PANDEMIA

Cerró el bar notable Nostalgia de Palermo

Tenía más de tres décadas de historia, estaba ubicado en la esquina de Soler y Honduras en el barrio de Palermo.


Hace casi un mes, bajó sus persianas el bar notable Nostalgia, ubicado en la esquina de Soler y Honduras en el barrio de Palermo. Se caracterizaba por tener una barra de madera, mesas y sillas estilo Thonet, un barril lleno de maníes. El restaurante, que se emplazaba en una de las cinco esquinas que conforman el intrincado cruce de las calles Soler, Honduras, Mario Bravo y la avenida Coronel Díaz, tenía 34 años de historia.
 
“Fue todo para nosotros. Era el lugar de referencia para mucha gente sola que en Nostalgia se sentía acompañada”, cuenta a La Nación Florencia Robles, una de las dueñas del bar. Todavía está latente el dolor que le provocó entregar la llave al propietario del inmueble el último día del mes pasado. Tenía 10 años cuando ella entró por primera vez a la confitería.
 
Hoy Robles tiene 39 años. Y recuerda con dolor que el último día que la confitería sirvió un plato y ofreció un café fue el 28 de febrero. Entonces, todavía estaba al frente de Nostalgia su hermano Fernando, siete años mayor que ella y que apenas unas horas después de eso, el hombre falleció.
 
“Es un doble duelo para nosotros”, dice Florencia, afligida. Su hermano Fernando estaba muy estresado. Como casi todo en el sector gastronómico, Nostalgia también sufrió los embates de la pandemia del coronavirus. Y su hermano se había hecho cargo de llevar adelante la situación. Para atravesar el cierre del año pasado producto de la expansión de la pandemia, Fernando tomó la decisión de explotar el delivery, una modalidad de venta que hasta entonces no utilizaban en el bar.
 
Florencia recuerda que con una promoción de $250 por platos tradicionales “Nostalgia logró recuperar muchos clientes” durante parte de 2020. Las comidas que estaban reviviendo la confitería en uno de los peores capítulos de su historia habían sido elaboradas después de 1992 por la madre de los hermanos, María Beatriz, cuando compró el negocio y encaró este emprendimiento familiar.
 
“Mi hermano pudo sostener así el bar, pero las deudas siguieron acumulándose”, cuenta Florencia. La repentina muerte de Fernando fue un shock para todos. “Y no tuvimos más opción. Después de un intento frustrado de reabrir, nos dimos cuenta de que no podíamos afrontar la deuda y decidimos con mi otro hermano, Esteban, cerrar esta parte de nuestra historia”, cuenta Florencia.
 
Seis empleados se quedaron sin trabajo. Nostalgia significó para la mujer más que un negocio familiar: “Fue aprender el oficio de cocinar y el arte de relacionarse con los vecinos del barrio con un vínculo más fuerte, donde nos escuchábamos”.
 
Transcurrió un mes desde que Nostalgia dejó de existir físicamente, pero algunos de sus platos sobreviven en las manos de los dos últimos chefs que cocinaron en el bar. “Les dejamos la cocina y otros elementos para que puedan trabajar como delivery”, cuenta Florencia.
 
Sergio Quiroga está agradecido por la oportunidad que le dieron a él, a su colega Lucas Aimar y al chico que hace el delivery. “Repartimos volantes y la estamos remando. Hay muchos clientes del bar que nos compran”.
 
La hamburguesa de cordero parecer ser uno de los platos más requeridos que se cocinan en el departamento de uno de los cocineros. Quiroga solo tiene lindas palabras para recordar a Fernando, uno de sus empleadores: “Siempre prefirió pagarle a los empleados. Trabajaba a la par de nosotros”.
 
El bar Nostalgia estaba ubicado en Soler 3599, ocupaba la planta baja de un edificio de siete pisos construido por el arquitecto Scarpelli, en 1935. Su primer dueño lo fundó en 1987 y desde entonces lleva ese nombre. En noviembre de 1992, María Beatriz de Robles adquirió el café tras quedar viuda y lo volvió un negocio familiar que, tras su muerte, heredaron sus tres hijos. Solía tratarse de un bar que ofrecía minutas, pero la madre de familia había comenzado a proponer platos del día. La confitería estaba prácticamente abierta las 24 horas.


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