OPINIÓN

"¿Otra vez con las táser?", por Werner Pertot

El Gobierno porteño confirmó que comprará otras 300 táser luego de la muerte de un policía federal, que llevó opinar a Sabina Frederic, Sergio Berni, Diego Santilli y hasta Sergio Massa.

La historia se repite la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. O no. La discusión que en la Ciudad hubo sobre el uso de las pistolas eléctricas (Táser) consumió parte del primer mandato de Mauricio Macri y mucho más en tribunales. Pero, ¿saben qué? Ahora vamos a tenerla de vuelta. El Gobierno porteño anunció la compra de 300 táser, luego de la muerte del agente Juan Pablo Roldán –acuchillado por una persona con problemas mentales-, volvió el debate sobre las táser y a la Ciudad no se le ocurrió mejor idea que reactivar el proceso para la compra de esas armas que, solo en Estados Unidos, produjeron más de 300 muertes, pese a ser apodadas “no letales”. Las pistolas eléctricas tuvieron no solo el apoyo de funcionarios PRO sino de otros del oficialismo como Sergio Berni y Sergio Massa.

La semana pasada el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, confirmó que tienen previsto armar a los policías de la Ciudad con 300 táser, que disparan dos dardos que producen una descarga de 50 mil voltios para, si no pasa algo peor, paralizar a la persona. El vicejefe aclaró que prefiere que la Policía “utilice estos dispositivos antes que un arma de fuego”. Dijo que las 300 Taser tienen “toda la tecnología que deben tener, cámara de filmación para poder ver toda la trazabilidad del trabajo y, por supuesto, los oficiales tendrán entrenamiento específico”.

La polémica por las táser comenzó con una prueba piloto durante la primera gestión de Macri como jefe de Gobierno, con Guillermo Montenegro como Ministro de Seguridad. En ese momento se compró un número pequeño de Taser X-26 para probarlas: eran cinco, en total. Esto fue repudiado por organismos de derechos humanos, organizaciones sociales y otras entidades. En particular, Amnistía Internacional recordó que las llamadas "armas no letales" habían producido muertes a lo largo del mundo. Solo en Estados Unidos, entre 2001 y 2008, mataron a 334 personas. Por eso, la empresa que las fabrica debió enfrentar más de 300 juicios e indicó en el instructivo que sus efectos “aumentan el riesgo de morir o de un daño severo”. El Comité contra la Tortura de la ONU las clasifica así: “Provocan un dolor intenso, constituye una forma de tortura y en algunos casos puede causar la muerte”.

La discusión tuvo un derrotero judicial, con un fallo de primera instancia que prohibió su uso. La jueza Andrea Danas consideró que su uso “puede lesionar derechos como la vida, integridad física y salud de las personas, aun de quienes se encuentran en perfecto estado de salud” y que “la incorporación de estos dispositivos puede fomentar el encubrimiento o la impunidad policial favoreciendo situaciones de abuso”. En 2013, la Cámara de apelaciones compartió los criterios y mantuvo la orden de no utilizar las táser. Pero el Gobierno porteño siguió apelando. Finalmente, el Tribunal Superior de Justicia porteño -con varios integrantes cercanos al PRO- avaló el uso de las táser. La Corte Suprema recibió un pedido de revisar esa cuestión, pero lo rechazó.

A partir de ahí, con Macri ya en el Gobierno nacional, la entonces ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, activó la compra de unas 100 táser y dijo que se usarían en trenes o subtes. Al llegar al Gobierno, su sucesora Sabina Frederic derogó el protocolo de Bullrich. Advirtió que caía en falacias como llamar “no letales” a armas que la propia empresa que las fabrica considera “menos letales”. Frederic destinó las 100 táser que ya tenían las fuerzas federales a los grupos especiales de élite. Pero la muerte del policía Roldán generó un coro de reclamadores de táser.

Uno de los más entusiastas fue Berni: "Lo que pasó vale la revisión de ciertas cuestiones ideológicas que no valoran la vida de la yuta y tienen a la policía como moneda de cambio", opinó. Ni la rebelión policial que no pudo contener, ni su salida hace poco a cuestionar a los organismos de derechos humanos (por la que tuvo que pedir perdón) parecen haberle dado al ministro de Seguridad bonaerense una lección de humildad. "La gente que discute las Táser no está en la calle y no tiene el riesgo que sus hijos sean apuñalados. No hay duda que con las Táser nos evitábamos dos muertos. En esta situación, la ideología no se puede entrometer. Quiero saber qué pensaría la gente que dice que las Táser son como las picanas si el oficial Roldán fuera hijo de ellos", disparó Berni. ¿Saben quiénes habían recordado que las Táser pueden ser usadas para torturas? Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora, APDH, H.I.J.O.S. y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. ¿Otra vez Berni contra los organismos de derechos humanos?

No fue el único oficialista en opinar a favor de las Táser: también lo hizo Sergio Massa, aunque no entraba necesariamente dentro de su área de incumbencia. "Usar Táser, tonfas o cualquier instrumento nuevo que ayude a incorporar tecnología contra el delito es una obligación. Son las herramientas que en Estado de Derecho nos da la Constitución para hacer cumplir la ley", consideró.

Quien se salía de la vaina por meterse en la discusión fue Patricia Bullrich. Pese a diversas declaraciones altisonantes, todos parecieron ignorarla. Santilli se cruzó con Frederic por el accionar del SAME y de la Policía de la Ciudad en este caso, pero fue en un tono más moderado. Sí aclaró que compraría más Táser. Sobre esto, la legisladora Claudia Neira advirtió que “el debate debe ser sobre todas las armas, tanto letales como no letales, siguiendo las recomendaciones de la ONU sobre el marco, sobre con qué límites y con qué nivel de profesionalización se usa cada una”. También indicó que había cierta demagogia en decir que la Táser hubiera evitado una muerte, dado que las que va a comprar Santilli sirven para el 0,41 por ciento de todos los policías porteños. La legisladora larretista Ana María Bou Pérez también intervino para traer un poco de cordura a la discusión y aclaró que “una de las contraindicaciones de las Táser es usarlas en pacientes psiquiátricos”, por lo que tampoco habría sido para usar en el caso de Palermo. Bou Pérez indicó que “cuando ocurren casos como el de Palermo, este lunes, nos juramos que no tiene que volver a suceder. Y así, vamos de tecnología en tecnología, intentando atrapar una zanahoria que siempre se escurre entre las manos”. Dos legisladoras, una opositora y otra oficialista, que sumaron datos sensatos a la discusión.

Me parece sorprendente que, tras años de discusiones, datos y causas judiciales, se vuelva a caer en la misma historia sobre las Táser en la Ciudad sin tener en cuenta la historia argentina y de sus fuerzas de seguridad así como los casos internacionales que denuncia Amnesty Internacional. Como dice Bou Pérez, parece ser más las ganas de buscar una solución mágica (o justificar una compra con una muerte) que otra cosa.

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