LESA HUMANIDAD

Liliana Furió, hija de un genocida: “Ninguno de nosotros dice que son presos políticos”

Son hijas e hijos de genocidas que repudian a sus padres y conformaron un colectivo que este fin de semana tuvo su primer encuentro internacional.



Por Noelia Díaz

“Nuestras historias saben de dolor, de soledad, de rupturas, de insensatez y de locura. Sabemos del horror del terrorismo de Estado. Sabemos que algo tenemos que ver con ese horror: nuestros padres, o nuestra madre, o tal vez nuestros abuelos o nuestro propio hermano; o nuestro tío o padrino tan querido fueron parte de los delitos más aberrantes que haya conocido la humanidad”, así, con esas palabras, se presentan en su web las hijas e hijos de genocidas de la última dictadura que conformaron el colectivo Historias Desobedientes.

“El colectivo surgió porque tenía que surgir”, afirmó Liliana Furió, quien junto a Analía Kalinec, contactó a los familiares de genocidas que se expresaron en las redes sociales luego de que se publicara la historia de Mariana Dopazo, ex hija de Miguel Etchecolatz, en la revista Anfibia. La nota se publicó unos días después de la marcha en contra del 2x1 al genocida Luis Muiña. En esa movilización Liliana, Analía e integrantes del colectivo “marcharon en solitario”.

“La primera reunión fue a los pocos días de esa publicación. Nos juntamos en mi casa, éramos seis. Después fue tal la repercusión que en menos de un mes tuvimos que hacerla en un centro cultural”
, recordó Liliana en diálogo con este medio. Además, contó que la reacción de sus compañeros fue “de emoción, de perplejidad porque había gente que tenía el mismo sentimiento que ellos, que había vivido con mucha soledad y vergüenza”.

En ese sentido, explicó que ellos cargan de alguna manera con la condena social por lo que hicieron sus padres. Esto generó que muchos de las hijas e hijos de genocidas que militaban en espacios del progresismo o de la izquierda no puedan hablar sobre lo que les pasaba. “Yo se lo conté a algunas compañeras. Lo hacía con un poco de sarcasmo para ponerle humor a algo que es dramático y dejaba en claro que estaba de acuerdo con que mi padre esté pagando una cadena perpetua”, dijo Liliana sobre su propia experiencia. Y aclaró: “Ninguno de nosotros dice que son presos políticos”.

En la actualidad, este grupo de hijos e hijas que se reunió hace más de un año y que en 2018 tuvo su primer 24 de marzo como colectivo, organizó este fin de semana el Primer Encuentro Internacional de Historias Desobedientes. “Es fundamental para nuestro colectivo no quedarnos en el mero relato de nuestras vivencias personales y asumir una responsabilidad que hoy nos impela a la acción como testigos de un pasado que no podemos permitir que se repita”, escribieron en la convocatoria.

Las actividades se desarrollaron en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la sede de Capital de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). De las jornadas participaron familiares de miembros del nazismo y represores de Chile.

En el marco del primer encuentro, se hizo el lanzamiento del libro “Escritos Desobedientes”, que compila textos escritos por cada integrante del colectivo. “Refleja el nacimiento de una voz nueva y colectiva”, postuló Liliana en la presentación.

“El libro tiene un significado importantísimo para nosotros porque refleja el poder que la palabra tuvo en la ruptura del silencio no sólo hacia dentro de nuestras familias sino también hacia la sociedad”,
sostuvo. “Refleja el nacimiento de una voz nueva y lo que es más importante, colectiva. Porque cada uno de nosotros la militó en soledad desde mucho antes, pero la soledad es difícil, es vergonzante. Decir todo esto que estamos diciendo no podemos hacerlo de otra manera que no sea colectivamente”, concluyó.

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