CULTURA

El Centro Cultural Borges continúa cerrado

En enero pasado el Centro Cultural Borges volvió a la órbita del Ministerio de Cultura de la Nación luego de 25 años, pero continúa cerrado pese a que este tipo de espacios ya abrieron al público.


El 29 de enero pasado, el Centro Cultural Borges (CCB) pasó al Ministerio de Cultura de la Nación, luego de una importante negociación con la Fundación para las Artes, quien venía gestionando el espacio desde 1995. La idea era profundizar el carácter patrimonial del CCB -uno de los espacios más emblemáticos del Arte y la Cultura de América Latina-, implementar la participación federal, y garantizar la continuidad laboral de todos sus trabajadores.
 
Según este acuerdo, más de 10.000 metros cuadrados del CCB pasarían a ser compartidos por referentes indiscutibles de la cultura, entre ellos el Museo Nacional de Bellas Artes, una sala destinada exclusivamente a la memoria de Jorge Luis Borges, y un espacio dedicado a impulsar el mercado de artesanías locales de la Argentina.
 
Blanca María Monzón, ex directora del Departamento Audiovisual del espacio denuncia a Infobae que siete meses después del anuncio del traspaso al Ministerio de Cultura,el CCB permanece cerrado, sus salas vacías, su patrimonio en franco deterioro y el futuro de los empleados que no forman parte de su planta permanente aún sin resolver”.
 
En 1990, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, el empresario hotelero Mario Falak adquirió la recepción del inmueble de Galerías Pacífico, entonces propiedad del Estado, y se le otorgó la explotación comercial por un lapso de 30 años, que vencían en 2020. Como parte del acuerdo, Falak -en ese tiempo presidente de Galerías Pacífico SA- otorgó el uso de sus instalaciones a la entonces Secretaría de Cultura de la Nación, para el desarrollo de actividades culturales. A la vez, la propia Secretaría de Cultura autorizaba a la Fundación para las Artes, de la cual Falak era uno de los socios fundadores, a utilizar las instalaciones gratuitamente con el mismo fin.
 
De esta manera, desde su inauguración en octubre de 1995 hasta su actual restitución al Ministerio de Cultura, el CCB fue administrado por la Fundación para las Artes, cuyo Consejo de Administración conserva personajes históricos de la época del menemismo, como el nombrado Mario Falak -a la vez su tesorero- y el Dr. Juan Carlos Cassagne.
 
Durante 25 años, el CCB fue cita obligada de infinidad de grandes espectáculos de música, danza y teatro. Por sus salas pasaron infinidad de muestras de artistas de prestigio internacional: las esculturas de Lucio Fontana, las retrospectivas de Giorgio de Chirico y de Andy Warhol, las de Roberto Matta y de Henri Cartier Bresson, la exposición de Frida Kahlo-Diego Rivera, los dibujos de Francis Bacon; las muestras de fotografías de Tina Modotti y de Lewis Hine, entre otras. Y grandes personalidades del ámbito de la cultura como Edward Lucie Smith, el fotorreportero Steve McCurry, y Thomas Messer, célebre director del museo Guggenheim.
 
Durante la pandemia, la Fundación para las Artes le comunicó al personal del Centro Cultural Borges en relación de dependencia que debía pasarse al Ministerio de Cultura, ya que la Fundación no podría continuar absorbiendo sus salarios. La situación de los monotributistas era incierta. Prometían que la Fundación se mantendría como un apéndice dentro del CCB, y que por lo tanto continuaría asumiendo el compromiso de pagar sus sueldos: nadie se quedaría sin trabajo.
 
“Desde su inicio -y durante 26 años ininterrumpidos- la institución jamás gozó de recursos suficientes para poner en planta permanente a todos sus trabajadores; en particular al personal jerárquico. A los pocos días, nos dijeron: no tenemos más dinero, recurran al Estado. De esta manera, la Fundación se desentendió de la suerte de sus trabajadores no formalizados. Más allá del lugar que ocupáramos en el CCB, la angustia pasó a ser el denominador común”, continúa Monzón.
 

En este nuevo marco, se planteaba una ecuación sin salida: o pasarnos al Estado perdiendo derechos con la precariedad de ser contratados, o quedarnos sin trabajo por iniciativa de quienes, durante años, nos mantuvieron en negro”, explica Monzón.
 
El Borges cuenta con dos grandes pabellones, dos salas medianas y una pequeña sala teatral, que también funcionó como sala de cine arte. El proyecto del Ministerio de Cultura es llevar a ese espacio el Museo Nacional de Arte Oriental.
 
El Museo Nacional de Arte Oriental no tiene sede en este momento”, observó durante una recorrida el ministro Tristán Bauer. El MNAO reabrió sobre el final de la gestión macrista, después de muchos años cerrado, pero lo hizo sin tener sede propia, tomando prestada alguna sala del Museo Nacional de Arte Decorativo y con visitas por turnos, aún antes de que siquiera se supiese que había una pandemia en marcha. “Tiene una colección extraordinaria y queremos profundizar el arte oriental contemporáneo, que tanta presencia tiene hoy en el mundo”, dijo Bauer.
 
La construcción del actual Centro Cultural Borges comenzó en 1891 y cinco años más tarde albergó la primera sede del Museo Nacional de Bellas Artes. Casi medio siglo después, cinco artistas plásticos emblemáticos: Antonio Berni, Lino Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro pintaron la cúpula que aún hoy cautiva a sus miles de visitantes anuales. Esos murales se restauraron dos veces, la última hace 30 años.
 
El edificio en su totalidad fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1989, aunque el menemismo luego lo concedió a Galerías Pacífico S.A., que lo convirtió en un shopping. El espacio dentro del shopping que hoy ocupa el Centro Cultural Borges fue creado en 1995 con la inauguración de tres exposiciones, a las que incluso asistió el entonces rey de España Juan Carlos. Desde entonces lo administró la Fundación para las Artes.


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