OPINIÓN

Vidal, la sucesora de Larreta

La ex gobernadora se impuso en todas las comunas (solo empató en Lugano). Se coloca en la línea de largada para 2023. Los resultados son similares a elecciones anteriores, pero le alcanzan para revertir su carrera descendente.

Werner Pertot


Con la elección que hizo en la Ciudad, a María Eugenia Vidal le alcanza para ponerse en la línea para ser la sucesora de Horacio Rodríguez Larreta (si es que no elige finalmente competir por la presidencia). El puesto porteño ya lo ambiciona Martín Lousteau, así que ahí puede haber un frente de tormenta. Si se miran los números en frío (Vidal sacó el 33 por ciento y todo el frente sumó 48 por ciento) no hay una diferencia significativa con las marcas históricas del PRO en las dos elecciones pasadas. No obstante, le alcanza a Vidal para remontar la dura derrota que sufrió en la provincia de Buenos Aires en 2019 y que la sacó para siempre del puesto de gobernadora bonaerense. El análisis por barrios muestra que Larreta logró revertir el voto negativo de la zona sur y casi el de la oeste. La ministra de Desarrollo Humano, María Migliore, y su agrupación La Popular se anotan allí un punto.

Si nos corremos del golpe que significó para el peronismo la derrota en territorio bonaerense y nos concentramos en lo que fue la elección porteña, todo salió más o menos como se esperaba. Hace semanas que en el PRO estimaban que Vidal iba a estar en el orden de los 30 puntos y que todo el frente iba a sumar cerca de 48 y ese pronóstico se cumplió a rajatabla. También se comprobó que no era infundada la preocupación que tenían por la performance de Javier Milei (de lo que hablaremos más adelante).

Vidal obtuvo sola un 32,9 por ciento que, sumado al 11,3 del ex ministro de Economía de la Alianza Ricardo López Murphy y al escaso 4 por ciento del ex secretario de Salud macrista Adolfo Rubinstein dio un total de 48 por ciento. Vidal fue individualmente la candidata más votada, muy por encima de Leandro Santoro. Una victoria de la derecha en toda la línea. No obstante, si en frío se ven los números de elecciones pasadas, se puede entender que hay un electorado que los acompaña y que no varió significativamente: en las PASO de 2019 sacaron el 46 por ciento y en las de 2017, el 48,7 por ciento. La consistencia del electorado porteño, en ese sentido, no parece cambiar por los tiempos políticos. Tenemos 16 años de PRO y, a este paso, estamos para otros 16 más.

El análisis por comuna también muestra cómo Vidal pudo revertir la tendencia refractaria del voto de las clases bajas. En esto, recuerdan el trabajo que estuvieron haciendo desde el equipo de Migliore en Desarrollo Humano, así como desde la agrupación larretista La Popular. Cuestión a tener en cuenta de aquí en más.

Lo más llamativo son los resultados en las comunas 4 y 8, que vienen resultándole refractarias al PRO desde hace tiempo (concentran los barrios de La Boca, Pompeya, Barracas, y Lugano).  En la comuna 4 ganaron por 39, 22 contra 32,32 del Frente de Todos, casi siete puntos arriba. Y en la comuna 8 fue el único distrito en el que no ganaron, pero quedaron empatados. La diferencia fue de 482 votos a favor del Frente de Todos.

En todo el resto de las comunas, ganaron. Hubo marcas alevosas, como en la comuna 2 (Recoleta) donde Juntos por el Cambio cosechó un 63,98 por ciento contra un exiguo 13,98 del Frente de Todos. Hubo resultados similares en las comunas 13 y 14, del norte de la Ciudad. Pero ese barrio siempre acompañó al PRO. Lo llamativo son los barrios de clases populares o en la Comuna 6 (Caballito, principalmente clase media) donde obtuvo 50,2 por ciento contra 23,29 del Frente de Todos. Algo deberían decirle al Gobierno nacional estos datos.

Los casi 14 puntos que sacó Javier Milei también ratifican por qué toda la campaña de Vidal dio un giro hacia la derecha y hacia el endurecimiento de las posiciones antikirchneristas. Y también por qué retener los 11 puntos de López Murphy es esencial en octubre. Milei festejó ser el ultraderechista más votado y va por más. Juntos por el Cambio busca plantarle el sello de “minoritario” en la frente para convocar al voto útil opositor en dirección a Vidal. Todo el crecimiento de las posiciones de derecha y ultraderecha (sumadas, son el 62 por ciento de todo el electorado porteño) es altamente preocupante y merecerá análisis más profundos.

Con estos resultados, Vidal regresa por la puerta grande al distrito donde fue vicejefa y empieza a olvidar su carrera bonaerense. Ahora, Vidal puede perfectamente aspirar a la jefatura de Gobierno, para la cual es probable que tenga que competir con Lousteau. Era a lo que aspiraba Patricia Bullrich, que tuvo que dar un paso al costado en la elección. Todavía puede decir que ella hubiera sacado más votos (total, es incomprobable). Pero no está claro que Vidal juegue después de este año en las elecciones porteñas. Ella ya blanqueó que aspira a la presidencia. Y su discurso de domingo (en el que dijo que la sociedad les dio “una nueva oportunidad” después de los “errores” del pasado) apunta en esa dirección. Está todo por verse. Por lo pronto, si el PRO quiere una sucesora para no entregarle el Gobierno porteño a los radicales, ya la tiene.

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