OPINIÓN

Larreta prepara su nuevo gabinete

El jefe de Gobierno está cumpliendo su promesa de no albergar a ninguno de los funcionarios de Macri. En su gabinete hay reparto para radicales, aliados y para el ala política del PRO.

Werner Pertot


“Todos afuera”. Esa fue la forma en la que me explicó un ministro porteño que quedaron los funcionarios del Gobierno nacional que buscaban asilo en la Ciudad. Con el paso de los días y a medida que se confirman los nombres del nuevo gabinete que estrenará Horacio Rodríguez Larreta en su segundo mandato, se va confirmando que esa será la realidad. Apenas algunos gestos para amigos de Mauricio Macri en organismos descentralizados de la Ciudad escapan a la regla, que es premiar a los propios y, donde se va una ministra, ascender a las segundas líneas. Ninguno de los nombres nacionales que se mencionaba está hoy con destino porteño. Sí habrá reparto para radicales, para Martín Lousteau, para el peronismo macrista y hasta podría sumar a alguien del ala política.

Al ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, se lo mencionaba para ocupar un lugar preferencial en la gestión porteña. No podrá ser. A Guillermo Dietrich también se lo llegó a nombrar con destino de retorno a Transporte. Tampoco. A la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, se la podría haber ubicado en un ministerio que quedará vacante por la salida de Guadalupe Tagliaferri para ocupar una banca como senadora. No habrá lugar para Stanley, que se puede dedicar tranquila a cosechar el rechazo de la anulación del protocolo de ILE y la renuncia del secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, en las últimas semanas de su gestión. Para María Eugenia Vidal hay trato diferencial: su ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, fue considerado por Larreta, pero finalmente ocupará un lugar como asesor externo. Poco y nada para los otros.

A grandes rasgos, la definición del Gabinete de Larreta marca su impronta personal: no quiere lotear los ministerios, no va a aceptar incorporaciones por favores, busca que sus ministros sean personas que le responden al cien por ciento. Además, hay precios para los propios, y casi ningún castigo, hasta donde se puede divisar. En esa línea, está cumpliendo con el pronóstico que me dio otro funcionario: “La Ciudad no va a ser un aguantadero”. Las concesiones a esa regla de oro son pocas: un amigo de Macri, Pablo Clusellas, en la Auditoría General de la Ciudad. Quizás está tan emocionado con su destino que se olvidó de chequear lo que publicaba en el Boletín Oficial la semana pasada y pasó lo del protocolo ILE. Quienes conocen la Auditoría, se mofan de la llegada de Clusellas: “Está acostumbrado a otra cosa. No sé si tiene claro a dónde lo mandan. ¿Pensará que va a tener chofer?”, se reían. También un semi-pariente de Macri, el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, tendría algún puesto periférico. Tal vez su retorno al Ente de Turismo, donde quedó involucrado en la investigación por aportantes truchos.

Pero son ejemplos contados con los dedos de una mano. El gran despliegue de ministerios es todo para larretistas. El periodista Ezequiel Spilmann advirtió en Perfil que tendrá, además, una mayor impronta femenina. Vayamos por ministerios: la ministra de Educación, Soledad Acuña, continuará en el de Educación y seguramente deberá seguir teniendo que lidiar con estudiantes que toman secundarios, madres y padres que reclaman vacantes, denuncias por el estado de la comida en los comedores escolares, entre otras cosas ya habituales en el panorama educativo macrista, que va por 16 años consecutivos en la Ciudad.

Una que ascenderá tras romper y arreglar veredas ad nauseam es la subsecretaria de Vías Peatonales, Clara “Maki” Muzzio. Ya hace tiempo que tiene una carrera ascendente en la órbita del Gobierno porteño. De hecho, Larreta no le entrega a cualquiera un presupuesto de 2200 millones de pesos por año.  Su ascenso a ministra de Espacio Público implica una pérdida de poder de Eduardo Macchiavelli, que se quedará solo con Ambiente. No se trata de un castigo: Macchiavelli es uno de los hombres de mayor confianza de Larreta.

Se va viendo así una lógica de contener a los propios. Para jefe de Gabinete tendría múltiples opciones de alto perfil entre los dirigentes que dejan sus cargos en Nación y en provincia de Buenos Aires, no obstante, Larreta prefiere continuar con Felipe Miguel, que no le hace sombra. Para Desarrollo Social podría recurrir a Stanley, como decíamos antes. En vez de eso, ascenderá a María “Mery” Migliore, que viene de ser gerenta junto a Juan Maquieyra en el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Ella tendrá que llevar adelante la relación con los movimientos sociales, una tarea en la que la asistirá Maximiliano Corach.

En tanto, la partida de Ana María Bou Pérez del ministerio de Salud para ser legisladora será reemplazada por Fernán Quiróz, vicedirector médico de planeamiento estratégico del Hospital Italiano. Se trata de una incorporación que venía meditando hace tiempo Larreta y que tiene el visto bueno de Martín Lousteau. A su ex adversario y actual senador le pagará con un lugar en el directorio del Banco Ciudad, que sería para el primo de Lousteau, el economista Guillermo Laje.

Otro ministerio que queda vacante es Desarrollo Urbano: Franco Mocchia deja su aventura en la función pública para volver al sistema financiero. Allí habrá alguien de Dietrich. Puede ser tanto el secretario de Transporte, Juan José Méndez, como Manuela López Menéndez.  En todos los casos, como se ve, Larreta va tejiendo aliados. De la misma manera lo hará con Diego Santilli, que además de ser vicejefe controla la Legislatura a través del nuevo vicepresidente primero Agustín Forchieri y mantiene en la presidencia del Banco Ciudad a Fernando “Turco” Elías.  En el Ministerio de Gobierno continuará Bruno Screnci, también del sector de Santilli. ¿Querrá Santilli seguir a cargo del Ministerio de Seguridad o soltará esa papa caliente?  De ser la última, es seguro que Larreta no llamará a Patricia Bullrich.

Para los radicales, también habrá lugar, aunque puede traer polémica la incorporación al Ministerio de Desarrollo Económico de José Luis Giusti, el ex decano de Ciencias Económicas.  Resta ver si habrá algún puesto para el sector de Emilio Monzó o de Rogelio Frigerio. Para todos habrá algo, menos para aquellos que estaban con Marcos Peña. Sorry. Not Sorry.

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