inmueble al ente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Hospital Zubizarreta, con cargo, bajo las siguientes condiciones: 1. Se instale un Centro de Salud para prestar servicios asistenciales a la comunidad. 2. Como condición ineludible el ente se haga cargo de la cancelación de la deuda que por todo concepto tiene la entidad, actualizada hasta el momento de formalizar la donación. Puesta a consideración de la Asamblea bajo estos términos, es aprobado por unanimidad de los asambleístas presentes.”
 
La deuda que acumula la Asociación está compuesta fundamentalmente por cargas previsionales y el salario de dos empleadas (una administrativa y otra de limpieza). En total suma 4.300.000 pesos. La propuesta de donación fue presentada al Ministerio de Salud de la Ciudad y aún no recibió respuesta formal. Informalmente dicen no poder aceptarla con la deuda. El Gobierno de la Ciudad no estaría dispuesto a pagar esa suma a cambio de recibir un inmueble en perfecto estado de conservación, de 800 metros cuadrados cubiertos, en el barrio de Villa Pueyrredón, en una ubicación cercana a varias avenidas.
 
A Francisco le duele el tiempo que pasa sin que la donación se concrete. “Teníamos esperanzas de poder dejar este legado. Que El Talar siguiera siendo útil a la comunidad, sería un alivio y una alegría para nosotros”, expresa.  “Ver que eso no pasa y que la deuda se incrementa, es algo que a mí me afecta mucho. Es un problema que me pesa, además de los propios que puedo tener por la edad”. “Entonces necesitamos que de alguna forma se pueda realizar la donación, porque para mí el tiempo avanza”, dice el hombre que estuvo al frente de la Asociación durante los últimos veinte años.
 
La Comisión Directiva del Talar Norte pensó que, si el Gobierno porteño se niega a aceptar el edificio por la deuda que carga, no tendrían argumentos para negarse a aceptarlo si la deuda es saldada previo a la donación. Con esa idea en mente es que convocan a la comunidad a aportar cada ciudadano/ciudadana el dinero que pueda, en la cuenta corriente de la Asociación Vecinal. Mientras tanto, un colectivo de vecinos y vecinas se está organizando para visibilizar el reclamo y presionar a las autoridades, considerando que hace treinta años que al Zubizarreta le falta un CeSAC y ésta es la primera oportunidad real, concreta y factible, de solucionar el problema.


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