DESPEDIDA

Falleció Cristina Lescano, la primera cartonera porteña

Fue la fundadora de la Cooperativa El Ceibo, dedicada a reciclar residuos domiciliarios. En 1989 junto a un grupo de mujeres empezaron a cartonear cuando ese concepto todavía no existía.

Dafne Strobino

Cristina Lescano fue la primera cartonera porteña sin saberlo, empezó a buscar entre la basura con un grupo de mujeres que vivían en casas tomadas del barrio de Palermo, durante la hiperinflación, una de las tantas crisis económicas que hubo en el país. Cristina falleció la semana pasada.
 
“En 1989 éramos cien mujeres que vivíamos en casas tomadas de Palermo. No podíamos conseguir trabajo y salimos a cirujear. En ese momento no sabíamos nada de medio ambiente. Lo único que nos interesaba era que revolver la basura nos generaba un recurso. Y ese recurso era la plata”, contaba Cristina Lescano.
 
En el 2001, con el fin de dejar los carros y la calle, armaron la Cooperativa El Ceibo y les propusieron a sus vecinos pasar por sus casas y retirar la basura. Y así hicieron. Desde entonces trabajan así: meten las bolsas de los domicilios en bolsos que pasa a retirar un camión por cada una de las zonas, para después llevarlos al Centro Verde. Ahí, otro grupo hace una segunda separación. Ese es el material que finalmente le venden a las empresas.
 
Cuando nadie hablaba de recuperadores urbanos, El Ceibo ya tenía sus promotores ecológicos que concientizaban a los vecinos y vecinas sobre la separación de residuos en origen, en charlas de capacitación que organizaban en plazas.
 
Mientras El Ceibo crecía, sus integrantes también. Cristina, que era una especie de mamá de todos, les ponía condiciones. El que trabajaba tenía que estudiar. El que faltaba no cobraba. El que venía con resaca, se volvía. Prefería los mensajes de madrugada, diciéndoles "Doña, estoy borracho. No voy a ir a trabajar".
 
A lo largo de los años El Ceibo ganó distintos premios internacionales. Es una de las doce cooperativas de recicladores que trabajan con el Gobierno de la Ciudad. Hoy en El Ceibo hay más de cien trabajadoras y trabajadores, pero para Cristina, lo más importante era que nadie vive en casas tomadas de la zona.
 
"Es que uno puede estar mal tres o cuatro años. Pero después tenés que salir adelante", afirmaba. Muchos alquilan, o compraron, o levantaron sus casitas. También progresaron en lo laboral. Una es licenciada en Economía, otros son chefs profesionales, otros son choferes de micros de larga distancia o tienen emprendimientos propios. Esas son algunas de las historias que nacieron en Palermo y llegaron al mundo.
 
El año pasado conformaron la Federación de Cooperativas Argentinas de Reciclado Autogestionadas (Feacara), donde articulan ocho cooperativas de todo el país: Cooperativa Reciclando Sueños, Bella Flor, Paraje Duilio, San Francisco, Reciclando Buenos Aires, Abuela Naturaleza, Sinfonía Cultural y El Ceibo.
 
“Fue una mujer extraordinaria. Cristina era una líder, una maestra, una compañera de fierro, una mujer que con la basura armó una cooperativa dando trabajo, era el motor y los engranajes de la cooperativa, era la que mantenía viva la esencia de El Ceibo. Cristina nos enseñó a no darnos nunca por vencidos, a enfrentar todas las batallas, a ganarnos la dignidad que merecíamos con nuestro trabajo y nuestra experiencia. Cristina transformó nuestras vidas, las recicló para siempre, y hoy somos mejores personas después de haberla conocido, de haber aprendido de sus enseñanzas, y transitado su mismo camino que nos deja marcados para siempre”, la despiden sus compañeros en las redes sociales. 

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