CIUDAD

Las 10 verdades y mentiras que tenés que saber sobre el G20

Se llevará a cabo desde el el viernes 30 y sábado 1° de diciembre con la presencia de cientos de mandatarios. Te mostramos cuáles son los mitos del foro de los que nadie habla.



Desde el viernes 30 y sábado 1° de diciembre, el gobierno de Mauricio Macri  llevará a cabo la cumbre de líderes del G20 en la Ciudad de Buenos Aires. Están invitados los presidentes de Alemania, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y de la Unión Europea. También participarán los líderes de España, Chile y Holanda, además de los titulares de los principales organismos internacionales. Acá, te mostramos algunos de los mitos más comunes sobre este foro. 

 
Se suele afirmar que los 20 países del G20 representan el 85% del producto bruto global, dos tercios de la población mundial y el 75% del comercio internacional. De esos datos el G20 deduce su legitimidad. Pero el G20 justamente deja afuera a más de 180 países del mundo. Se trata de un foro en el cual el 10% de los países toma decisiones para y sobre el 90% restante.

Además, como agravante de esa situación, existe un desequilibrio pronunciado con respecto a la representación por continente. Mientras desde América del Norte participa el 100% de los países, Estados Unidos, Canadá y México, de los 32 países independientes que conforman América del Sur y el Caribe solo están representados dos: Argentina y Brasil. Desde Europa están Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia, además de la Unión Europea (miembro número 20) que representa a los 28 países de la Unión. O sea, de los 50 países europeos más de la mitad están representados de alguna u otra forma, mientras que los países europeos que no están en la UE no tienen ni voz ni voto en el G20.

Mirando hacia Asia, encontramos a Rusia, Turquía, Arabia Saudita, China, Japón, India, Indonesia y Corea del Sur, lo cual significa que 8 de los 49 países asiáticos están dentro del G20 (sólo un 16%). De los 14 países de Oceanía solo Australia es parte. Ahora bien, estos números se agravan cuando vemos que de los 55 países del continente africano, Sudáfrica es el único país que se encuentra en la lista del ilustre club de los 20, lo cual equivale al 1,7% de la totalidad de los países africanos. 



El G20 no es solo un foro en el cual se encuentran los Jefes y las Jefas de gobierno de los 20 países, sino que reúne a las instituciones financieras, económicas y comerciales que han sido las protagonistas de las políticas de ajuste y liberalización durante los últimos veinticinco años. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) participan activamente en el proceso del G20. De hecho, el FMI está en el centro de la coordinación, realización y monitoreo de las políticas del G20.

Por ello, los miembros del G20 acordaron una capitalización del FMI de 750 mil millones de dólares para que pueda profundizar sus programas financieros2 . Este año, por invitación del presidente argentino, participarán además el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Otras instituciones internacionales también están presentes como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de Salud (OMS).



Ninguno de estos países está capacitado para dar lecciones sobre el respeto a los derechos humanos. El G20 plantea que su prioridad central es lograr “un crecimiento fuerte, sostenible, equilibrado e inclusive”. Toda otra preocupación se desvanece, o toma relieve, en función de su relación con ese objetivo y por lo visto, no consideran ni la democracia ni los derechos humanos como importante dentro del objetivo del crecimiento económico. Ni en su última declaración de Líderes, suscrita en Hamburgo en 2017, ni en su Plan de Acción 2030, ni en la Alianza para África que lanzaron entonces, aparece siquiera la palabra democracia, mientras sí abunda la palabra “inversión”.

Ninguna de las múltiples declaraciones y planes de acción del G20 hace referencia a la obligación de todos los Estados de respetar, promover y proteger los derechos humanos de sus poblaciones – tanto civiles y políticos como económicos, sociales, culturales y ambientales. En Brasil, por tomar un caso, gobierna Michel Temer que llegó al poder tras un golpe institucional y cuya popularidad está por debajo del 5%. A esto se suma el encarcelamiento ilegítimo del ex-presidente Lula da Silva y los cotidianos asesinatos de luchadores/as sociales.

En México, las elecciones presidenciales de 2012 fueron plagadas con fraude . En los últimos 10 años ha habido más de 32.000 desaparecidos/as y, en tan solo un año, un total de 23,101 homicidios entre enero y noviembre de 2017, según el Secretariado Ejecutivo del Nacional de Seguridad Pública . Además, México está considerado, junto con Siria (país en estado de guerra), el país más peligroso para periodistas . A esto se suma Arabia Saudita, dictadura monárquica donde la homosexualidad y el adulterio están penados con lapidación y las mujeres aún no pueden casarse, divorciarse, viajar, tener un trabajo o hacerse una cirugía sin el permiso de sus tutores varones. Otros países del G20 donde aún se aplica la pena de muerte son EEUU, China, Indonesia, Japón e India.



Aunque oficialmente se ponga énfasis en que los llamados “grupos de afinidad” del G20 son “independientes”, se trata de espacios creados por decisión de los gobiernos, arbitrariamente convocados cada año por el gobierno anfitrión. Se trata de la élite mundial, los pilares del sistema neoliberal, los ganadores y ganadoras del capitalismo y garantes de la continuidad del mundo tal como lo conocemos. Revisemos algunos detalles de estos grupos:

• El Bussiness-20 (B20/empresarios) está integrado por 1.250 líderes de la economía de todo el mundo que se reunirán el 4 y 5 de Octubre en Buenos Aires. El máximo representante (chair) del grupo es Daniel Funes de Rioja, empresario representante de la Unión Industrial Argentina (UIA), quien fuera asesor del Ministerio de Planeamiento de la Nación durante la dictadura militar.9 Lo acompaña la élite empresarial del país, Eduardo Eurnekian (Corporación América), Alejandro Bulgheroni (PAE), Luis Perez Companc (Molinos) y Miguel Acevedo (UIA), entre otros10, empresarios que están hoy pujando por mayor ajuste, recorte de los derechos laborales e implementación de la reforma laboral11 .

• El Civil-20 (C20/Sociedad Civil) que se reunirá el 6 y 7 de agosto en Buenos Aires, está liderado por dos organizaciones: Poder Ciudadano, que opera como capítulo argentino de Transparencia Internacional, y la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI). Supuestamente debe garantizar que la voz de la sociedad civil de la Argentina sea escuchada, pero teniendo en cuenta que la mayoría de los contenidos de la página web y los debates están en inglés, resulta poco creíble esta pretensión.

• El Women-20 (W20/Mujeres) pone el enfoque en el desarrollo rural, la inclusión laboral, digital y financiera de las mujeres en el actual sistema de mercado, sin problematizar las desigualdades estructurales que se basan en que las mujeres sigan realizando la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, a la vez que están empleadas en condiciones precarias. La solución mágica que propone el W20: promover el “empoderamiento vía emprendedurismo e incorporación al mercado de trabajo” de las mujeres. Del 30 de septiembre al 3 de octubre se realizará la reunión del W20 en Buenos Aires.



El G20 impulsa proyectos de infraestructura que tendrán un impacto negativo sobre las comunidades y el medio ambiente de todo el mundo. Su objetivo no es el bienestar de los pueblos mediante la construcción de infraestructura necesaria para la vida cotidiana de las personas (como hospitales, escuelas, ferrocarriles para transporte de personas, etc.), sino proyectos para la rápida salida de los productos de cada uno de los países, lo cual en los países latinoamericanos implicará la profundización de las políticas extractivistas ya existentes.

Impulsarán la construcción de puentes, puertos fluviales y marítimos, aeropuertos, carreteras, gasoductos y estructuras para la conectividad digital, lo cual marca que es infraestructura que está especialmente orientada hacia el comercio y la exportación de productos como minerales, soja, combustibles, madera, etc. Esta inversión se realiza bajo el formato de asociaciones público-privadas (PPP).



Los países del G20 son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. Y EEUU en particular es el país que más ha emitido dióxido de carbono (CO2) en la historia. El G20 está compuesto por los países más industrializados y contaminantes del mundo, pero lejos están de diseñar una respuesta al cambio climático y al creciente deterioro del planeta.

En la declaración de los líderes del G20 en Hamburgo en 2017, se reiteró la importancia de cumplir los compromisos con la Comisión de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), proveyendo medios de implementación para la adaptación y mitigación, y anunciando la creación del Plan de Acción de Clima y Energía para el Crecimiento. Pero luego el tema de cambio climático fue retirado de la lista de prioridades de la agenda del G20 por presión de los EEUU, país que salió del Acuerdo de París en 2017. 

Esto ha tenido efectos directos sobre la labor del Grupo de Trabajo de Sustentabilidad Climática del G20, que este año no discutió los precios del carbono, los cuales son fundamentales para tener en cuenta el daño ambiental, social y económico de las emisiones de gases contaminantes16. Este Grupo sólo se ha enfocado en los modos de adaptarse a los efectos del cambio climático y desarrollar modelos para la generación de infraestructura resiliente, lo cual implica una regresión en la lucha en contra del cambio climático.



Las políticas que impulsa el G20 están lejos de dar respuestas reales a las desigualdades de género. Mientras el poder corporativo avanza y reafirma una división sexual, racial y colonial del trabajo, reproduce estereotipos de género y un orden vigente binario heterosexual, el G20 sólo ofrece propuestas superficiales para los efectos que sus propias políticas producen y se apropia del lenguaje y discursos feministas.

En 2015 se creó el grupo Mujeres20 (W20) dentro del G20, que durante la conducción de Argentina priorizará los temas de la inclusión laboral, financiera, digital y el desarrollo rural de las mujeres. Pero los planteos del W20 no abordan las raíces estructurales de las desigualdades de género que dejan a las mujeres empobrecidas en extrema vulnerabilidad. Además, este grupo muestra que la concepción del G20 sólo tiene en cuenta a las mujeres sin importar qué sucede con trans, travestis, lesbianas, bisexuales, no binaries y otras identidades de la disidencia sexual.



El G20 promueve políticas de liberalización económica y desregulación laboral que tienen un impacto directo sobre todas las formas de trabajo, especialmente sobre las y los trabajadores más vulnerables, como las mujeres, travestis y trans, personas racializadas, migrantes, campesinos/as, jóvenes y trabajadores/as con menor nivel de capacitación laboral. La hipocresía del G20 es prometer educación para preparar a los/as trabajadores/as para las necesidades del futuro mercado de trabajo, pero lo que no se dice es que cada vez menos trabajadores/as llegarán a ser parte de estos nuevos trabajos.

Con el avance de la tecnología cada vez más trabajos están siendo digitalizados o sustituidos por máquinas, robots u otras formas de inteligencia artificial, lo que genera nuevas formas de empleo, de producción y de organización del trabajo. Mientras que los trabajos de cuidado y empleos de alta calificación aún no corren riesgo de ser substituidos por máquinas, desaparecen los empleos en áreas más fácilmente digitalizables, como educación, salud, administración (en el ámbito privado y estatal) y servicios en general como el de transporte. Un informe del Banco Mundial confirma esta tendencia, indicando que en Argentina un 60% de todos los puestos de trabajo podrían ser destruidos y/o substituidos por la automatización.



Uno de los ejes propuestos por Argentina para esta próxima Cumbre del G20 es “un futuro alimentario sostenible”. Pero en realidad desde su nacimiento, el G20 no ha promovido políticas que avancen en “un futuro alimentario sostenible”. Por el contrario, los países miembros han desarrollado políticas que son las principales causantes del desastre socioambiental y nutricional que hoy sufre la humanidad.

La crisis climática, la masiva pérdida de biodiversidad, la degradación y contaminación dramática de los suelos, recientemente denunciada por la FAO, o la situación de más de la mitad de la humanidad sufriendo hambre, malnutrición, obesidad o sobrepeso y enfermedades crónicas no transmisibles asociadas al modelo productivo dominante y los alimentos industrializados ultraprocesados son indicadores que muestran que el objetivo planteado es pura retórica.



Las decisiones que se toman en el marco del G20 deben ser implementadas por los países. Como parte del Plan de Acción 2030 del G20, Argentina, México y Brasil se comprometieron a:

1) “implementar un plan de consolidación fiscal que garantiza la estabilidad macroeconómica” (Léase: ¡Vamos a ajustar el gasto público!)

2) “Argentina introduce un programa nacional de reparación histórica para sus jubilados y pensionados para ajustar los beneficios jubilatorios y cancela deuda acumulada.” (Léase: Reforma previsional y más endeudamiento para pagar vieja deuda.)

Como país anfitrión, el gobierno de Mauricio Macri tiene que demostrar entonces que cumple a la perfección con las obligaciones asumidas en el G20 y no cabe duda que está haciendo todo lo posible para implementar el plan de ajuste completo, incluyendo la reforma laboral; situación que se ve agudizada en la actualidad por el préstamo del FMI.Teniendo en cuenta las recientes negociaciones con el FMI y el importante rol de esta institución financiera en el seno del G20, es muy probable que el gobierno se esfuerce aún más en cumplir con lo acordado.

Ahora, cuando a fin de año lleguen los Jefes y Jefas de Estado del G20, los ojos del mundo estarán puestos sobre la Argentina, y la imagen que deje el país será fundamental para “tranquilizar” a posibles inversores y garantizar el apoyo de los sectores dominantes. En la medida que se acerque la acerque la fecha, se pondrán cada vez más restrictivos y represivos ante la protesta social contra las políticas neoliberales. Es por eso que ya en febrero de 2018 la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich entró en alianza con el Comando Sur de los EEUU en cuestiones de seguridad22, al igual que Gran Bretaña, Alemania, China y Rusia.

Además, el gobierno está invirtiendo más de mil millones de pesos en la compra de aviones y helicópteros, armamentos y otros dispositivos para reprimir “disturbios”23. Todo este “material” quedará en la Argentina luego del G20, al igual que las instalaciones para garantizar la ‚ciberseguridad‘ y detectar posibles fuentes de ‚inconvenientes‘ a través del espionaje virtual. Sabemos también que va a haber 14.500 policías de las 4 fuerzas en la Capital Federal durante la Cumbre de los líderes y que a este número se sumarán más unidades de las provincias24. O dicho de otro modo, el gobierno se está preparando por todas las vías para criminalizar y reprimir cualquier resistencia posible a los objetivos que se propone el G20.    

COMENTARIOS